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Tres segundos

Orgullo vallisoletano en el exilio

Publicado por
Guillermo Velasco
Valladolid

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Como si de la Guerra Civil se tratase vallisoletanos con la etiqueta de ilustres o ‘maestros en lo suyo’, en este caso en la rigurosa materia deportiva, se ven obligados por exigencias del guión a triunfar y buscarse las habichuelas lejos de su Valladolid natal. Unas exigencias del guión que no son otras que esa crisis económica que ha quitado la privilegiada condición de embajadores de la ciudad en el extranjero a nuestros equipos de elite. Uno no deja de recordar cuando no hace mucho tiempo el nombre de Valladolid era llevado por Europa con orgullo por nuestros equipos de fútbol, baloncesto, rugby y sobre todo balonmano. Pero ‘Don dinero’ y sobre todo la cruda realidad devolvió a estos embajadores a un estado de hibernación que viendo la situación de Real Valladolid, CBValladolid y Atlético Valladolid, los tres grandes embajadores (con permiso de El Salvador y su loca pero valiente aventura europea de la presente campaña) se prolongará durante varios años.

Ante esta tesitura el orgullo colectivo da paso al orgullo individual representado en ‘vallisoletanos ilustres’ capaces de triunfar en el exilio a miles de kilómetros de distancia. En el periódico de hoy destacamos al siempre osado y políticamente incorrecto Paco García, un entrenador capaz de llevar su dogma a Brasil donde ha conseguido poner en el mapa el nombre de su Valladolid natal gracias a los logros de catapultar del anonimato a primera línea de batalla al Mogi das Cruzes. Lo mismo ocurre con otro ‘sabio’ del baloncesto vallisoletano, el incansable Gustavo Aranzana, que repite experiencia en Venezuela al frente del Trotamundos de Carabobos que ha llevado a la ronda semifinal de la Liga de las Américas (la equivalente a la Champions en Europa). Dos entrenadores vallisoletanos errantes que, por unos motivos u otros, nunca fueron tratados con equidad y justicia en su casa, posiblemente por ser de Valladolid.

Si cambiamos de deporte, al balonmano, otros dos maestros, Juan Carlos Pastor y su alumno más aventajado, Raúl González, también demuestran que sus hazañas conseguidas en los desparecidos BMValladolid y Atlético de Madrid no fueron fruto de la casualidad. Al frente del Pick Szeged de Hungría y Vardar Skopje de Macedonia, respectivamente, no hacen si no con sus gestas (Pastor ya fue campeón de la EHF la pasada campaña) agrandar más sus leyendas convirtiéndoles, por méritos propios, en modélicos embajadores de la ciudad en el continente.

Mención aparte tiene Manuel Retamero, un quinto jinete en el exilio, con su experiencia en la selección en Bahrein tras su aventura en Trípoli (Libia) el pasado año.

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