Diario de Valladolid

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Zorrilla se desangra

La afluencia ante el Córdoba fue la peor de la temporada, excepto la registrada el día de Reyes frente al Reus / El equipo pierde unos mil espectadores cada año tras el descenso

Dos espectadores, durante un partido del Real Valladolid esta temporada.-PABLO REQUEJO (PHOTOGENIC)

Dos espectadores, durante un partido del Real Valladolid esta temporada.-PABLO REQUEJO (PHOTOGENIC)

Publicado por
Arturo Alvarado
Valladolid

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El estadio Zorrilla lleva camino de convertirse en un mar de butacas devoradoras de sus habitantes y que no paran de extenderse. Parece el guión de una peli de serie B de ciencia-ficción, pero el avance del blanco y violeta en los partidos del Real Valladolid es tan constante como incontenible.

El peligro de desertización es real. Si el Sáhara crece 800 metros al mes, el coliseo pucelano pierde unos mil espectadores al año, desde el descenso. La horquilla entre 9.000 y 10.000 del año de Rubi se transformó en 8.000 y 9.000 con Garitano, Portugal y Alberto. Esta temporada, con Herrera, las cifras están entre 7.000 y 8.000.

Pero se puede bajar más. El partido frente al Córdoba, en el que el conjunto pucelano estaba obligado a ganar para no desengancharse de la lucha por acceder a la zona de promoción, registró la afluencia de 6.690 espectadores. La peor de toda la temporada, excepto esa puñalada trapera de la LFP y las teles, fijando el choque frente al Reus a las cuatro de la tardedel día de Reyes. 5.571 incondicionales vieron el 1-0, con gol de De Tomás.

La mejor entrada de la Liga nunca ha firmado cinco dígitos. Ni siquiera los 9.000 espectadores. Tuvo lugar el domingo 26 de febrero frente al Lugo. 8.899 asistentes poblaron las gradas. El Real Valladolid afrontó ese partido en séptima posición, a dos puntos de la promoción y con seis victorias y un empate en sus últimos diez encuentros. La afición estaba ilusionada, llegaba la hora de la verdad en la Liga y parecía que el número de espectadores iría a partir de entonces in crescendo.

Castellanos y gallegos empataron, aquellos perdieron la semana siguiente en Huesca y la visita del incontestable líder Levante dejó 8.563 ocupantes. No fue un patinazo ni una excepción. La siguiente cita en Zorrilla, frente al Nàstic, convocó a 7.289 personas. 1.274 menos. El choque del domingo ante el Córdoba ha supuesto el actual suelo, excepto el citado engendro del día del Reus. Los 6.690 asistentes no sólo suponen la pérdida de 599 respecto al partido anterior, sino que se franqueó la barrera psicológica de los 7.000.

El momento de mayor desafección de la hinchada pucelana se da cuando el equipo está más necesitado del apoyo de los suyos. Ésta es la causa por la que el club ha decidido impulsar unas iniciativas, aún por desvelar, para incrementar el número de espectadores de cara a las dos citas consecutivas en Zorrilla, los sábados 22 y 29, frente a Elche y Numancia. Son encuentros vitales para que el conjunto de Herrera no se desenganche de forma definitiva de la lucha por la disputa de la promoción.

Las causas de la desertización de Zorrilla son variadas. No valen las excusas del excesivo frío, el mucho calor, las vacaciones, el día laborable, que haya una celebración de calendario o que esté muy lejos, porque ni la climatología ni las distancias cambian y hasta hace poco había más gente que butacas.

Lo que provoca el colapso es la escasa calidad del juego y los pésimos resultados deportivos en el último cuatrienio, desde la era JIM. Pero, sobre todo, la escasa identificación de la afición y la ciudad con el equipo, por encima de sus resultados. Cuando seguir unos colores depende de los marcadores, se está ante una relación diferente a la de los hinchas que abarrotan el estadio, aunque acaben todos los partidos pitando a su equipo.

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