FÚTBOL / REAL VALLADOLID
Pucela: así se forjan los ascensos
Los de Pacheta se sobreponen a la pronta expulsión de Weissman y a un penalti en contra parado por Roberto para ganar con autoridad al Lugo / El israelí y Toni marcan los goles
Toda guerra ganada deja para el recuerdo un puñado de batallas capitales para la victoria final. No tienen por qué ser las más sangrientas. Ni las que registraron menos bajas. Ni siquiera las que sirvieron para conseguir más territorio. Son aquellas que marcan el carácter ganador de un ejército. Las que suponen un punto de libro en el devenir de la contienda.
Es la bandera de barras y estrellas levantada a coro en Iwo Jima. Es Bailén, cuando las tropas españolas derrotaron por primer vez en su historia al ejército napoleónico. Ni la Segunda Guerra Mundial ni la Guerra de la Independencia se ganaron ese día, pero los vencedores sintieron entonces que podían conseguir su objetivo.
El Real Valladolid no ha ascendido en Lugo. Ni ha escrito un partido para los amantes del fútbol como rama de la poesía. Sin embargo sale del Anxo Carro con la sensación de candidato serio al ascenso, y no sólo por cotización de sus jugadores, estadísticas y demás derivados matemáticos.
Lo es porque gana sin la obligación de bordar el fútbol. Porque supo matar a la primera. Porque sabe sufrir. Porque se rehizo tras unos minutos de zozobra al quedarse con diez por expulsión de Weissman, tras parar Roberto un penalti bien tirado. Porque en la segunda parte no se dedicó a mamonear con el resultado sino que, sin dejar de defender, siguió percutiendo en ataque, hasta marcar Toni el 0-2 y ver anulado al final el tercero por una falta previa de la que el pésimo Sagués se enteró al visitar el VAR para ver si había fuera de juego en el tanto de Alcaraz.
También es candidato porque tiene un entrenador que se entera de lo que pasa en el campo y sabe hacer los cambios para que el partido vaya por donde él quiere. Porque una plantilla con tres amistosos pelaos ante de lanzarse a la competición, con jugadores buscando salir, con otros que no quieren hacerlo y con fichajes pendientes, lleva 7 puntos de 9, con dos partidos fuera.
Y, por supuesto, lo es porque ha encajado un gol en tres partidos (pese a jugar a la ruleta rusa en la primera parte con el Zaragoza) y porque lleva cinco goles, marcando en todos los choques. Nadie supera su +4 en diferencia de goles.
Esto no ha hecho más que empezar y, cuando parecía que el rodaje podía pasar factura anímica y deportiva con el mercado abierto, el Pucela se ha puesto de 0 a 100 en menos tiempo que nadie, excepto el vecino de Ponferrada. La sensación de estar en lo alto cuando aún queda mucho por trabajar y además se va por el buen camino es desconocida desde hace años.
El sesgo del partido lo marcó el Pucela, con Sagués intentando robarle protagonismo. Los castellanos, con la novedad de Alcaraz por Sekou, se adelantaron el minuto 11 tras un gran servicio diagonal de Mesa a Weissman. El israelí se desmarcó con unos pasitos hacia la izquierda evitando el fuera de juego, y enchufó de empalme cruzado a la red con la pierna zurda, en teoría la mala. Qué fácil parece el fútbol cuando juegan los buenos.
El Pucela controlaba el juego con Mesa plenipotenciario en la medular. Sólo vivió un susto por medio de Joselu, que remató al aire solo en el área.
Todos los de Pacheta trabajaban en defensa. Weissman, siempre a full, se pasó un poco de frenada y metió la suela de la bota encima de la de Canella, pero a ras de césped. El rojiblanco desplegó el abanico habitual de la tragedia griega con que en España se adornan los futbolistas entrados en falta. Sagués picó. Roja directa.
La expulsión dejó tocado al Pucela, que perdió el orden y se metió atrás. Mesa fue a despejar de espaldas al área y el balón le dio en la mano. En el neofútbol, penalti. Al filo del descanso. Joselu anguló bien el tiro desde los once metros, abajo a la izquierda de Roberto. El meta fuenlabreño adivinó la trayectoria y sacó una mano excelsa para salvar el gol.
Y entonces la moral cambió de bando.
En la segunda parte el Real Valladolid supo guarecerse sin renunciar al ataque. Entraron El-Yamiq por un tocado Olivas y San Emeterio por Plano. El Pucela ganó cuerpo defensivo, el Lugo se echaba al ataque y en una contra Toni se metió entre un bosque de defensores locales. Cuando parecía perder el balón en el revoltijo, logró meter la punterita para que el cuero entrase llorando. 0-2 con uno menos.
El Lugo no logró encajar este segundo directo tras el del penalti fallado. Los cambios de Albés apenas aportaron nada. Sólo inquietó con un gol bien anulado a Barreiro por fuera de juego. No lo fue el de Alcaraz en el 94. La revisión, en principio por orsay, sirvió para que el perdido Sagués sacase amarilla a San Emeterio por una falta previa de la que ni se había enterado. Era el minuto 94. El partido duró hasta el 99 pero el Lugo sabía que era imposible marcar. Era el día para que el Pucela plantase profunda la enseña albivioleta en el Anxo Carro. Allí donde comienza a ondear con fuerza, mecida por los aires del éxito.