Diario de Valladolid

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El Real Valladolid se hace adulto y logra una victoria de prestigio en Santander

Los blanquivioleta atan una trabajada victoria en Santander tras remontar después de ser remontados / Anuar abrió el marcador y Kenedy marcó los dos últimos goles, el 2-3 en el minuto 92

Anuar.

Anuar.

Publicado por
Arturo Alvarado
Valladolid

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Hay partidos que marcan temporadas. Para bien y para mal. El Real Valladolid ya cuenta con dos referentes, según le vayan las cosas en la Liga. Si la competición acaba en fracaso, el partido de Éibar tiene la palabra. Pero si el año deportivo se corona con éxito, el primer enganche anímico será Santander. Porque en El Sardinero el equipo pucelano se hizo adulto.

¿Y qué es hacerse adulto? Saber luchar, sufrir, reponerse de los reveses, venirse arriba de nuevo cuando ya lo estabas pero caes al fango de dos sopapos. Tener la mente como el brazo de un culturista,  y que además el cuerpo acompañe en la resurrección conjunta de la carne y el espíritu. Amén.

El Real Valladolid ganó al Racing gracias a su mejor partido de ataque en toda la Liga, pese a su endeblez defensiva en demasiados capítulos del encuentro. El camino hacia Primera se forja con ataques como el visto en Santander, pero la permeabilidad (no sólo de la defensa, sino de quienes tienen que presionar a quien lanza pases en profundidad) obliga a un sobresfuerzo que no siempre tendrá este final feliz y que además agota física y psicológicamente.

El lado bueno es que el Pucela comienza a ser temible en ataque. El runrún en los campos rivales cuando tiene la bola y da más de tres pases va in crescendo a medida que avanza la Liga. Si logra que ese murmullo se escuche acerca de su impenetrabilidad defensiva, el camino hacia el éxito estará iluminado.

En un partido coral de los pucelanos cabe destacar a Kenedy. Marcó. Por fin. Dos goles que supusieron dar la vuelta al partido, además de quitar el tapón mental que le impedía mostrar su calidad. No es el del Granada, de acuerdo, pero tampoco un desecho de tienta. Tiene derecho a reinventarse. Ahí está Isco.

El encuentro fue vistoso para el aficionado neutra porque se jugó más al ida y vuelta que propugna el Racing que al fútbol control que intentaba implementar el Real Valladolid con portero, defensa y cinco mediocentros por detrás de Sylla. 

Las ocasiones se sucedieron en ambas porterías. Sylla cabeceó solo fuera  antes de que Germán rematase sendos testarazos tras dos córners seguidos. El primero fue neutralizado por Masip y el segundo, por el larguero.

Dos minutos después de este palo llegó el primer gol. Monchu botó un córner, Escudero cabeceó en jugada ensayada al área, donde Juric ejecutó una chilena tan forzada que el balón botó y quedó en el aire. Ahí estaba el hombre sin miedo, Anuar, para cabecear a la red entrando con todo. Si hubiese tenido que realizar un ensayo de rugby, habría posado el balón con cinco rivales colgados. Si usted tiene problemas no llame al Equipo A. Llame a Anuar.

El 0-1 no cambió el sesgo abierto del choque. Arana, Vicente y Martín casi marcan para los locales y Monchu para los visitantes. Anuar, pese a su condición de indestructible, es humano y tuvo que retirarse antes del descanso con una brecha en la cabeza y mareos. Le tuvieron que colocar 16 puntos.

La segunda mitad comenzó con un mano a mano de Sylla ante Eskurza en el que el rápido portero cántabro adivinó la trayectoria del tiro, ayudado por la postura del pucelano. El partido siguió pareciendo de tenis de mesa hasta que a Boyomo se le ocurrió regatear sin compañero detrás. Otras veces se rehace y roba el balón robado. En ésta, no. Su error mayúsculo fue aprovechado por Vicente, más movido que un niño hiperactivo, para pasar a Arana y fusilar a Masip. Fue un autogol.

El tanto trajo unos primeros minutos de caos aunque enseguida los visitantes tomaron de nuevo el mando. Pero de nuevo un error de marca en la medular permitió un servicio en profundidad a Martín. Masip le sacó el balón en el cara a cara. Arana, que venía detrás, envió una certera vaselina a gol. Boyomo, en su dies horribilis, deshizo el fuera de juego.

El Real Valladolid adolescente se habría hundido tras este gol. El Real Valladolid adulto tomó la fuerza de un tigre ante la injusticia y se lanzó a dar bocados al Racing como si recrease un documental de La2. Los blanquivioleta comenzaron a mover el balón de lado a lado con la velocidad de un trilero profesional, ante el estupor racinguista. El 2-1 había llegado en el minuto 7o y Kenedy, en el 73, comenzó a dar dentelladas a diestro y siniestro apoyado en Moro. En apenas el primer balón tocado por el brasileño, envió un  misil cruzado que entró a la red. Los jugadores y el público locales no se lamentaban por el tanto. Se preguntaban qué había pasado, qué era eso que volaba.

El 2-2 le abría al Pucela una encrucijada: ser hormiguita y atar el empate o seguir como tigre y rematar a la presa. Optó por lo segundo y tuvo premio. Eskinza sacó un cabezazo de gol a Monchu con una espectacular parada de balonmano, pero no pudo con el segundo disparo de Kenedy.

Juric, llave inglesa para todos los anchos de tuerca, envió un soberbio pase en profundidad a Sylla, que combinó con Moro. Éste se interno y, en vez de tirar, pasó atrás para que Kenedy, desmarcado, certificase el 2-3  y decretase oficialmente el estado de alegría  blanquivioleta.

Los jóvenes masais de antes necesitaban matar un león para pasar a la mayoría de edad. El Real Valladolid, tras los sollozos de bebé de Éibar, parece haberlo logrado con el 2-3 de Santander.

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