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Boris Rozas, un poeta entregado a la búsqueda de la belleza en ‘Rave’

El autor vallisoletano publica en el catálogo de Olifante unos poemas con múltiples referencias al cine, la música o la literatura

Boris Rozas en una imagen reciente

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Valladolid

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‘Somos una cruel botánica de especies raras, / carne de cañón / para otra quema controlada de rastrojos’, escribe el vate con algo de pesar, como sabiendo que su destino no es otro que hacerse humo para elevarse, para desaparecer. Boris Rozas (Buenos Aires, 1972) regresa a las estanterías con Rave (Olifante Ediciones de Poesía), poemario que presentará el próximo 9 de junio en la Feria del Libro de Valladolid, en la Caseta de Firmas de la plaza Mayor (12.30 horas).

Se trata de un libro escrito hace seis años, antes, por lo tanto, de levantar obras como Lugares a los que volver con el buen tiempo (Valparaíso) o Country Solo (Mariposa Ediciones). «Quería publicarlo en Olifante, pero la pandemia y el impasse que vivió la editorial lo fueron retrasando. Nació influido por dos documentales que marcaron mi manera de ver las cosas», advierte el autor de Annie Hall ya no vive aquí (Generación del Vértice), que, desde un punto de vista estilístico, conecta este Rave con títulos previos como Ragtime (Celya).

En un poemario en el que no faltan referencias al cine –de Michael Mann a Christopher Messina– o la literatura –de Víctor Hugo a Virginia Woolf–, Rave tuvo en el dúo francés de música electrónica Daft Punk un pilar sobre el que levantarse, al igual que sobre la relación entre la editora Anna Wintour y la modelo y fotógrafa Grace Coddington. «Los componentes de Daft Punk quedaron en shock tras acudir a una rave de música electrónica, dieron un giro total a su obra y a su concepto estético. Y luego está la historia de Anna Wintour y Grace Coddington en Vogue, que tuvieron que crear un número sobreponiéndose a distintas vicisitudes, casi como poetas improvisadas, alcanzando un gran éxito. Qué tengo en común con unos y otras: la búsqueda de la belleza. Es ahí donde quiero llegar. Un poeta ha de buscar la belleza en todo lo que escribe. Estamos rodeados de creadores de contenido, pero un poeta ha de ir más allá. En un mundo tan rápido, tan agobiante, tan frustrante, hemos de buscar la pausa para encontrar esa belleza», sentencia Boris Rozas en declaraciones a este diario.

Portada del libroOLIFANTE

He ahí la maldición del poeta, persiguiendo lo efímero. ‘Su corazón es un suspiro / sobre una mesa de café vacía’, escribe en Bâton-Rouge. «En esa maldición está lo bonito de este ingrato oficio. Nos alienta», celebra el poeta, que en El mapa de ti mismo observa a los turistas inmortalizándose ante la casa de un escritor eterno. ‘Me pregunto qué pensaría él / si los viera desfilando ante la sombra / de su fama / sin apenas saber de la triste realidad de su / dramaturgia’, escribe. «Muchos optan por disfrutar del aquí y del ahora sin ir más allá», reconoce el autor afincado en Valladolid.

Rave es el decimoctavo libro de Boris Rozas. «Hay que explorar muchos mundos y picar mucha piedra para no sonar a disco repetido, para llegar a nuevas vetas líricas», advierte el escritor, que en La ceniza que nos resta resume la esencia del poeta, siempre tratando de documentar una vida, atrapando aquello que le nutre como persona, para plasmarlo. «Me encanta esa labor compiladora, aunque tenga ese lado malo del que ve la cara mala de la vida y se aleja de escenarios más cómodos. Pero el poeta lo es por vocación». ‘Cámara en mano / se reencarna a diario / fotografiando instantes a plena luz del día, / como una presencia fantasmal / que se reduce a sí mismo / a la mínima expresión del folio / en blanco’, anota al comienzo del poemario.

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