Roberto Corral, un futbolista vallisoletano en tiempos de guerra en Ucrania

El fútbol sirve como escape de la guerra en Ucrania aunque el aficionado el deporte rey deba seguirlo a distancia por precaución. Un vallisoletano, Roberto Corral, fue el primer español en firmar por un club ucraniano a finales del mes de marzo, el Metalist Kharkiv con el que busca eludir el descenso. En apenas dos meses ha logrado vencer a los miedos existentes, no propios, sino del entorno, y aportar a su nuevo club con el que celebró su primer triunfo el pasado domingo ante el PFK Lviv.  

«No me arrepiento para nada de mi decisión y me he sentido muy arropado aquí desde mi primer día. Dudaron más mis amigos y familiares que yo sinceramente, sabía que era una muy buena oportunidad para seguir creciendo a nivel europeo y coger experiencia». El propio club le ofreció ir una semana al país «para corroborar con mis propios ojos sus palabras antes de firmar». Fútbol de primer nivel, pero sin aficionados porque juegan en «sedes neutrales dentro del país donde cada equipo tiene su propio estadio, pero todo sin público como es normal para evitar riesgos de aglomeraciones de gente por posible peligro aéreo en un momento dado». Existe un protocolo «en caso de que sonasen las sirenas en medio de un partido, se pararía el partido y entraríamos dentro del vestuario trasladándonos al búnker hasta que terminase de sonar la sirena, y luego se retomaría otra vez», aunque en su caso no ha vivido nada parecido, ni «yo he escuchado ninguna bomba, si nos vamos 1.300 kilómetros más hacia el este de donde estoy yo, puede que la gente que viva allí en estos momentos las escuche».

En lo deportivo ha disputado cinco partidos y tienen otros cinco por delante para lograr el objetivo con un equipo que dirige el ex del Real Madrid, Perica Ognjenovic: «Me ha ayudado increíble, sabe español y va a ser un entrenador de talla mundial. Con mis compañeros genial, a pesar de no entender el idioma, me han acogido como un hermano». Llegó a Ucrania procedente del Korona Kielce con el que logró el ascenso a la primera división de Polonia, y reconoce que «el fútbol polaco es muy físico y agresivo y el ucraniano es una mezcla de este y del español, más técnico y táctico». No mira más allá del 30 de junio, cuando expira su contrato, y a sus 25 años confía en «seguir progresando en mi carrera, si es en Ucrania o fuera de aquí yo estoy abierto a todo» . Asegura que el jugador español está muy bien valorado en el exterior: «Yo siempre me he sentido muy valorado en los dos clubes que he estado, pero conozco diferentes compañeros que sus casos no han sido igual. Si que es verdad que en Polonia y Ucrania por ejemplo, gusta bastante de primeras el jugador español. Luego ya depende de cada jugador lo que demuestra  y rinde dentro del campo».

Desde Járkov, a 3.700 kilómetros de Valladolid desearía volver al equipo de su ciudad, con el que debutó en Copa del Rey, siendo capitán del Promesas: «El Real Valladolid siempre lo he dicho, es mi ciudad, es mi hogar, es mi equipo, y es mi sentimiento. Lo llevo allá donde voy. Me encantaría volver el día de mañana  a la que ha sido mi casa durante 14 años y en muchas etapas, habiendo podido formar parte de la historia del club, como contribuyendo a ese playoff de ascenso a Segunda división».