Un equipo que habla en la cancha

El MyWiGo Valladolid dejó claro en el amistoso disputado en Zaratán con motivo del recuperado Trofeo Diputación que quiere ‘vivir’, que quiere seguir en pie luchando por una causa que en otros estamentos del club, los de los despachos, no lo tienen tan claro. Su forma de jugar en la tarde de ante el Bucaneros de la Guaria de Venezuela, un equipo ‘fabricado’ a golpe de talonario (Luis Guil como entrenador, Pete Mickeal, Hernández Sonseca, Hornsby, Coronado...) para luchar por el título en Venezuela y acceder a la Liga de las Américas, es la mejor prueba de que está hecho de otra pasta. Aparcado en su subconsciente quedó el hecho de que no puedan cobrar al día (dos mensualidades pendientes) y el hecho de que el futuro del club siga pendiente de ese hilo llamado subvención bloqueado desde el Ayuntamiento.

Y aún con las limitaciones deportivas conocidas (sin un pívot de referencia) a las que se unió la baja de un jugador del peso específico de Javi Lucas, el equipo rinde, el equipo de Porfi habla, vuelve a hablar sobre la cancha. Y no lo hace susurrando, ni mucho menos, sino haciéndolo en voz alta dejando claro su hambre y sobre todo su implicación y apuesta por un proyecto conectado a la UVI. El MyWiGo Valladolid volvió a dar una lección a todos. Jugadores ‘mileuristas’ euros partiéndose la cara como si la vida les fuera en ello ante ‘millonarios’. El equipo de Porfi no solo supo plantar cara a un adversario de muchos más kilos (físicos y dinerarios) sino que lo dejó en evidencia con un baloncesto, rápido, práctico y aguerrido donde peones como Sergio de la fuente o Mikel Uriz son capaces de rendir como si de torres o damas se tratara.

El tablero de Zaratán descubrió a un MiWiGo Valladolid dispuesto a comerse el mundo a pesar de ser un simple partido amistoso. Pero el equipo de Porfi está hecho de otra pasta pujando por la victoria desde el salto inicial ante un Bucaneros en estado de rodaje (está en pretemporada) apenas sujetado por la calidad de Mickeal y la fuerza descomunal de Juan Coronado en el poste bajo.

Sergio de la Fuente enseñó el camino del triunfo para luego Iván Martínez (muy acertado) y sobre todo Uriz, rubricarlo. El 26-8 del último cuarto dictó sentencia y no dejó lugar a dudas pese a la teórica (solo teórica) inferioridad física y mental de los vallisoletanos respecto al acaudalado conjunto venezolano. Un triunfo para creer (88-63).