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FERIA DEL LIBRO VALLADOLID 2024

Pablo D’ Ors inunda de contemplación y espiritualidad a Valladolid

El escritor y sacerdote, que se encuentra en la ciudad para poner en valor su obra, ha criticado el materialismo y la visión cerrada a lo espiritual que tiene la sociedad

El sacerdote y escritor Pablo d'Ors, con motivo de su participación en la 57 Feria del Libro de Valladolid.ICAL

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Diario de Valladolid | El Mundo
Valladolid

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Pablo D’Ors, sacerdote y escritor madrileño, insinuó hoy que la “gran lacra, el gran cáncer” de la sociedad es el materialismo, “la visión cerrada a lo espiritual que no responde a la naturaleza humana”. Para él, “está cambiando la sensibilidad y la mentalidad a pasos agigantados en los lectores y en las personas en general”, motivo por el que defendió el cada vez mayor “despliegue de personas interesadas por el mindfulness, por el yoga, por la meditación”, cuestión que “no es algo anecdótico, sino muy revelador”, en declaraciones recogidas por Ical.

D`Ors participó este martes en la 57 Feria del Libro de Valladolid, donde puso en valor su última obra, ‘Los Contemplativos’, de Galaxia Gutenberg, que se aleja, aseguró, de los libros de autoayuda, un término que rondó durante el encuentro con los medios de comunicación. “Yo creo que revela una sed de algo más, de una cierta trascendencia”, comentó el autor, quien se refirió a un informe “muy serio que ha revelado que el 80 por ciento de la juventud” en Castilla y León “se medica, es decir, que tiene una salud mental muy precaria”. “Yo creo que no solamente revela que buscamos estar mejor, sino que hay una nostalgia de algo más trascendente, una palabra, y yo creo que todo eso responde a este fenómeno. Para mí como sacerdote y como escritor, todo esto es un desafío”, apuntó D`Ors, quien cree que sus lectores buscan eso en sus libros, además de en la red de meditación que él mismo fundó hace una década, ‘Amigos del Desierto’.

Más allá del materialismo, el escritor profundizó en ‘Los contemplativos’, siete relatos aparentemente independientes, “pero que tienen un vínculo entre sí”, pues persigue “el cultivo de la interioridad por medio de la palabra y del silencio, es decir, por medio de la escritura y la meditación”. Este libro es un “homenaje” a la obra “más importante” de su vida, ‘Ejercicios de Contemplación’, cuyo autor es el jesuita húngaro Franz Jalics, fallecido en 2021, y que “ofrece un itinerario de la aventura interior en diez tiempos”. “He querido dedicar un relato a cada uno de estos tiempos, sintetizado en siete, que es lo que el meditador, el que hace la experiencia de silencio, encuentra cuando entra”, resume. Así, mencionó que estos capítulos son el cuerpo, el vacío de la mente, la sombra, la contemplación, la identidad, el perdón y la vida cotidiana.

La consciencia como paradigma

Igualmente, aseguró estar persuadido de que el “paradigma de nuestro tiempo es la consciencia”, cuando hasta ahora el “reinante ha sido la razón”. “Está despuntando algo nuevo que tiene que ver con la palabra consciencia, con la unidad, y que no es que sea irracional, sino que incluye y trasciende la razón. Por tanto, es transracional. Con esto quiero decir que nos estamos dando cuenta de que los problemas de la Humanidad no están fuera, sino que están dentro de nosotros”, apuntó.

El sacerdote apoyó que en la medida en que “conocemos lo de dentro y lo arreglamos, en realidad también el exterior es menos problemático”, motivo por el que puntualizó que su literatura “está cada vez más interesada en el fenómeno de interioridad”.

En relación a la consciencia a la que se refirió, opinó que “habría que llegar a una definición” del término, pues habría “una primera más elemental, que es aquello que nos permite darnos cuenta de que estamos aquí, de que buena parte del malestar psíquico de la sociedad o malestar emocional, es esta identificación con nuestro cuerpo físico, con nuestro cuerpo emocional, con nuestro cuerpo sentimental”. “Precisamente, la consciencia es lo que te permite distanciarte de tu cuerpo, de tus emociones, de tu sentimiento y observarlas. A medida en que uno está en el observador y no es víctima ni se sumerge en eso, sino que se sabe separar, pues en esa medida está mejor”, señaló.

