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REAL VALLADOLID

Suárez, presidente récord

Cumple catorce años al frente del club y supera a José Cantalapiedra, que se quedó a quince días de llegar a esa cifra / «Espero seguir otros catorce años... como poco», aventura el actual mandatario y máximo accionista

Carlos Suárez sonríe ante su trofeo más importante: la copa de campeón de Segunda División 06-07.-M.Á. Santos

Publicado por
Arturo Alvarado
Valladolid

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nicio de mayo de 2001. El Real Valladolid es una bomba a punto de implosionar. Ignacio Lewin, presidente con minoría accionarial, es ya incapaz de tripular una nave que hace aguas por todos los flancos. Su irreal política económica, preñada de números rojos, lleva a sus socios a apartarlo del poder. Por consenso, envían desde Madrid a un experto en reflotar empresas. Se llama Carlos Suárez.

Ni él mismo sospechaba entonces que batiría el récord de temporadas al mando del club, superando al héroe salvador de los años 30, José Cantalapiedra. Tampoco que sería su máximo accionista. El lunes se cumplieron catorce años desde que llegó al club y mañana los de su primera foto, en la que se dio a conocer para la afición. «Siempre digo que soy licenciado en Marca y diplomado en As. Me gusta todo el deporte. Soy un hombre de baloncesto pero ya sabía lo que era el Real Valladolid. Le había visto algunos partidos, aunque entonces no veía casi fútbol».

Desde el principio tomó todas las decisiones sobre la entidad, aunque su nombramiento formal se produjo el 12 de septiembre. ¿Vio su desembarco como un orgullo o un engorro? «Primero fue un trabajo, después pasas al cariño y luego a la pasión. Es un orgullo ser presidente del Real Valladolid. Nunca, ni en los peores momentos, me arrepentí. Este club se ha convertido en mi casa, mi vida y, últimamente, en mi proyecto».

¿Cómo se pasa del trabajo a la pasión? La receta es simple. «Creo en las posibilidades de este club, de esta ciudad y de esta Comunidad. Tengo compañeros en el Valladolid que llevan muchos más años que yo y me han transmitido este sentimiento. No me puedo quedar atrás».

Catorce años no son periodo suficiente para que Suárez muestre síntomas de cansancio. «Si la salud me acompaña, espero estar otros catorce años más... como poco. Ya digo que no es un trabajo sino un proyecto. Y no quiero abandonar sin haberlo conseguido».

¿En qué consiste su proyecto? «No quiero hablar de Europa ni de éxitos, pero sí de una estabilidad económica que nos permita algo más que la subsistencia a la que históricamente ha estado abocado el club. Podemos dar un salto cualitativo para instalarnos en la clase media de Primera».

Un sueño que hace décadas fue real y para el que el ascenso es obligado en esa lucha por deshacerse de los números rojos. «Con el nuevo contrato de televisión, los ocho años en los que podemos enjugar la deuda tras salir del Concurso pueden transformarse en cinco. Si seguimos en Segunda, al tercer año deberemos formar una plantilla de subsistencia para poder hacer frente a los pagos a Hacienda y Seguridad Social. El Éibar subió así, y este año Girona y Sporting están por encima de nosotros, pero no es lo habitual».

El otro gran asidero para garantizar el futuro es ese Valladolid Arena que parece asentarse en la Atlántida con los plazo de obra de El Escorial. «En dos años puede haber novedades. Estaremos preparados para el momento en que nos den el visto bueno. Seguro».

Suárez habló de una ampliación de capital para el momento en que el club abandonase el concurso de acreedores. Por ahora nadie se ha interesado. «No he tenido ofertas porque no vendo el club. Lo que busco es un compañero de viaje con muchos más recursos de los que yo pueda tener y que colabore en que el club crezca. Puede ser uno que incluso sea mayoritario o varios de diferentes tamaños».

El propietario de la entidad sorprende al asegurar que el Real Valladolid «nunca ha estado en peligro de desaparición por cuestiones económicas. Prácticamente ha vivido toda su vida así». Aun así, reconoce que su peor momento lo pasó con la entrada en el concurso. «Los salarios de empleados y jugadores siempre se habían respetado, pese a los retrasos. Pero al preparar la entrada estuvimos cinco meses sin pagar nóminas. Es lo peor que he pasado desde que llegué».

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