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Locura en La Mancha

El Real Valladolid vence al colista Albacete pero acaba pidiendo la hora tras ir ganando 1-4 por su pésimo trabajo de contención

Mojica baila tras marcar el 1-4 y es felicitado por Óscar Díaz y Bergdich ante los gestos contrariados de los locales Diego Rivas y Gonzalo-LOF

Mojica baila tras marcar el 1-4 y es felicitado por Óscar Díaz y Bergdich ante los gestos contrariados de los locales Diego Rivas y Gonzalo-LOF

Publicado por
Javier Álamo
Valladolid

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El fútbol se volvió loco en territorio de Don Quijote. No podía ser de otra manera. En partidos como el disputado en el Carlos Belmonte, los que más hubiesen disfrutado son los aficionados imparciales a los que no les importa el resultado. Los que se lo pasaron en grande fueron los blanquivioleta que viajaron hasta Albacete. Sólo sufrieron en los diez primeros minutos y en los dos últimos. Vieron ganar al Real Valladolid, pero casi pidiendo la hora pese a ir mandando por un contundente 1-4 cuando el crono llegaba al minuto 54.

Es el peligro que entraña un partido cuando la diferencia entre un equipo y otro es abismal. El Valladolid cumplió el pronóstico. No podía dejar esta oportunidad. Será difícil que tenga otra similar. Los hombres de Rubi visitaban a un Albacete que está para irse de vacaciones y cargar las pilas: último clasificado, sólo 5 puntos en su casillero, no ha ganado en su feudo, la única victoria la consiguió a domicilio frente a un Betis que ese día (0-1) también se lo tomó con demasiada calma...

Ni siquiera el temprano gol de Rubén Cruz hizo dudar al Valladolid. Salió a por el partido desde el pitido inicial, buscó el balón con ansiedad y lo empezó a tener a partir del minuto 10. Hasta entonces, Rubi no se creía lo que estaba viendo. Los jugadores del Albacete atravesaban la línea divisoria como si fuera el pasillo de sus domicilios y aprovechaban el primer descalabro defensivo para marcar.

No fue un aviso. Timor intentó despejar, Samuel se quedó clavado en su sitio y Rubén Cruz aprovechó el regalo para abrir el marcador. Gozo en las gradas del Carlos Belmonte y voces en el banquillo visitante con Rubi atónito. El farolillo rojo había comenzado el partido revolucionado, mientras que el Valladolid parecía estar todavía realizando el calentamiento.

Pero la reacción resultó fulminante. Bergdich y Mojica comenzaron su recital y poco a poco fueron metiendo en su parcela a los defensas manchegos. Ambos probaron fortuna con sendos lanzamientos y Timor lo intentó a continuación al sacar una falta. Diego Rivas estaba batido y el balón pegó ligeramente en el poste y salió fuera. Más atinado estuvo Óscar. Bajó el balón ayudado con el hombro -los rivales pidieron mano- y estableció el 1-1 en el minuto 22.

A partir del gol comenzó otro partido. A los jugadores del Albacete les pesó como una losa. Vieron enfrente a un rival muy superior que le ganaba también en velocidad y en la precisión al tocar el balón. Sobre el césped del Carlos Belmonte ya no había un partido de fútbol, era un monólogo con un Valladolid hambriento de gol.

Diez minutos arrolladores del Valladolid dejaron al Albacete muy herido. Bergdich y Mojica dejaron al descubierto las numerosas lagunas del colista y le pusieron cuesta arriba el partido. Los dos extremos pusieron la guinda a su extraordinaria actuación en la jugada que dio origen al 1-4.

Mojica voló por la banda izquierda, centró al punto de penalti y Bergdich rompió el balón con un empalme letal. El partido había comenzado a las doce del mediodía pero al Albacete se le hizo de noche: 1-4 en el minuto 54 con un Valladolid de lujo.

Pero el cuento no terminó ahí. El inesperado giro que dio el partido estuvo a punto de costarle un disgusto al Valladolid en los últimos compases. Bergdich abandonó el campo en camilla en el minuto 58 tras recibir un fuerte golpe en el tobillo y su sustituto, Omar, no le dio al equipo ni la velocidad ni la eficacia necesarias para lograr una goleada de escándalo.

Pasó todo lo contrario. El golazo de Jorge Díaz en el minuto 60 cambió el panorama. El Albacete sacó su orgullo de paseo, aprovechó el bajón-relajación del Valladolid y pasó a dominar el centro del campo. Pero las limitaciones de los manchegos a la hora de acercarse a la potería de Javi Varas eran abrumadoras. La clasificación no engaña. El Albacete se puso a jugar con toda su alma pero era incapaz de crear peligro alguno frente a un Valladolid que miraba el cronómetro de reojo. El gol de Rubén Cruz en el minuto 90 llevó la intranquilidad al banquillo de Rubi. Ver para creer. Menos mal que ya no quedaba más tiempo.

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