Diario de Valladolid

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El Real Valladolid olvida atacar

Derrota blanquivioleta con gol de Joselu en el minuto 78 tras un partido en el que los de Pacheta gozaron de un control estéril del balón a causa de su falta de verticalidad

Monchu.

Monchu.

Publicado por
Arturo Alvarado
Valladolid

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Un desfile de alta costura es un ejercicio de creatividad pura. De conceptos. Nada de lo que portan las modelos es rescatable  para la vida diaria, excepto en el caso de Lady Gaga. 

Lo mismo ocurre con la posesión de balón. Si no esta enfocada hacia la verticalidad, el ataque y el gol, es un puro ejercicio estético, sin más razón que la propia belleza que lo envuelve. En la práctica no vale para nada más que tener el balón, evitando que el contrario pueda hacer daño con él.

El Real Valladolid se metió en Cornellá en los terrenos de la alta costura, cuando su juego se encuentra aún con demasiados hilvanes. El equipo apunta a más de lo que actualmente es, quizá a mucho más, pero le queda pasar por unos cuantos cursos de costura, dedicarse luego al prêt-à-porter y, cuando ya lo tenga dominado, quizá entonces pueda dar el salto a las grandes pasarelas.

Para ello necesita que no ocurra lo visto ante el Espanyol. La posesión, el reiterado ejercicio combinativo, el control de balón, no sirvieron para nada porque se olvidó la fase primordial del plan: llegar hasta arriba, acabar las jugadas y, si es posible, marcar.

Apenas gozó el Pucela de dos ocasiones de gol. Tampoco disfrutó de muchas el Espanyol, pero fue certero. Y lo fue porque uno de los peligros de sobar mucho la bola es creerse invulnerable. Eso relaja hasta tal punto que un jugador de la veteranía de Plano despeja un balón a la grada y se espera para que vuelva. El recogepelotas, que a diferencia del pucelano no había desconectado mentalmente, le da otro balón rápido a Darder. Este saca a Oliván, que pone su enésimo centro de la temporada. 

En todos los países saben que Oliván centra mucho, excepto en un rincón de la piel de toro bañado por el Pisuerga. El ex del Promesas solo solito, tuvo tiempo para otear la posición de Joselu, al que Javi Sánchez defendía por delante en lugar de por detrás. El ariete le ganó en el salto y cabeceó a gol.

Era el minuto 78 y todo el ejercicio estético de posesión estéril cayó como un suflé. 

Justo después, Joaquín tuvo la de todos los partidos: un pase atrás flojo a Masip se convirtió en asistencia a Puado, que chutó al poste con Masip superado por una vaselina.

El postre acabó por reventar y esparcir sus trozos por todo el estadio cuando tres de los cuatro minutos de tiempo añadido se los pasó el Espanyol toreando al Pucela en un córner, sin ser éste capaz de sacar el balón. El boxeo de espejo caía ante el primer directo a la mandíbula. El cuadro de Pacheta no lució ni concentración, ni ambición suficientes.

El Real Valladolid contaba ante el Espanyol con siete bajas, incluida la de Fresneda a última hora. Un detalle que no debe caer en saco roto, al igual de que otro apunte importante: el resto de jugadores no son cojos. Les faltó el hambre que lució el Espanyol para sumar su primera victoria en casa... ante el equipo aspirina.

Con Olaza por Fresneda (pasó Escudero al lateral derecho) y Monchu por Aguado como únicas novedades en el once, el Pucela entró bien al partido tras unos minutos de tonteo mutuo.

Kike yEscudero tiraron sin peligro, respondiendo Expósito y Darder con idéntica munición. Al final de esta parte llegó la gran ocasión blanquivioleta: Kike envía en profundidad un gran pase a Sergio León, que controla muy bien el balón. Sin embargo Calero le va cerrando y su tiro es repelido por Lecomte, al que apenas se puso a prueba pese a los problemas en la portería perica. La réplica local antes del descanso llegó con una doble ocasión de Joselu. En la primera, el marroquí despeja el centro de Oliván antes de que le llegue al punta, con Masip batido. La jugada continúa y el albivioleta molesta lo suficiente en el salto a Joselu para que cabecee forzado y fuera. Feddal fue de menos a más, pero dejó el campo tras el descanso.

La segunda mitad sólo tuvo antes del gol disparos de poco calibre de Joaquín y Monchu. Por cierto, salió Narváez. Lleva camino de ser el Cristo de la temporada 22-23. Eso sí, sólo en el campo.

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