Diario de Valladolid
Publicado por
Arturo Alvarado
Valladolid

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La calidad manda en todos los órdenes de la vida. Incluso cuando parece diluirse por el sumidero de la eficacia mal entendida, acaba saliendo a flote, aunque sea al otro lado de la tubería. La calidad. Como la de Rubio, capaz de sustentar junto a Sastre un medio campo sin el músculo de Las Palmas pero con la creatividad que se presupone a la sala de máquinas donde se genera el fútbol. El Leganés es un rival diferente, pero siempre nos quedaremos con la duda de saber qué hubiese pasado en la isla con el riojano sobre el campo.

Rubio posee la rara virtud en el fútbol de hacer mejores a los que le rodean. Una consecuencia de un hecho capital: impide que se descoloquen. Siempre está donde hay que estar para tapar fugas o ayudar a construir. Hace mejor a un Sastre a menudo abúlico, impide que los centrales se aculen por hacerse el equipo largo y es el mejor conector con Óscar. Su gran socio. Al charro se le debe iluminar la cara cada vez que escucha la palabra ‘Rubio’ en el once. «¡Hoy sí!», podría exclamar. Los mejores momentos de Óscar suceden con Rubio en el campo.

La ovación con que el logroñés fue despedido al ser cambiado es muy significativa. Pero que nadie piense en que por fin se ha encontrado la fórmula magistral. No había más mediocentros disponibles, excepto la aventura de dar continuidad a Rueda en la zona y colocar a Herrero como central. Además, Rubi dejó bien claro que al medio centro del Leganés le venía bien el antídoto de dos técnicos como Rubio y Sastre, más que dos físicos como el lesionado Leão y Timor.

Siempre pensando en pelar los cables del rival más que en electrocutarle. Si el portugués, ayer lesionado, está a punto para Huelva, no apuesten al cien por cien por la continuidad de Rubio. También vuelve Samuel y Rueda podría ser pareja de Leão.

La calidad. La de Óscar. Puede perder balones, no recuperar ninguno, ser invisible durante muchos minutos y hasta víctima de un caño de los que él suele hacer. Pero es capaz de prolongar el balón de cabeza para el primer gol -por cierto, de Rubio- o aguantar al portero tras un gran pase en profundidad de Roger para ser víctima del penalti.

La calidad. La que le faltó al Leganés, muy bien colocado, dinámico, capaz de ganar a espalda a la defensa repetidas veces, pero completamente inoperante para resolver ante el portero o dar el último pase en el espacio o el momento precisos. Y cuando lo hizo bien, ahí estuvo Varas. La calidad. Un portero al que echaremos de menos si no se asciende, porque salvó dos o tres balones de gol.

Lo de Timor se lo dejo a ustedes. En unos países se le llamará listo y en otros, antideportivo. Esto es España, por lo que será un crack .

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