El Pucela se desmelena

Zorrilla es un fortín. Tenerife, Granada y Córdoba lo han comprobado. Al Valladolid no le tose nadie en su casa. Es cierto que no le valió la fulgurante reacción tras el descanso frente al Barcelona B en la primera jornada de Liga pero después ha construido una muralla que nadie es capaz de derribar. El 4-1 frente al Córdoba se queda demasiado corto. Lo más justo hubiera sido un 8-1 o un 9-1. No se registró ese marcador por los deméritos de los blanquivioleta, que desaprovecharon varias ocasiones clarísimas. El Valladolid fue muy superior ante un Córdoba muy blando y el 3-0 en el minuto 35 ayudó muchísimo. Los tres primeros lanzamientos a puerta se convirtieron en otros tantos goles. Primero marcó Iban Salvador tras una jugada de crack, después lo hizo Óscar Plano con un gol olímpico y a continuación Mata amplió su casillero particular. El partido estaba roto y faltaban por disputarse 55 minutos y el tiempo añadido...

El Pucela se desmelena. Y lo bueno de este nuevo triunfo es que llega con una extraordinario valor añadido porque se produce sólo seis días después de una derrota. El Valladolid hizo méritos para traerse al menos un punto de El Alcoraz y lo mejor que puede decirse ahora mismo es que esa derrota está totalmente curada. No fue más que un tropiezo en este arrollador inicio de Liga, al que se suman dos partidazos de lujo en la Copa. Este Pucela sabe a lo que juega.

Otra virtud del Valladolid es su paciencia. Sabe madurar los partidos. Da la impresión de que los jugadores están fríos en los primeros minutos pero se desatan a medida que avanza el crono. Hay que reconocer, no obstante, que el Córdoba fue el sparring idóneo para que los hombres de Luis César se dieran un baño de autoestima. Iban Salvador abrió el marcador tras romper la cintura al central que le cubría. Es su tercer gol de la temporada. Óscar Plano se sumó a la fiesta con un gol olímpico. Le pegó al balón con efecto al lanzar un córner y los centrales y el meta Kieszek sólo acertaron a verlo junto a las mallas. Mata aprovechó su magnífico olfato para registrar el sexto gol en su casillero (la pasada campaña metió 5, fundamentalmente porque actuaba en una demarcación que no era la suya y porque vio muchos partidos desde el banquillo). Con Luis César todo es diferente. Juega en el puesto que más rinde, interviene más en el juego y es un hombre feliz. El Valladolid lo nota.

El partido estaba prácticamente liquidado en el minuto 35. El Córdoba no jugaba a nada, apenas veía el balón en el centro del campo y se veía desbordado una y otra vez. El Valladolid no necesitó que los extremos fuesen esos aviones que quiere el entrenador. Su fútbol arrollador tuvo el origen en el centro del campo, en la magnífica conexión que estableció Luismi con los jugadores de ataque y en el buen hacer de Iban Salvador y Mata ante una frágil defensa. Obviamente el Córdoba facilitó el trabajo pero eso no debe empañar ni la calidad ni el fútbol certero del Valladolid. Fue tal la superioridad que Masip vio el primer tiempo como un espectador más.

El Córdoba aprovechó uno de los pocos despistes en la zaga para acortar distancias pero el 3-1 (minuto 51) no alteró el guión del partido. De hecho, los cuatro ataques posteriores tuvieron como escenario el área visitante con dos rápidas internadas de Gianniotas y Ángel -sustituto ayer de Nacho en el lateral izquierdo-, un remate desviado de Borja y otro de Óscar Plano que blocó Kieszek. Luismi cerró el marcador al culminar un centro de Mata y el Valladolid buscó más goles. El Córdoba se quedó en inferioridad numérica tras la expulsión de Edu Ramos por dos amarillas (minuto 54) y el partido terminó siendo un monólogo. En el último cuarto de hora se produjeron hasta seis ocasiones claras del Valladolid para lograr una goleada de escándalo pero la puntería de los jugadores no estaba afinada y el meta visitante también contribuyó al detener y desviar dos lanzamientos de Gianniotas y otro de Cotán.