Diario de Valladolid

Exposición

Lara Almarcegui abre temporada en el Patio Herreriano con ‘Gravas y Arenas’

Rastrea en dos proyectos creados para el museo el impacto de la arquitectura y el urbanismo en Valladolid y despliega trabajos que dan fe de sus inquietudes artísticas

Lara Almarcegui junto a 'Caliza', su instalación en la Capilla del MPH.

Lara Almarcegui junto a 'Caliza', su instalación en la Capilla del MPH.E. M.

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Valladolid

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El Museo Patio Herreriano abre una nueva temporada expositiva con el que es, a decir de su director Javier Hontoria, uno de los «platos fuertes» de la nueva programación, con un «ambicioso proyecto» en torno a la artista aragonesa Lara Almarcegui (Zaragoza, 1972), protagonista de Gravas y Arenas.

La que fuera representante de España en la 55 Bienal de Venecia, además de desplegar en las salas 1, 2 y 9 algunos trabajos, recientes y antiguos, que dan testimonio de sus inquietudes artísticas –en esencia: el impacto de la acción humana en el territorio a través de la arquitectura y el urbanismo, así como la necesidad de preservar espacios de libertad y de posibilidad para la ciudadanía, libres de los procesos de racionalización y control–, presenta dos proyectos realizados en el entorno de Valladolid que sirven para prolongar su discurso.

Así, en la Capilla de los Condes de Fuensaldaña levanta media docena de grandes bloques de piedra caliza, extraídos del páramo de Campaspero, con una antigüedad de entre 5 y 9 millones de años. «Es piedra fundamental para la construcción de la ciudad», subrayó la artista durante la inauguración de la muestra, esta mañana. Con esta piedra, precisamente, se construyó el Museo.

Con su intervención, Almarcegui pretende «parar el material», detener por unos meses –hasta que concluya la muestra, el 9 de marzo de 2025– la roca para invitar a la reflexión: lo que es, en su entorno natural, un elemento geológico susceptible de transformación a lo largo del tiempo –se pueden percibir algunos restos fósiles–, fuera de su origen acaba siendo un simple material de construcción, un elemento más en la cadena infinita de producción, con un futuro incierto. Junto a la capilla, en la sala 9, se proyecta el vídeo que la artista rodó en la Planta del Corb, cerca de Lérida, donde consiguió paralizar por un día la extracción de grava.

Una de las proyecciones con obras de Almarcegui en el MPH.

Una de las proyecciones con obras de Almarcegui en el MPH.E. M.

En la sala 2, sobre una mesa, se despliega el fruto del segundo de los proyectos desarrollados en Valladolid: un estudio del Descampado Pinar de Jalón. Una de las graveras abandonadas de Valladolid. «Según el Instituto Geológico Minero, en los años ochenta había 118 graveras en la provincia», apuntó la autora, que tras visitar un buen número de ellas puso la vista en la de Pinar de Jalón. En su publicación, Almarcegui no solo rastrea la historia del lugar –que pasó de manos eclesiásticas, durante la ocupación francesa, a ser propiedad municipal en este milenio– sino que evidencia cómo éste se convierte en escenario de irrealizables «visiones megalómanas», como un zoo, una ciudad deportiva o un parque acuático.

Imagen con las publicaciones y fotografías del Pinar de Jalón

Imagen con las publicaciones y fotografías del Pinar de JalónE. M.

En Gravas y Arenas una fotografía en la sala 1 recuerda uno de los primeros trabajos de la aragonesa: su intervención restauradora en el Mercado de Gros, en San Sebastián, un poco antes de ser demolido, en 1995. «Aquello fue el punto de partida», reconoció Almarcegui, que hace 30 años recibió la invitación para exponer en el interior del centro antes de que entrasen las excavadoras. «Yo no quería usar el edificio como una sala de exposiciones. Me interesaba su contexto. Había un componente de absurdo importante. También encerraba una historia de especulación», apuntó esta mañana la artista al recordar cómo se rebelaba ante la idea de que «todo ha de ser productivo». Aquello, y las teorías de la época –Fisac, evocó, defendía a finales de los 90 que la «arquitectura es un trozo de aire humanizado»–, actuó de espoleta para el desarrollo de un obra atravesada por el hilo invisible de esa indignación.

En la sala 1 se pueden ver algunos de sus trabajos sobre descampados –y de guías como la dedicada al Pinar de Jalón–, en lugares llamados a ser objeto de grandes transformaciones por acoger, por ejemplo, unos juegos olímpicos. O sus cálculos, junto a ingenieros o geógrafos, de los materiales empleados para construir una ciudad como Sâo Paulo o un pabellón como el que tuvo España en la citada Bienal de Venecia.

Una imagen de 'Gravas y Arenas'.

Una imagen de 'Gravas y Arenas'.E. M.

En la sala 2, se pueden rastrear intervenciones con motivo de su serie Derechos minerales, en lugares como Tveitvagen, Noruega, donde Almarcegui negocia con las autoridades derechos de exploración de una zona concreta para detener la extracción de minerales.

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