Diario de Valladolid

FÚTBOL / REAL VALLADOLID

Baño al Real Valladolid en Vigo

Los blanquivioleta caen goleados ante un Celta que dio dos palos y pudo doblar el marcador / Los de Pacheta jugaron andando y sin ánimo de competir / Sólo hicieron cinco faltas y vieron tres amarillas y una roja la de Amallah / Fresneda, en el banquillo

Celta-Real Valladolid.

Celta-Real Valladolid.

Publicado por
Arturo Alvarado
Valladolid

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Vigo cuenta con muchas playas a su alrededor. Rodas, Samil y O Vao son las más destacadas.  A la extensa lista cabe añadir una desde ayer: Balaídos. No hay arena en el feudo celeste, aunque no está muy lejos del mar, pero el baño que le dio ayer el Celta al Real Valladolid no fue de bañera, piscina o río. Resultó tan apoteósico que se trató de todo un baño en el Atlántico. Y faltó agua hasta Nueva York para explicar el ridículo de un Pucela que puede consolarse con que lo mejor fue el resultado. Los vigueses dieron dos postes y pudieron irse con un 6-0 o un 7-0 perfectamente a los vestuarios.

Cabe preguntarse a estas alturas de Liga qué pasa con el Real Valladolid. O, mejor dicho, de qué va. No tiene término medio. O compite, o no compite. Cuando ocurre lo primero, gana, empata o pierde. Cuando se trata de lo segundo, pierde, pierde y pierde. En el fútbol de hoy nadie vence andando, y menos un equipo de esparto si se cree de terciopelo.

Porque el Pucela no compareció en Balaídos. Se dejó la profesionalidad en el vestuario. A veces el buenrrollismo de Pacheta cansa. Crea señoritos en lugar de obreros, que es  para lo que da el Real Valladolid. Un equipo al que le barren pero comete sólo cinco faltas y tres de ellas son amarillas y otra roja, lo que hace es vegetar.

Los blanquivioleta no se llevaron apenas un balón dividido y propiciaron segundas jugadas del rival. No estaban en ningún lado. Había que buscarlos como a Wally, y eso que eran once (luego diez), y no uno.

Desde el pitido inicial se vio que el partido nacía de nalgas. Tardó 45 segundos Seferovic en tirar a puerta, solo ante Asenjo. Kike, autor en parte del desaguisado, se enmendó metiendo la pierna desde atrás para provocar el córner. Parecía calcarse el comienzo del Villamarín, pero fue peor, aunque la jugada no acabase en gol. 

La labor principal del Pucela, maniatar a Aspas, era un fracaso. El cuadrado formado por El Yamiq y Javi Sánchez en los centrales, y Monchu y Kike en los mediocentros convirtió en una pista de baile la zona entre líneas. Sólo faltó Tony Manero con su traje blanco, porque por allí se paseaban el citado Aspas, el futuro portento llamado Veiga, De la Torre y Carles Pérez. Y con progresiones horizontales, que duele más. 

Olaza y Luis Pérez no ayudaban desde los laterales. No podían ni poner orden en su zona. Y Plano tampoco echaba un capote desde atrás.

Tras un tiro al palo de Aspas llegó el primer gol. Veiga, sin marca, peinó un centro y Seferovic, sólo en el segundo palo, cabeceó ante Asenjo a gol.  Si le dicen a una defensa que se quite cuando le ataquen, no lo mejora.

El campo era un plano inclinado hacia la portería castellana, pero Pacheta no era capaz de reaccionar. No necesitaba ni cambios. Simplemente pasar a Iván Sánchez al medio y escorar a Plano a la banda para dibujar un 4-3-3 que llegó cuando era demasiado tarde.

Tras dos tiros de Veiga cerca de la meta, llegó de sus pies el 2-0. Aspas dejó de un sutil taconazo el cuero a Caler Pérez, que ingresó en el área. El Yamiq salió a su encuentro y despejó. El celeste cayó y, mientras la grada pedía penalti, Veiga llegó desde atrás para rematar seco y duro a la red. El Pucela dio en el último minuto señales de vida. Primero Villar sacó un mano a mano a Larin y en el córner posterior, El Yamiq cabeceó fuerte y picado, pero al centro, rechazando el portero.

Pacheta buscó la revolución en la segunda mitad dando entrada a Hongla, Mesa y Amallah. El cambio fue a peor, aunque se pudo ver más minutos al belga-marroquí, que apenas ha jugado hasta ahora por unos parámetros físicos y unos algoritmos muy matemáticos que manejan los expertos  y sólo conoce en el club, por lo que el resto del mundo debe callarse. Se prevé que para la visita del Getafe, en la última jornada, sea titular. No lo será ante el Espanyol, pues  fue expulsado injustamente por una entrada que era de amarilla. Ayoze, por cierto, jugó con el Betis.

Amallah casi puso el 2-1, pero su gol fue anulado por un milimétrico fuera de juego. Poco después llegó la sentencia. De la Torre disparó en medio del caos defensivo, Asenjo rechazó en su única estirada eficaz del partido y Veiga, atento, embocó a gol.

Con el 3-0 llegó la samba en los locales, correspondida por los olés de público.  Veiga, en combustión, envió un balón al poste. Luego llegó la bonita chilena de Larsen y el tiro cerca de la escuadra de Sotelo. El Pucela había acumulado ya cinco jugadores atrás pero no se movían, ni encimaban, ni  nada. Eran palos que dieron gracias por no encajar el cuarto tanto.

El partido acabó con Veiga de estrella: dos goles y una asistencia. La gran promesa celeste brillaba en el campo y la blanquivioleta, por quinta jornada consecutiva, chupaba banquillo. Fresneda, ‘un fenómeno’, ‘un animal’, según su entrenador, no tiene sitio ni siquiera en el día en que el equipo se arrastra.  Nos estamos perdiendo algo, pero cuando vendan al tipo que secó a Vinícius, quizá sea por una bolsa de cacahuetes. A veces el enemigo está en casa. Y también hablo de Aceves.

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