Javier Redondo desanda los caminos de su obra para armar un ‘Mundo frágil’

En los últimos dos años, el editor, galerista y artista vallisoletano Javier Redondo ha «desandado» los caminos por los que ha transitado en las últimas cuatro décadas. Cuarenta años en los que ha desarrollado una trayectoria artística fraguada en la pintura, en sus inicios, pero también en la escultura, el grabado, el collage, la poesía y las creaciones digitales con las que, a partir de la fotografía, ha ido creando reconocibles ‘paisajes’, naturales y urbanos, en los que cobijar sus personales reflexiones. Desde esta tarde, a partir de las 19.30 horas, exhibe en Espacio Abierto (Alonso Pesquera, 4) su última creación: Fragile world. Silence.

«Se trata de desandar, de volver a antiguos caminos, para recuperar hilos conductores con los que seguir explorando», resume Redondo, en declaraciones a este diario, junto a las 18 obras presentes en la exposición, fruto de dos años de trabajo.

Esos «hilos», los de la pintura, el grabado o la escultura, se perciben en este Mundo frágil, en las texturas, en los negros y los vacíos, en los volúmenes que aparecen flotando sobre los singulares ‘paisajes’, que no son sino fondos fríos, repletos de texturas, casi monocromos; una suerte de palimpsesto en el que se puede leer el paso del tiempo, las fracturas que deja, las roturas que provoca incluso la acción del hombre.

Redondo se desprende de los versos de trabajos pasados para buscar la poesía de los espacios bañados por la luz, de los fragmentos que forman un todo, que nos definen en el relato sugerido por el artista vallisoletano

«Cuando camino por las ciudades, rastreando con mi cámara esas huellas, esos accidentes, no lo hago como lo haría un fotógrafo: en cada imagen que tomo está la mirada del pintor, porque mi obra no pierde su naturaleza pictórica aunque surja de procesos digitales», reflexiona Redondo, que con sus ‘paisajes urbanos’ –sus texturas conectan con el informalismo matérico de sus primeras pinturas–, «introspectivos y meditados en su realización», busca mover al espectador a la reflexión. «Ese mundo frágil, ese silencio, habla del vacío y del abandono que a veces siente el ser humano en la ciudad. Introduciendo esas geometrías busco crear una armonía, un equilibrio, un cierto orden», reflexiona el creador.

Las líneas dialogan con el caos como los volúmenes de color, limpios y planos, lo hacen con ese entorno en el que casi se palpan los desgarros, las heridas en la piel del paisaje. No hay luz sin sombra, no hay orden sin desajuste. También esas líneas pueden crear un espacio laberíntico.

Fragile World. Silence permanecerá en Espacio Abierto hasta el próximo 23 de noviembre.