J. M. Barbot explora los distintos rostros del deseo en ‘Borrosas pieles’
El vallisoletano regresa con su tercer poemario, un libro sobre los anhelos y la pasión ardiente donde se palpa la huella del tiempo
‘Me despierto enredado en una sombra / y apenas veo el cuerpo / que me hace real en ese instante, / que resume y condensa / todas las voces y las pieles / que hasta aquí me han traído’, escribe el vate en su último poemario. Vuelve a las librerías José María Barranco Ribot (Burgos, 1976), J. M. Barbot , con un libro consagrado al deseo, al goce del sexo, a la pasión febril, a lo prohibido, a los anhelos frustrados... Un libro con el que convocar la presencia de la s Borrosas pieles (Lastura Ediciones) que pueblan su memoria, que es, también, la de cualquier lector que se asome a sus páginas.
«El libro es un recorrido vital», desliza el autor de Ulises desconcertado (2014). Un libro largamente trabajado, admite este vallisoletano de adopción, que durante la pandemia se entregó a la reescritura de unos poemas que, en algunos casos, podían tener más de 20 años. Un libro, quizá, alejado de las modas, en el que su autor se desnuda como nunca antes.
Y es que en Borrosas pieles , se escucha la voz de quien no ha visto su deseo satisfecho ( Punzada ), de quien carga consigo una herida emocional que no se borrará ni con el contacto con otros labios ( Ranchera para olvidar que estuve vivo ), de quien celebra con el asombro propio del que se siente un escogido ( Rutas ), de quien despierta en cama extraña siendo solo un cuerpo sin nombre ( Amanecer ).
La voz, hay que decirlo, de un hombre maduro que siente el paso del tiempo. ‘Sólo arrastro mi sombra sedienta y taciturna, / lastrada por el poso y la resaca / de otro borroso cuerpo / cuyo rostro es olvido’, escribe en Only you (Un ángel en la noche) el autor de Agua serás y lo olvidaste (2019). «No siempre hacemos el mismo papel. No siempre uno es el elegido y muy pocas veces uno tiene el privilegio de escoger», explica el vate, que, sin premeditarlo, termina por abordar el deseo desde todas las ópticas posibles . La vida, que pone todo –y a todos– en su sitio.
El deseo, que todo lo sublima a los ojos del poeta, como si de una experiencia mística se tratara : ‘Me sigues explorando / y mi voz va perdiendo conciencia del vacío, / mecido en el vaivén de las espumas, en las siete moradas’, escribe J. M. Barbot en Rochechouart ; la pasión, que cubre con un velo la ‘terca realidad’ de dos amantes furtivos , sabedores que han de volver ‘a este río que se niega a sí mismo, / al sol definitivo e inclemente, / y a llamar a la vida por su nombre’, apunta en Recoletos 23, escalera interior .
Arqueólogo de profesión, el autor del libro de cuentos Cristales rotos (2015), como hiciera en sus anteriores poemarios, también acude a los mitos clásicos en alguno de sus poemas. De ellos se sirve para poner fin a una pasión que acaba por ser insostenible, como en Apolo y Dafne , o para sugerir que nada es eterno, como en Titono y Eos . ‘No envidio los labios / la juventud espléndida, / el lento recorrido hacia la piel, / sino el fugaz momento / en que son inmortales’, concluye J. M. Barbot, que con sus versos y relatos ha formado parte de antologías como Surcos (2016), Laberinto breve de la imaginación (2021) o Cuentos pendientes (2021).