Diario de Valladolid

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El Real Valladolid muerto en 28 minutos y en crisis galopante

Crisis total en el Real Valladolid, que encadena ante un Atlético que le bailó, su quinto partido sin ver puerta y su quinta derrota consecutiva

!-0. Morata  bate a Masip en el Metropolitano. / AFP

!-0. Morata bate a Masip en el Metropolitano. / AFP

Publicado por
Guillermo Velasco
Valladolid

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El buenísmo no valen. Los números están ahí. La imagen, también. Crisis total en un Real Valladolid que encadena su quinta derrota consecutiva en Liga, que es bailado por su rival, que jugó cuando y como quiso y que sigue cinco partidos después incapaz de perforar la portería de su rival con un pírrico (a cargo de Óscar Plano) disparo entre los tres palos.

EL MUNDO

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El Real Valladolid sigue sumido en una profunda crisis de identidad como quedó patente en el Cívitas Metropolitano ante un Atlético de Madrid que lejos de estar en su mejor momento de juego se había dejado nada menos que 13 puntos de los últimos 24 disputados en casa.  

Y en buena parte por los palos de ciego también realizados desde el banquillo, con nada menos que ocho cambios introducidos en el once inicial y un cambio de dibujo (5-3-2) que hizo aguas desde prácticamente el inicio de partido.

La fe ciega de Pacheta en sus jugadores, con ese discurso ya cansino y repetido de ver el vaso medio lleno cuando realmente no es así, quedó más que nunca en entredicho en el Metropolitano. Porque el Atlético Madrid, muy, muy poco exigido (por no decir nada) jugó a placer,  dejando el partido finiquitado cuando ni siquiera se habían consumido 28 minutos de juego con ese tercer gol a cargo de Mario Hermoso que no hizo sino dejar en evidencia el experimento gaseoso de Pacheta. Con ese sistema de cinco atrás, mal trabajado o cuanto menos poco trabajado en cuanto a tiempo se refiere y lleno de deficiencias.

La línea de centrales se riló desde el inicio, quedando  hundida hipotecando de inicio a los mediocentros y con ello creando desajuste tras desajuste entre centrales y laterales y laterales y medio centros. Porque Fresneda, olvidado y luego recuperado acabó jugando de central antes que Feddal. Porque el equipo, blando, tremendamente blando, fue un desastre, sin hambre en el que su ‘jugón’, Aguado (de lo poco que se salvó) fue un islote ofreciéndose sin suerte en el océano del deseo.

¡Pim, pam, pum!El Atlético fue un ciclón para jugar luego con el freno de mano echado y posiblemente pensando en la Copa como mostraron los cambios introducidos por Simeone. Incluso la derrota por 3-0 fue un castigo menor porque bien pudo acabar goleando el Atlético tras las dianas de Morata (m.18), un gran Griezzman (m.23) reconvertido al más puro estilo argentino campeón de centrocampista como conductor y generador de juego y Hermoso (m.28).  Un doble poste de Correa y tres intervenciones de un Masip vendido evitaron un sonrojo aún mayor de un Real Valladolid, a pesar de lo que diga  Pacheta, en caída libre.

Memphis Depay en su debut con el Atlético intenta picar el balón ante la salida de Masip./ AFP

Memphis Depay en su debut con el Atlético intenta picar el balón ante la salida de Masip./ AFP

El Real Valladolid, sin esencia alguna en su juego, adelante y atrás, intentó corregir tras el descanso agotando ya tarde (minuto 60) los cinco cambios. No hubo síntomas de recuperación. El Atlético de Madrid, muy seguro atrás y para nada exigido, acabó por momentos gustándose y permitiéndose el lujo, vista la sentencia firmada 45 minutos antes de hacer debutar al recién fichado Memphis Depay, sin apenas haber entrenado.

El diván no está funcionando. El  equipo, confundido con tanta permuta  no sabe a lo que juega y varios de sus futbolistas son una caricatura de lo que parecían meses atrás antes del Mundial. Todos parecen depresivos. Ni los que salen de inicio en el eterno juego del ‘hoy me toca’ como Weissman u Olaza o desde el banquillo  como Plata, sin chispa alguna incapaz de regatear a nadie. Pero no es un mal individual sino colectivo. Cinco derrotas y sin lograr ver puerta tienen la culpa de una peligrosa dinámica que lleva a la depresión, dentro y fuera del campo. 

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