D`Ors matizó que cuando habla de consciencia se refiere a “lo transmental”, es decir, que “el ser humano no se agota en lo físico y en la mente, sino que hay algo que va más allá”. “De hecho, cada vez hay más personas, gracias a las experiencias cercanas a la muerte, que hablan de cómo la consciencia perdura después de que se acaban las coordenadas de existencia física del organismo humano”, entendió, sobre algo que “hace pensar o reflexionar sobre qué es el ser humano”.

Igualmente, sobre las causas del propio malestar humano, consideró que la razón fundamental es la “dificultad para estar aquí y ahora, es decir, para la atención”, algo que justificó en que las personas están “fundamentalmente dispersas porque están sometidas a una sobreestimulación de todo tipo”. “Esto nos hace ir muy deprisa y pasar de una cosa a la otra. Muy pocas personas hoy son capaces de estar veinte minutos leyendo un texto; pasamos de una cosa a la otra inmediatamente, y quizás esta incapacidad de permanecer es un síntoma de nuestro desorden interior”, relató el autor, quien, por ello, apeló a la disciplina de la meditación o de la escritura, “porque te ordenan, te dan un ritmo, te dan una regularidad en tus tiempos y ayuda mucho”.

Una literatura de la luz

En este sentido, defendió que pretende “inaugurar una literatura de la luz”, porque “hasta ahora la literatura se ha enamorado del mal, de la sombra”, y puso como ejemplos ‘Una temporada en el infierno’, de Arthur Rimbaud, o ‘El corazón de las tinieblas’, de Joseph Conrad, así como “tantos otros títulos que juegan siempre con lo oscuro y pocos escritores hablan de lo luminoso”. Y este libro, ‘Los contemplativos’, como “otros” de los títulos anteriores de D`Ors, “quieren hacer justicia narrativa a la realidad, que no sean solamente bofetadas, sino también caricias”.

En este sentido, recordó que en su etapa de adolescente leyó, entre otros, ‘El juego de los avalorios’, de Hermann Hesse, o ‘Los ojos del hermano eterno’, de Stefan Zweig, que le ayudaron “mucho” a ser “el escritor” que es ahora y “a tener una visión humanista del ser humano, de búsqueda espiritual en el sentido más hermoso y más amplio del término”. “Cuando uno escribe, al principio de manera inconsciente y luego ya de manera muy consciente, intenta reproducir aquello que a él le ha tocado el corazón y le ha alimentado el alma”, reflexionó.

En el libro también habla, prosigue, “del crecimiento interior, del desarrollo personal”, algo en lo que su generación (1963) “no fue educada”. “Lo fuimos en ser buenos, pero no en crecer por dentro”, comentó D`Ors, quien deseó que sus obras “ayuden no solo a pasar un buen rato, no solamente a entrar en literatura, sino también a plantearse las grandes preguntas de la ciencia humana y a leerlo en una clave muy personal”. “Que de alguna forma sean, como yo creo que tiene que ser el arte, espejos de la propia identidad”, opinó el autor, quien calificó su estilo de “diáfano, claro, nada críptico y que tiene ciertamente distintos niveles de lectura, un nivel más anecdótico, pero también un nivel de cierta profundidad y sentido del humor”.

¿Qué libros me hacen mejor persona?

Pablo D`Ors, quien consideró que su literatura “no quiere ser moralista”, aseguró que en los últimos años se ha preguntado qué libros le han hecho mejor persona, una cuestión que, “debería hacerse todo el mundo”. Por ello, sostuvo que “quien hace una narrativa simplemente despiadada o cruda, como la inmensa mayoría de los escritores contemporáneos, tanto españoles como extranjeros, no toca el alma en la justa profundidad”, y aunque admitió que “lo sombrío forma parte” de la vida, “hay algo más genuino, más profundo, más radical, que es lo luminoso”. “Yo suelo decirlo que las nubes pasan, pero el cielo permanece. Esto quiere decir que el oscuro no tiene la última palabra”, utilizó como metáfora.

Uno de esos libros que hace mejor persona, finalizó D`Ors, es 'El Principito'. Al respecto, narró una anécdota que le ocurrió cuando trabajaba como capellán en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid. “La bibliotecaria del centro me pidió una lista de unas cien novelas que ayuden a los enfermos a morir. Y hasta ese punto podía llegar la ingenuidad de esta bibliotecaria. Y solo di un título, ‘El Principito’, porque no hay tantos libros que realmente puedan dar una visión menos caustica, menos oscura de la condición humana”.