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'QUIERO Y NO PUEDO'

«Se veían Cayetanos por Valladolid antes que en Madrid»

La periodista ponferradina Raquel Peláez presenta el libro 'Quiero y no puedo', un relato de «la historia de los pijos en España»

La periodista Raquel Peláez, autora de 'Quiero y no puedo'Pablo Zamora

Publicado por
Marta Gamazo

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A los once años, Raquel Peláez (Ponferrada, 1978) no sabía que podía ser un poco pija. Lo descubrió una tarde fría en su ciudad natal jugando al tenis. Eran los años 80 y los padres de esa generación acababan de descubrir el mundo de las clases extraescolares, a las que ella pidió con ilusión apuntarse. Fue entonces cuando, después de una mala tarde en la que no conseguía rematar ni una pelota, una de sus compañeras achacó su poco talento para el tenis a la vestimenta -lo que hoy sería el outfit- que había elegido, además de a la «extraña» marca de su raqueta. Aquel día, su compañera de tenis le dijo que iba mal vestida y volvió a casa llorando.

A pesar de eso, no solo es que no se considerara pija, sino que no quería serlo. «Había un auge importantísimo en muchos sitios del norte de España de las tribus urbanas. En Ponferrada, donde yo vivía, en concreto había una escena underground muy importante. Sentí que llamándome pija me estaban quitando el pasaporte para encajar con quienes quería estar realmente».

Ahora, ya convertida en periodista, la ponferradina presenta su nuevo libro ‘Quiero y no Puedo’, publicado por la editorial Blackie este año. En sus páginas, repasa la «historia de los pijos en España desde que comenzó la sociedad de consumo».

En la actualidad, la ponferradina sigue sin considerarse una persona pija. «Soy consciente de que tengo muchos elementos y he vivido según que cosas y situaciones que me hacen sospechosa de serlo y de ser vista así por los demás, pero personalmente no me lo considero».

Quizá en por eso que en su nuevo libro, ‘Quiero y no puedo’, Peláez hace un recorrido por la historia de los pijos en España, pasando por todos los conceptos existentes que han ido definiendo a esta tribu urbana con el paso del tiempo, desde los nobles hasta los Cayetanos.

Estos últimos se han colado incluso en una canción que la gente corea en fiestas por toda España. El cantante de la banda madrileña Carolina Durante, Diego Ibáñez, les define en su tema homónimo como «personas que votan al PP, escuchan a Morat y Taburete, llevan zapatillas Pompeii, van de vacaciones a sitios como Marbella o Ibiza, tienen una finca en Segovia, pelazo y estudian en la CEU San Pablo».

 

También son un meme en redes sociales y una de las tribus urbanas más populares, cada vez más numerosa, aunque su nacimiento es muy reciente. Peláez no describe a los Cayetanos de la misma forma que lo hace Ibáñez. «El fenómeno Cayetano es muy reciente en realidad. Hace 10 años no se veían ese tipo de personas por las calles. Sí que existía gente conservadora que vestía de una manera clásica, pero no definida con esta nueva estética», matiza.

La periodista profundiza también en su marcada estética y su capacidad para conseguir crear sus propias marcas utilizando solamente su estilo: «Se les reconoce muy bien por cómo van vestidos, también por el peinado. Usan prendas como los pitillos chinos, las camisas lisas o de rayas de Ralph Lauren u otras similares».

Este grupo social es, además, creador de marcas y tendencias. «Hay una oferta de marcas amplísima para los Cayetanos porque una característica que los define también es que crean sus propias marcas». Lo que definía a un pijo en Ponferrada en la juventud de la escritora era un patrón generalizado en toda Castilla y León. Los looks, tanto de hombres como de mujeres, estaban bien marcados si eran realmente entraban dentro del club de los pijos. «Estamos hablando de a partir de 1996, después de la primera victoria de José María Aznar. En los chicos había un look que recordaba al de un ejecutivo prematuro, llevaban traje de chaqueta. Las chicas llevaban perlas. Era también muy característico llevar el pelo con mechas o la barba en esa época».

De hecho, es clara en su opinión sobre el surgimiento de los ahora llamados Cayetanos en la comunidad, apuntando que las capitales de provincia fueron precursoras en su aparición, antes incluso que en la capital: «Es una comunidad autónoma donde tiene muchísima prevalencia la derecha y hay una estética precursora de la calle muy clara. Yo creo que quizá ya se veían Cayetanos por Valladolid o por cualquiera de las capitales de las provincias de Castilla y León antes que en Madrid incluso».

‘Quiero y no puedo’ ha llegado incluso a las manos de una de las figuras televisivas más conocidas, Jorge Javier Vázquez, que lo define en su blog con la palabra «magistral». Esta acogida del presentador badalonés es representativa de cómo lo ha recibido el público general, algo que le ha dado mucha tranquilidad, puesto que no quería que se malinterpretase el mensaje. «Me hizo mucha ilusión. Me da mucha alegría que haya sido acogido por los lectores con humor porque es un libro que no está hecho desde el odio de clase, así que no puedo estar más contenta».

En un momento en que se le pregunta hasta al propio presidente del Gobierno si se considera pijo -tal y como hicieron Mariang y Carlos Peguer en su podcast ‘La Pija y la Quinqui’-, Peláez cree que el significado real que alberga esa palabra es personal para cada ciudadano. «Creo que hay muchas formas de representar lo pijo y que la percepción de lo que cada ciudadano entiende por pijo es una cosa diferente. De manera que la respuesta es sí, pero con matices. Cada uno de nosotros tenemos una idea o una noción diferente de lo que es una persona pija».

En el proceso de elaboración de la obra, la periodista tuvo que realizar un gran proceso de documentación en el que fue clave pedir testimonios y experiencias a personas de generaciones y edades muy diferentes. Para ello, las diferentes perspectivas, experiencias y el vocabulario empleado han sido claves. «Para mi era muy importante incluir esto en mi labor de documentación. He contado con 15 personas anónimas que me han ayudado en este viaje. De hecho aparecen al final del libro. La horquilla de edades va desde los 25 años que tiene la primera hasta los 95 años que tiene la última con la que he hablado».

A pesar de dejar claro que el objetivo del estudio que hizo previo a escribir al libro no es descubrir lo que es realmente un pijo, la ponferradina reconoce que ha sacado muchas y diversas conclusiones con respecto a este grupo social. Preguntada sobre si pijo se nace, responde contundentemente con un «no». «Después de haber investigado y escrito el libro tengo muy claro cómo funcionan los mecanismos de emulación en las sociedades donde consumimos y donde hay clases sociales altas, medias y bajas. Definitivamente pijo se hace».

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