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Publicado por
Arturo Alvarado
Valladolid

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Los americanos no son tan tontos como a algunos le gusta pintar. La mayoría de las veces, cuando los demás vamos, ellos ya han venido y están sentados trabajando.

Las estadísticas no se inventaron en Estados Unidos pero allí las manejan como nadie. Sobre todo en el mundo del deporte. Y existe una que es capital para la competición: el porcentaje de aciertos en los últimos minutos, según sean decisivos o para la basura. Por ejemplo, existen en el baloncesto NBA jugadores tramposos que se dedican a engordar sus cifras tirando todo lo que pillan en partidos ya rotos, a favor o en contra, y con defensas relajadas. Y hay otros que son a los que siempre se busca cuando el equipo se la juega. El que debe hacer el triple, el pase o el tapón de la victoria en los últimos segundos. Son de una raza especial. Hay jugadores igual de certeros que ellos, o incluso más, durante los partidos. Pero fallar en el momento clave. Porque no son tan fríos.

Sí, esto va por el penalti de Mojica. Nadie en su sano juicio puede exigir en deporte el cien por cien de efectividad, y menos en condiciones de presión. Si han fallado penaltis Maradona o Pelé, y no digamos Messi, no vamos a pedir al colombiano una excelencia a la que sólo se ha acercado Víctor, entre los habitantes del universo blanquivioleta. Los platos los rompen quienes los friegan.

Pero esto no va de Mojica, sino de Portugal. Lleva diez días al frente del equipo. Quizá sea poco tiempo para evaluar el carácter de sus jugadores, pero para eso cuenta con asesores de todo tipo que los conocen de sobra. El míster puede elegir a quien quiera para ejecutar la plena máxima, pero no con la explicación de que metió todos en un entrenamiento.

Extraña que habiendo sido jugador de élite y siendo estudioso del fútbol, no calibre la diferencia entre tirar desde los once metros sin presión alguna a hacerlo jugándote dos puntos y en época de crisis. Mi opinión, sin querer sentar cátedra, es que en el fútbol todo es entrenable, menos el penalti. Nunca se va reproducir en las sesiones diarias el caldo de cultivo que el tirador encuentra en el campo. No es un tiro libre de baloncesto, que se puede mecanizar porque el aro es el mismo y no hay nadie estorbando. Y aun así, a algunos se les convierte en un anillo cuando se juegan la victoria.

Es posible que otro jugador hubiese mandado el balón a las nubes o hasta que hubiera levantado el césped. Y que la elección de Mojica se apoyase en su gol y en el balón al poste. Aunque su forma de coger el cuero para lanzar el castigo indica que fue más un deseo que una planificación. Pero este tipo de acciones son para jugadores fríos, cerebrales. Los que miran al portero que ya estaba vencido y no le tiran el balón donde cae.

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