Diario de Valladolid

PIRAGÜISMO

El oro doble de Patricia Coco

La vallisoletana, campeona mundial de C2 200, pudo con sus rivales en el agua y con una Federación Española que la dejó sin compañera y estuvo a punto de provocar su retirada

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Arturo Alvarado
Valladolid

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Patricia Coco está tan feliz que no puede reprimir una leve y contagiosa risita tras cada respuesta. La piragüista cuenta con motivos de sobra para mostrar una sonrisa de oreja a oreja. No todos los días alguien se proclama campeón del mundo. Se cuentan con los dedos de la mano los vallisoletanos que lo han conseguido en deportes individuales.

Patricia es uno de estos dígitos desde el domingo, cuando con  su compañera de canoa, la madrileña María Corbera, ganó en el Mundial de Copenhague, en la categoría C2 200 metros. Un éxito inesperado aunque muy trabajado que le llega a la pucelana a los 30 años. 

«El año pasado quedamos segundas en la Copa del Mundo pero no pensábamos ganar. Nos conformábamos con un tercer puesto. Ya en la primera ronda de este Mundial quedamos quintas y vimos que las cubanas iban muy fuertes, pero que el resto estábamos más igualadas. En la final salimos a dar desde el principio todo lo que pudiésemos y aguantar hasta el final», comenta.

La estrategia salió perfecta. Las españolas, con un tiempo de 43.88, se impusieron por una centésima a las cubanas Yarisleidis Dubois y Katherin Segura, las grandes favoritas. «Pregunté al final si habíamos ganado. Yo no sabía si habíamos sido oro o plata, pero María me dijo: ‘¡Campeonas del Mundo!’. No sé cómo lo vio. Hasta que no vi a toda la grada aplaudiéndonos, no me lo creí».

La gran salida cimentó el triunfo. «Fuimos a tope desde el principio y a los 50 metros ya vi que teníamos distancia con las cubanas. Luego fueron recortando, pero nos salió bien la estrategia, aunque fuimos muy parejas y al final lo pasamos mal».

Esta victoria, la primera de Patricia en una gran prueba internacional, toma un valor doble. Porque no sólo ha vencido a sus rivales en el agua. También ha doblegado a la federación, que la dejó sin pareja y lugar de entrenamiento el año pasado, cuando aprovechó la pandemia para presentarse a los últimos exámenes de su carrera de psicología, algo de lo que ya había avisado y obtenido permiso. 

En tiempo récord y pese a haber quedado por poco fuera de los Juegos Olímpicos de Tokio, Patricia ha armado un dúo aún mejor con María Corbera. «En el campeonato de España, hace poco más de dos meses, estaba un  poco perdida y me dije que lo dejaba, pero como habíamos conseguido plaza para el Campeonato del Mundo, me animaron a ir. Entrené con todas las ganas para demostrarme a mí misma que podía. Si alguien tiene que decir que ‘sí se puede’ soy yo, no los demás».

Y pudo. Vaya si pudo. Ahora está muy animada para seguir y continuará entrenando en el club que es su vida: el Cisne. «Esto me ha dado un impulso muy, muy fuerte. Tengo una gran compenetración con María porque pasó por lo mismo que yo. Su club, el Aranjuez, dijo que o la perdían, o la echaban adelante. Y mira dónde hemos llegado las dos. Creo que por eso tenemos una complicidad que nos ha reforzado mucho a ambas».

La campeona mundial no piensa en ejercer como entrenadora cuando cuelgue el remo, pese a tener una fructífera experiencia como técnico de base. Sus pasos estarán encaminados hacia la faceta mental del deportista. La que también le llevó a tambalearse como competidora cuando las lesiones la cercaron.

«Después de lo que pasé con el equipo nacional y con otros problemas, estoy enfocando mi futuro al campo psicológico deportivo, aprovechando así mis estudios. Me gustaría dar apoyo de este tipo al deportista. Me he dado cuenta de que lo mental es muchísimo más importante que lo físico, el entrenamiento. Lo hemos visto en los últimos Juegos y yo también  me sentí en algún momento afectada y menospreciada. Fue muy duro», finaliza Patricia sin perder esa sonrisa que le ha permitido metabolizar las zancadillas acuáticas que se ha encontrado en su camino para convertirlas en oro. De ley.

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