FÚTBOL / REAL VALLADOLID (EL ANÁLISIS)
El Real Valladolid ofrece más sombras que luces en su primer test
A pesar de las ausencias la actuación del equipo en Ávila dejó una sensación preocupante, con errores groseros que se pagan muy caros en la categoría de plata
Un amistoso es siempre parte del aprendizaje de un equipo, pero las pruebas muchas veces arrojan más sombras que luces como le sucedió al Real Valladolid en Ávila. El resultado fue lo de menos porque el 1-4 no hizo más que rubricar las desconexiones puntuales en tareas defensivas, y sobre todo la falta de ritmo, también con la intensa carga física de la semana, 10 entrenamientos en seis días, como posible hándicap para explicar una derrota que no ayuda a la hora de convencer a los aficionados dudosos a la hora de renovar su compromiso en Segunda.
Pezzolano espera plasmar desde el inicio su modelo de juego y en Ávila ante el Leganés puso un 4-1-4-1 de inicio, con Monchu como ancla, y buscando el famoso interlineado por dentro con los jóvenes Maroto y Chuki, más acertado el primero, no por el gol, sino por su participación más continuada, pidiendo entrar en juego.
En defensa David Torres estuvo mejor posicionado que Rofino, una posición que urge un refuerzo, y los laterales muy largos apenas tuvieron gran protagonismo. Rosa, prácticamente todo el partido, y Escudero y Garri después. Al canterano le falta esa dosis de confianza que parece haberle robado la lesión. El equipo sí que mostró esa presión alta que pretende Pezzolano, pero se encontró con un fútbol más directo del Leganés, que superaba las líneas con más facilidad. Los errores provocaron goles en contra como el 0-1 cuando Tunde falla en la marca dejando solo a Álex Gil, que en segunda instancia, remataba a gol. El 1-2 también mostró carencias en el repliegue, aunque tuvo una acertada ejecución con el remate certero de Diego García. El 1-3 fue un grave error de Malsa en la salida de balón, sin contundencia alguna, y de nuevo el conjunto pepinero pillaba a la defensa desprevenida. Y el 1-4 de nuevo mostró el déficit de concentración del equipo en una falta botada por Raba que cabeceaba Jorge Sáenz, sin oposición.
Tácticamente el equipo estuvo más diluido en la segunda mitad, sin apenas ritmo por las continuas interrupciones a causa de los cambios del equipo de Borja Jiménez, y asumiendo muchos riesgos por la banda derecha con Lucas Rosa muy largo, y con exceso de jugadores por dentro. Arroyo que partía desde la derecha, Vallejo, muy errático en la mediapunta, y Narváez, con los dos pies lejos de Zorrilla, apenas generaron peligro. Y Sergio León en ataque, también con mucha fatiga, es un delantero más móvil que posicional y eso el equipo lo notó. Los chispazos ofensivos fueron más acciones individuales que juego colectivo porque el equipo notó el cambio de Monchu por Malsa en la creación y sobre todo la falta de efectivos que tengan temple para proteger y jugar el balón con garantías. La larga lista de ausencias, hasta 11 jugadores, mermó y merma la capacidad de un equipo para seguir creciendo a menos de tres semanas del debut. Debiera preocuparse Pezzolano en la llegada de refuerzos que permitan dar un salto de calidad a un equipo que pagó en el test en el Adolfo Suárez el exceso de carga de las sesiones de entrenamiento. El debut de Raúl Moro, con apenas seis minutos, permitió ver a un jugador atrevido aunque sin mucho tiempo para extraer conclusiones. La segunda mitad de Boyomo tampoco invita a un análisis sosegado porque estuvo bien al choque, pero lento en algunas acciones.
Aunque es solo pretemporada, el primer borrón lo firmó el cuadro blanquivioleta que tiene mucha tarea por delante si quiere volver a Primera cuando antes.