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...Y Kovacevic cogió su fusil para dar el primer triunfo del playoff al Real Valladolid Baloncesto
El alero esloveno comanda la reacción del equipo de Paco García ante Lleida para sumar el primer triunfo / La ansiedad fue el peor enemigo de los locales / El segundo envite, el sábado a las 19.00 horas, otra vez en Pisuerga
La primera victoria del playoff, al zurrón de un UEMC Real Valladolid Baloncesto que sufrió más de lo esperado y se vio obligado, primero a a domar su elevado estado de ansiedad y después encomendarse a su francotirador Kovacevic, autor de cinco triples, tres de ellos letales en el último tramo de partido.
El equipo de Paco García tardó en coger el pulso al partido. En buena parte porque pecó de abusar el triple, la llave que paradójicamente le iba a otorgar a la postre la victoria final de esta serie al mejor de cinco partidos. Lleida, con las cartas marcadas (un juego interior con demasiadas carencias) pero con un baloncesto práctico y con un acertado estudio del rival, comenzó metiendo el miedo en el cuerpo al Real Valladolid casi negando los lanzamientos de dos puntos hasta el descanso (3 canastas de 15 lanzamientos).
Lleida, liderado por un vallisoletano, Miguel González, la última joya de la corona de la cantera morada que emigró al Baskonia ACB tentado por un suculento contrato de siete años para luego ser cedido a plazas LEB, como la catalana, su última parada y posta, mandó en el marcador con ventajas que alcanzaron los 15 puntos (19-34). La incapacidad por mala lectura del UEMC Real Valladolid era clara y manifiesta, más por no agachar el culo, ser muy blando y tener muy poca actividad defensiva, que otra cosa. Su superioridad en el rebote ofensivo , con N’Guessan ejerciendo de flotador, le concedió oxígenos con segundas y terceras opciones para llegar al menos vivo al descanso (35-42).
La filípica de Paco García en el descanso sirvió para apretar las clavijas a los suyos, que sin hacer un gran partido al menos no naufragó tan claramente de medio campo hacia atrás. Lleida mutó con su cambio de juego contagiado por esa enfermedad del triple que tanto otorga pero que tanto quita. Y así, olvidando las premisas que llevaron a confundir e incluso desesperar a un atascado Real Valladolid en la primera mitad, Lleida se echó a perder para cavar su tumba poco a poco lastrado por las faltas de Miguel González, sin continuidad y por tanto sin chispa.
Era una cuestión de tiempo y que un faro apareciese en la oscuridad de un partido marcado por el miedo y los errores. Esa luz la aportó con un desparpajo y osadía tremenda, Maj Kovacevic. El alero esloveno, lejos de acobardarse asumió la responsabilidad de tirar del carro ante la vigilancia extrema sobre el otro faro del equipo, Pantzar. Tres triples suyos abrieron el cielo para sumar la primera victoria de la serie (73-66).