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REAL VALLADOLID

Cenicienta llega a palacio

Omar y Sastre sorprenden de forma grata e inesperada en las dos últimas victorias pucelanas / Parecían perdidos tras dos temporadas de escaso rendimiento

Omar y Sastre, con peto azul, durante un entrenamiento del Real Valladolid.-Pablo Requejo

Publicado por
Arturo Alvarado
Valladolid

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Fútbol, territorio abonado a la sorpresa. A ver quién sospechaba que el gol de la permanencia en la temporada 08-09 lo iba a marcar Aguirre, un argentino que pasó de puntillas por el Real Valladolid y que no hizo más tantos en todo el año.

La actual sorpresa blanquivioleta, y con mayúsculas, la han protagonizado dos jugadores que parecían perdidos para la causa después de dos años en periodo de hibernación. Se llaman Omar y Sastre. Aún es pronto para hablar de eclosión pero al menos han demostrado que el gen competitivo que parecía ausente de su ADN, existe. Porque de su calidad nunca se ha dudado. Sí de su aplicación práctica y su espíritu de lucha.

El caso de Omar es curioso. En las dos temporadas anteriores se ganó la titularidad durante muchas jornadas con Djukic y JIM, pero su juego enseguida aventó la condición de sobrinillo, inherente a los futbolistas que deben demostrar poco para ganarse el puesto.

Esta temporada comenzó prácticamente igual. Su juego no le hacía acreedor a la condición de habitual en el once inicial. Pero curiosamente pasó al banquillo cuando parecía entonarse y ser por fin ese extremo vertical que penetraba, regateaba y buscaba el balón, en vez de quitárselo de encima con pases en horizontal.

La suplencia, tapado por dos pesos pesados como Hernán y Mojica, debió espolearle. En sus últimas apariciones desde el banquillo mostró una punta de velocidad, capacidad de centro y de recuperación de balones, desconocidas hasta el momento. Cuando salió para jugar el último cuarto de hora con el Leganés se vio su hambre de fútbol. Y en Huelva, aprovechando la baja de Hernán, se reivindicó como extremo y como futbolista trabajador. Suya fue la recuperación con apertura incluida a Peña para que fusilase el 0-3.

Su gran mal es la falta de gol. En tres años sólo ha marcado uno, en la última jornada de su primer año y ante un Mallorca descendido.

Sastre siempre se ha caracterizado por dos facetas: su indiscutible sello de la Masia en el trato del balón y su falta de sangre para jugar en una posición tan exigente como el eje de la medular. Su condición de futbolista frío le llevó a ser uno de los jugadores que más entraban desde el banquillo con Djukic. Con JIM comenzó jugando pero su estrella se apagó.

Al igual que Omar, se barajó la posibilidad de que abandonase Zorrilla el pasado verano e incluso en el mercado de invierno, pero ningún interés fructificó.

Fue titular ante el Leganés por la sanción a Leão y la lesión (con perdón) de Timor. Formó una pareja prácticamente inédita en el medio campo con Rubio. Parecía que el rival se los podía comer por su presunta falta de físico, pero fue al revés. Ambos aguantaron perfectamente y comenzaron a tejer el fútbol que llevó al Real Valladolid a la victoria. Sastre por fin dejó de jugar en un ladrillo, como se baila el chotis, para llegar de área a área conduciendo, combinando y recuperando. En Huelva volvió a mostrar su mejor cara con un partido muy completo.

Los próximos encuentros dictaminarán si su mejora es temporal o duradera, pero da la impresión de que al menos Rubi ya tiene más variedad para escoger.

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