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FÚTBOL / REAL VALLADOLID

La historia inédita de los extranjeros del Real Valladolid

Ramón Martínez, ex director deportivo, publica ‘La legión extranjera blanquivioleta’, un compendio de los foráneos del club de 1928 a 1988, con informaciones y fotos desconocidas

Ramón Martínez.

Publicado por
Arturo Alvarado
Valladolid

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Un solo vallisoletano puede presumir en toda la historia de haber formado parte de Real Valladolid, Real Madrid y Barcelona. No es un jugador, sino un director deportivo. Se llama Ramón Martínez y en abril se jubiló en el club blanco. 

Ahora se estrena como escritor con una obra enciclopédica sobre los extranjeros del Real Valladolid, desde la fundación del club en 1928 hasta 1988, antes de que la Ley Bosman transformase las plantillas en ONUs con botas de tacos.

El fruto de su trabajo es tal, que se ha visto obligado a compendiar lo recopilado en tres libros. Porque la de Martínez no es una obra de simple suma de datos existentes, sino de investigación, con multitud de aportaciones inéditas. La suya es una referencia bibliográfica para estudiosos y aficionados del Real Valladolid. Una trilogía de lectura pero también de consulta que pisa terrenos nunca hollados. El miércoles presenta el primer tomo, que compendia los extranjeros blanquivioleta desde 1928 a 1959.

«Afronté este reto no muy en serio, sin  saber lo que iba a hacer, hace diez o doce años. Un día, hablando con Josito Ortega (periodista deportivo y cronista oficial deportivo de Valladolid), le dije que cuando cesase mi actividad profesional, me gustaría escribir algo del Real Valladolid, pero no sabía qué. Me dijo que la historia del club estaba escrita. Se podía hacer mejor o peor, pero no era ninguna novedad. Y me comentó que por qué no escribía sobre un tema sin desarrollar y que me gustase. Y me propuso el de la legión extranjera del equipo», explica Ramón Martínez.

Endériz,Solé, Aramendi, Benítez y Bagnera, en su primer entrenamiento.

«Empecé a escribir de forma desordenada de 8 de la tarde a 12 de la noche, cuando salía de trabajar. El tema me fue gustando de tal forma que pasé a hacerlo disciplinadamente, con investigaciones y fichas de cada jugador. Fueron aflorando recuerdos de mi infancia y adolescencia que tenía dormidos y, a la vez, aprendiendo cosas. Lo disfruté mucho», agrega.

Su creciente afán le condujo a explorar territorios ignotos para la afición pucelana. «Me metí de tal forma en la investigación que me puse en contacto con los jugadores vivos de esta primera época del libro, que son tres. Respecto al resto, localicé a familiares y amigos. Era obligado dar veracidad a lo escrito».

No sólo habló por teléfono, sino también cara a cara. Ramón Martínez viajó a Argentina y Uruguay, cuna de la gran parte de los primeros foráneos del equipo, para obtener testimonios y recuerdos fotográficos de futbolistas que sólo figuraban en la memoria colectiva de unos pocos. También viajó por España, ya que algunos futbolistas se asentaron en la península.

«Es de resaltar la colaboración y el cariño recibido de la totalidad de familiares y amigos de estos futbolistas con los que he hablado. Todos guardaban un excelente recuerdo tanto del Real Valladolid como de la ciudad».

La minuciosidad de Martínez a la hora de la recopilación de datos ha sido insuperable. «He llegado a estar una semana persiguiendo corroborar un dato». Esta virtud se confirma al dar testimonio sobre el buen número de jugadores húngaros que también llegó a ese aún balbuceante Pucela. «Me ha sido imposible seguir la pista de muchos ya que no existía documentación sobre ellos. Incluso me falta la fecha de defunción de Kohut, el primero que llegó. No figura en ningún documento».

El primer extranjero blanquivioleta fue el cubano Foyaca. «Ya jugaba en el Real Unión y cuando éste se unió al Español para fundar el Real Valladolid, jugó esa primera temporada 28-29. Luego se fue al Sporting».  

La historia humana que más conmovió a Martínez coincide con el que para él (y para la gran mayoría que lo vio jugar) fue el mejor extranjero que pasó por el equipo: Julio Benítez. El lateral derecho uruguayo sólo permaneció una temporada en Real Valladolid, dada su gran calidad. Fue vendido al Zaragoza y, tras un año allí, lo compró el Barcelona, con el jugó siete temporadas, hasta su prematura muerte a los 27 años.

«Era un ser especial en todos los aspectos. Enorme jugador y gran persona. En el campo era un fuera de serie. Hay gente que lo incluye como lateral derecho en la selección ideal de todos los tiempos. Como ser humano lo quería todo el mundo. Tenía un aura especial».

Su fallecimiento fue achacado a una intoxicación por mejillones, lo cual no es cierto. «Todavía no se sabe a qué se debió su muerte. Hablé con su viuda y me dijo que aquellos días anteriores que estuvieron en Andorra comieron carne y verduras, así que no fue por los mejillones».

La operación estrella no sólo de este periodo sino de la historia del club fue el fichaje de los cinco uruguayos en 1959, entre los que figuraba Benítez y con la que finaliza este primer tomo. «Es dificilísimo firmar cinco jugadores y que todos sean excelentes. El ideólogo de la operación fue el presidente Carlos del Río-Hortega. Tenía dos contactos: su padre, exiliado de guerra en Montevideo, y un amigo que había estudiado con él en Lourdes, exiliado en Buenos Aires. Le dijeron que había jugadores muy buenos que se podían comprar a buen  precio».

Y entonces aparece José Luis Saso. «Era un hombre con muy buen ojo. Allí se puso en contacto con una persona que tuve el honor de conocer: Marcial Bugallo, amigo del padre del presidente del Real Valladolid, que era abogado y luego llegó a ser ministro. Todavía vive. Él le puso en contacto con la gente del fútbol. Y en ese escritorio que sale en una foto se firmaron los contratos de Benítez y Endériz. Completaban el quinteto Solé, Bagnera y Aramendi». Estos tres últimos eran argentinos, pero se les enclavó en la operación con la nacionalidad de sus vecinos.

Martínez no duda al destacar al mejor jugador y tampoco lo hace respecto al mejor entrenador. «Cada uno puede tener sus gustos, pero hay algo indiscutible, que es el palmarés. Y no ha habido ninguno como el de Helenio Herrera, considerado unos años como el mejor técnico del mundo. Su carrera en España comenzó en el Real Valladolid, donde sólo permaneció un año. El Atlético de Madrid lo fichó enseguida y luego triunfó en el Barcelona y el Inter». 

La obra incluye una foto inédita de Herrera con el chándal del equipo, una de las muchas imágenes que verán por primera vez quienes lean esta obra fundamental para el buen seguidor blanquivioleta.