Diario de Valladolid

Real Valladolid

Oda al músculo

Rubi, siempre pendiente del rival, sacrifica la construcción en la medular para frenar a los centrocampistas de Las Palmas

Rueda persigue el balón por delante de un jugador de Las Palmas-Photo-Deporte

Rueda persigue el balón por delante de un jugador de Las Palmas-Photo-Deporte

Publicado por
Arturo Alvarado
Valladolid

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No fue una sorpresa sino un sorpresón. Rubi decidió dar entrada a Rueda como mediocentro, el puesto en el que se forjó como futbolista pero en el que hace mucho que no actuaba, perdiendo así los automatismos.

La alineación del extremeño no era una decisión más sino toda una declaración de intenciones que el entrenador confirmó en la rueda de prensa. Buscaba «músculo, gente fuerte», para igualar la fuerza de Las Palmas en la medular.

De nuevo, y por enésima vez, el Real Valladolid se adaptaba al rival, en vez de optar por crearle problemas con su calidad y una forma definida y legible de juego, patrón de cualquier equipo que aspire a una personalidad propia.

El experimento salió a medias. Los canarios no construyeron, pero a costa de que tampoco lo hiciesen los castellanos. El partido discurrió con balones en profundidad y un juego por las bandas en el que Mojica y Hernán debían ser las estrellas. Sólo brilló, y tampoco de forma refulgente, el paraguayo. El colombiano está a medio gas después de su viaje con la selección y su lesión.

El eje Rueda-Timor dio destrucción y trabajo pero nula creación, como era de prever. Difícil verlos en alguna acción ofensiva. Óscar, como también era imaginable, se perdió sin ayudas ni líneas de pase. Roger, mucho más móvil, bulló por toda la zona de ataque y buscó el gol, que llegaría de rebote.

Hernán fue el otro referente ofensivo. Luchó y desbordó, pero no encontró más socio que Roger en sus acciones. Mojica, queda dicho, está muy lejos de su nivel.

De nuevo los cambios no ayudaron sino que deshicieron. Con ambos equipos cansados, se esperaba por fin la aparición de Rubio. Agua. Omar, Jeffren y Mojica no aportaron absolutamente nada. Tampoco se vio ninguna acción desde el banquillo que ayudase a cambiar el devenir del encuentro. Todo muy lineal pese a la notoria mejoría pucelana de la segunda parte y esa mala suerte en el gol encajado.

El encuentro deja dos perdedores y se puede observar desde dos puntos de vista. Si el referente son las cuatros últimas salidas con derrota y la pésima imagen mostrada en ellos, hay motivos para la esperanza.

Si la vara de medir la dan la necesidad de ganar para no descolgarse del segundo puesto y la obligación de profundizar en una idea propia de juego, con constancia, rocosidad y eficacia, seguimos a la espera, otra semana más. Y el ascenso ya está a seis puntos.

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