Diario de Valladolid

Tres segundos

La raza, un don con efecto multiplicador

Publicado por
Guillermo Velasco
Valladolid

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En tiempos en los que la calidad parece haber quedado como un producto de gourmet enlatado solo al alcance de los llamados clubes pudientes (por otra parte una especie en claro estado de extinción), la raza, la brega y el corazón, cualidades que otrora tenían un papel secundario, salen a colación como virtudes de los pobres. Esos jugadores que no dudan de tirar con orgullo de ‘testiculina’ para igualarse ante sus rivales, tienen hoy un papel relevante. Peones conviviendo y luchando sin complejos entre alfiles, torres y reinas. Jugadores como Sergio de la Fuente, que gracias a su tesón y hambre por demostrar que en el baloncesto actual hay cabida para ‘creyentes’, son capaces de desafiar a la lógica. Esa raza desbordada capaz de multiplicar a la enésima potencia sus limitados recursos (un pívot pequeño en un mundo de gigantes) le ha llevado, de puntillas y sin hacer ruido, a erigirse en uno de los jugadores más determinantes de la LEB-Oro.

Y lo hace después de haber vivido en el exilio (en la Liga EBA junto a sus amigos de la UVa). Y lo hace después de haber tocado con las yemas de sus dedos la fama de la ACB con un contrato, hoy para muchos, para todos, millonario. Pero Sergio de la Fuente no es el jugador que decidió hace unos años romper un contrato garantizado pensando que todo el monte era orégano. Su corazón, moldeado y blindado por la cruda realidad de la vida, le ha convertido en un todoterreno a prueba de bombas capaz de sujetar o, como poco, disfrazar las carencias del equipo. Ese tipo de jugadores con un perfil similar al de Sergio de la Fuente afloran y han dado un paso al frente en tiempos en los que la maltrecha economía no permite a los clubes ni grandes, ni siquiera pequeños dispendios. Pero lo más loable de este vallisoletano con genes de lucha (los heredados de su padre Félix de la Fuente) es que no le importa cargar con la responsabilidad de liderar al equipo. La confianza ciega depositada en él por Porfi Fisac, maestro a la hora de llevar las riendas de un jugador proclive a desbocarse por esa sangre en estado de efervescencia que fluye por sus venas, le ha llevado a firmar la pasada jornada una actuación merecedora del MVP (jugador más valorado de la Liga).

Y lo ha hecho con los bolsillos vacíos, como sus compañeros, sin cobrar, ofreciendo su otra mejilla después de sufrir una y otras bofetadas. Sergio de la Fuente puede ser la reencarnación de Lalo García, otro peón de la casa salido de un patio de colegio capaz de convertirse gracias a su tesón y empeño infinitos en estandarte del club y centro del equipo por su peculiar forma de ser.

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