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José María Yagüe, entre la distopía y la ensoñación en la Galería Javier Silva

El artista cuellarano regresa a la sala con una muestra, ‘Horizontes de sentido’, en la que expande su universo pictórico, vinculado a la naturaleza y a la historia del arte

José María Yagüe en la inauguración de 'Horizontes de sentido'.PHOTOGENIC

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Valladolid

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En un rincón de la Galería Javier Silva una obra atrapa estos días la mirada del visitante: en un paisaje apocalíptico, árido, ardiente, una gran embarcación parece encallada en lo alto de un pico, mientras que a los pies de la montaña desfilan jirafas, camellos, elefantes... Es el Arca de Noé en la cima del Monte Ararat. Del cielo se precipitan criaturas demoniacas. En su regreso al espacio vallisoletano, José María Yagüe (1973) reinterpreta –fusionando en una obra elementos de las dos tablas– Las tablas del diluvio del Bosco, en una de las muchas y variadas obras que conforman Horizontes de sentido, una muestra que expande el universo que el artista cuellarano ya presentó en 2020, con Cuadros de la naturaleza muerta, justo antes del estallido de la pandemia.

Una imagen de la reinterpretación de Yagüe del díptico del Bosco

Ese paisaje siniestro, ese universo fantástico y simbólico, esa mirada a través del Bosco a los pasajes del diluvio y del juicio final, bien puede servir de punto de partida para asomarse al universo heterogéneo desplegado por José María Yagüe, repleto de criaturas extrañas –algunas, simpáticas; otras, repulsivas y hasta amenazantes–, como fruto de mutaciones; también de paisajes dominados por la oscuridad, por el vacío, por el abandono, expuestos a los elementos. Paisajes que parecen violentados –hasta el papel que los acoge se presenta, en ocasiones, roto– por una presencia constante, pero invisible: la del ser humano.

Es el caso de Alien Bog-Edén, obra creada junto al artista David Herguedas, conocido por sus trabajos en el campo de la experimentación sonora: una criatura casi trasparente, en actitud doliente, camina por un espacio que parece sucio, contaminado, de un tono rosáceo artificial. Hasta las criaturas son atrapadas por las manchas.

En la imagen, 'Alien Bog-Edén'PHOTOGENIC

«En el origen de mi trabajo había una relación con la naturaleza más utópica, como fruto del anhelo de una forma de vida diferente. Ya en el 2008, con la crisis, y luego con la pandemia, se vio que no iba a ser posible mantener un vínculo de respeto con nuestro entorno: había que explotar cualquier recurso, y el deseo de reducir la presión humana sobre el planeta se vino abajo. Mi visión se fue desmoronando y pasé de la utopía a la distopía. Ha habido una especie de desencanto, pero no puedo desconectar. No puedo darle la espalda. Mi vida se ha desarrollado en contacto con la naturaleza, mi obra conecta con lo artesanal y con ese entorno. No sería ético. No tendría sentido», reflexiona el creador en declaraciones a este diario.

Dos obras de 'Horizontes de sentido'

Pero Horizontes de sentido invita también a dejarse llevar por la fantasía, con las Quimeras que el artista ‘arma’ en una vitrina, juntando ramas, hierba, patas de cangrejos, hojas secas, conchas... «Son como puertas de entrada a un mundo de ensoñación», resume.

Una imagen con la vitrina con las 'Quimeras' de 'Horizontes de sentido'.PHOTOGENIC

José María Yagüe, como artista, a la hora de asomarse a lo natural no puede –ni quiere– desligar su experiencia vital de la cultural, de esos referentes que también han marcado su forma de mirar o de escuchar, desde el citado Bosco a Pieter Bruegel –en uno de sus paisajes oscuros hay un guiño a su panorámica Cazadores en la nieve–, pasando por una de las pioneras de la música electrónica, Pauline Oliveros, autora de la pieza Alien Bog; desde Alberto Sánchez pues José María Yagüe imagina una esponja seccionada, y su representación recuerda las cuevas de Benimàmet que el pintor dibujó sobre papel en los años treinta, a Ito Jackuchu, con sus aves.

Dos de las obras de Yagüe en la exposición.

Hay obras de Yagüe que parecen extraídas del cuaderno de trabajo de un naturalista, creaciones realizadas sobre hojas de papel que el artista interviene previamente, envejeciéndolas. «La materialidad es muy importante. En esta era de la digitalización, donde todo son imágenes sin cuerpo, los artistas como yo trabajamos con sustancias que tienen su tridimensionalidad, su tactilidad, su espesor, su mirada lateral... Tienen sonido, resonancia y olor», explica el artista, que antes de crear trabaja sobre el soporte, dejándolo reposar hasta que le interpela la atmósfera que ha creado, hasta que le invita a crear.

Con Horizontes de sentido Javier Silva cierra la presente temporada.