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Roto por el medio

La pérdida del centro del campo hizo demasiado ‘largo’ al Pucela y favoreció el ataque eibarrés, con muchos espacios / La falta de remate llegó esta vez por la ausencia de creación

El azulgrana Escalante impide que el blanquivioleta Alcaraz progrese con el balón, ante la presencia de su compañero Calero.-J. M. LOSTAU

Publicado por
Arturo Alvarado
Valladolid

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Un equipo a veces no juega mal por sí mismo. Tiene que darse también una buena actuación del rival. Pero ayer aterrizaron ambas sensaciones sobre el mojado césped de Zorrilla. El Éibar supo cortocircuitar la sala de máquinas pucelana y los locales en muy escasos momentos supieron arreglar una avería que se saldó con un empate como mal menor. Pudieron ganar con los dos disparos de Verde, marca de la casa, y con esa ocasión madrugadora del romo Ünal, pero hubo más ocasiones para que los vascos ganasen. Tiraron 16 veces puerta por 9 de los locales. La diferencia es aún mayor en disparos entre los tres palos: 6 a 1.

Al Real Valladolid le sorprendió de entrada la presión alta del Éibar. Ni se la esperaba ni supo zafarse de ella en mucho tiempo. Mendilibar y su equipo técnico tenían muy bien estudiado al rival y los armeros ensuciaron muy bien esa salida de balón local.

La respuesta del mediocampo fue inesperada e ineficaz: lejos de abrirse y moverse escalonadamente para recibir el balón, superando esa primera línea de presión y enhebrando el ataque, Míchel y Alcaraz se juntaron a la defensa para recibir de espaldas a la portería guipuzcoana. El resultado fue que, tras darse la vuelta, estaban rodeados por el triángulo de la medular formado por Jordán, Diop y Escalante. El Éibar se hizo con el eje del campo por superioridad numérica y táctica. Luego entró Toni para ayudar, a costa de perder llegada.

Porque el Real Valladolid se convirtió en un equipo largo en el que los pases arriba eran previsibles y por tanto fácilmente neutralizables por un rival que, crecido y a gusto, ejerció otra de sus especialidades: los cambios de juego.

Esos huecos en el campo no vistos hasta ahora en la Liga favorecieron los pases de banda a banda azulgrana, que cogieron casi siempre mal basculado al Pucela.

Orellana se pudo poner las botas en la primera parte, al igual que Jordán en la segunda, al entrar en esa tierra de nadie en que se convirtieron las bandas y la medular, con los mediocentros locales encastrados en la defensa.

A Plano aún le falta ritmo. Toni y Suárez tampoco tuvieron su día, bien marcados y desasistidos. Pero lo intentaron más que un Ünal improductivo con creciente tendencia a la melancolía. Verde fue el rayo de esperanza que rescató al equipo de su tediosa velocidad. Su entrada y la expulsión de Arbilla cambiaron el escenario, pero no lo suficiente. Quizá el papel ideal del acelerado Verde sea el de revulsivo, pero se está ganando la titularidad.