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REAL VALLADOLID-HUESCA (OPINIÓN)

Ponerse estupendos

Publicado por
Redacción de Valladolid
Valladolid

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A Cantatore le echaban en cara durante su segunda etapa en el Real Valladolid el exceso de marcadores cortos, lejos de la exuberancia de esa temporada 85-86, en la que entrenaba a tipos como Yáñez, Aravena, Minguela, Gail, Moré, Jorge o Eusebio. ‘Sólo gana por 1-0’, se decía. Hasta que un día el chileno se hartó en la sala de prensa. «¿Quieren que ganemos por más goles y que haya espectáculo? Pues consigan que me traigan a jugadores como los de la primera etapa. Si no, el que quiera espectáculo que se vaya al circo», dijo. No se volvió a hablar del asunto.

No me tengo precisamente por un suave. Ese tipo de periodistas que van repartiendo vaselina para evitar los roces y que prefieren callarse las noticias si levantan ampollas. Más bien creo que, si no molestan, se llama publicidad. Pero creo que transitamos territorios movedizos si focalizamos el encuentro de ayer en los errores del equipo (que los hubo, sobre todo tras el tanto anulado), en sus lagunas (que existieron) y en cierto abuso de un estéril preciosismo individua- lista para culminar algunas jugadas (que fue evidente).

Para mí las noticias fueron que el Real Valladolid encadenó tres victorias seguidas en Primera División, lo que fue incapaz de lograr durante temporadas en Segunda; que lleva sumados 10 de los últimos 12 puntos; que cuando acabó el partido ocupaba puesto europeo y que hay que sudar tinta para meterle un gol, exceptuando el aciago comienzo de Vigo, al que supo de todas formas dar la vuelta.

Y todo esto, siendo el último equipo en incorporarse a Primera (los dos que subieron de forma directa son colistas), contando con el presupuesto más bajo de la categoría y la cifra más reducida para el pago de plantilla y técnicos. Incluso por debajo del Málaga, que está en Segunda.

Son detalles importantes a tener en cuenta para no ponerse campanudos tras ganar sólo por la mínima. Las primeras preguntas a Sergio fueron destinadas a aspectos negativos del equipo. Y parte de la afición mostró excesiva frialdad en los momentos de tribulación, cuando el neutralizado 2-0 dejó al equipo como si hubiese recibido un gol.

Siempre hay que pedir más. El entrenador, la grada y la prensa. Es la esencia de la evolución humana. Pero no hay que olvidar un aspecto fundamental: el criterio. No es lo mismo exigir al Pucela cuando era uno de los mayores presupuestos de Segunda y navegaba por la parte tonta de la tabla, que cuando vive del salario mínimo en la fiesta de los opulentos. Lo comenté tras la derrota con el Alavés. Dolió, se pudo hacer más, pero había que conocer los límites de la plantilla.

Esto no quiere decir que el Pucela cuente con carta blanca ante cualquier error. La crítica no sólo es necesaria, sino imprescindible. Simplemente se trata de valorar lo bien que lo hace para lo que tiene. Lo que divierte y lo eficaz que es. Por cierto, el Valladolid fue décimo en ese gran año de Cantatore. Ahora va séptimo, cerca del líder.

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