Diario de Valladolid

Exposición

Joaquín Díaz rinde tributo a los 'Fabricantes de tonadas' en Valladolid

Recuerda a quienes durante dos siglos contribuyeron con su música e instrumentos a celebrar la vida en comunidad, desde el dulzainero Ángel Velasco al pastor Urbano Jiménez

Una imagen de la inauguración

Una imagen de la inauguración

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Valladolid

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Del célebre Ángel Velasco, uno de los grandes dulzaineros de todos los tiempos, que con su ingenio renovó el instrumento en los tiempos de escasez de la I Guerra Mundial, al pastor trashumante de Cervillego Urbano Jiménez, que en sus largos desplazamientos fabricaba sus propios cencerros para identificar a sus animales. De Marcelino Soler, fabricante de pianos de la plaza de San Juan, que por su fama llegó a la Exposición Universal de Viena de 1873, a Fabián García Delgado, quiosquero en la plazuela de las Angustias que martirizaba a los vecinos de la calle de la Horma, a finales del XIX, con la pestilencia que desprendía al fabricar cuerdas para guitarras y violines con tripas de animales. Desde esta mañana, la Casa Revilla recupera la memoria de quienes fueron Fabricantes de tonadas en una exposición de la Fundación Joaquín Díaz y de la Fundación Municipal de Cultura.

La exposición reúne 50 piezas, entre instrumentos, documentos y fotografías que recorren dos siglos de historia de Valladolid, desde 1750 a 1945. De historia musical. De sus protagonistas, porque aquí los nombres importan en tanto que se quiere reivindicar su memoria, como la de los citados o como la de Zeferino Fernández, que manufacturó un clave en 1750, o como la del cazador Paulino Fadrique ‘Vitines’, tan diestro en la confección de reclamos que era admirado por Miguel Delibes.

«Es un recorrido por los instrumentos, desde los más populares, como esa botella de anís, a los más complejos. Todos ellos servían para celebrar en Comunidad», subrayó el coordinador del programa Valladolid Letraherido Pedro Ojeda.

Carvajal y Díaz contemplan el clave de Zeferino Fernández

Carvajal y Díaz contemplan el clave de Zeferino Fernández

En la Casa Revilla se despliegan carracas, matracas, sonajeros, cencerros, flautas de agua, una campana del XIX, una mandolina española, flautas de misión, un melodeón o un armoniflute.

Durante la inauguración, Joaquín Díaz recordó sus viajes por Valladolid junto a José Delfín Val, «entrevistando a los mayores y recibiendo su sabiduría natural y su patrimonio». En sus charlas, generalmente con las mujeres de la casa, conseguían que evocaran las tonadas populares. «Era el momento mágico de la tarde. Más allá del lenguaje de las palabras estaba el lenguaje de los sonidos. Un lenguaje emocional».

Junto a un piano fabricado junto a San Benito por los Hermanos García, hay una viaja estampa de Nicolás Chapuy con la puerta que se levantó a finales del XVII para celebrar la llegada de Carlos II a la ciudad. «Se pueden ver en esa obra doce espadañas, que reflejan la importancia que tuvieron las campanas en la vida diaria de Valladolid», subrayó el músico y etnógrafo.

Fabricantes de tonadas permanecerá en la Casa Revilla de Valladolid hasta el próximo 10 de noviembre.

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