De Picasso a Ángel Ferrant, un canto al reciclaje en el Museo Nacional de Escultura

El Museo Nacional de Escultura, en el ‘Rincón Rojo’ del Colegio de San Gregorio , mira estos días al pasado, a la Europa que comenzaba a ver su tiempo transformado por la industrialización, para fundir dos mundos aparentemente distintos como el de los traperos y el de los artistas de vanguardia y entonar, en una época marcada por el consumo desaforado en un constante ‘usar y tirar’, un pertinente canto en defensa de La segunda vida de las cosas .

Con motivo de la presidencia española del Consejo de la UE , la que fuera directora del MNE entre 2008 y 2021, María Bolaños, ha levantado con el apoyo del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico una muestra que, en efecto, se inspira en la idea del reciclaje por parte de la sociedad.

Mucho antes de que se hablara de economía circular o de la Era del Antropoceno para señalar la acción del hombre como principal causa de los desequilibrios ecológicos, ya hubo quien, sin pretenderlo, practicó una suerte de «ecologismo poético» con un arte que rehuía de lo convencional . «La llegada de las vanguardias, a comienzos del siglo XX, supuso un salto en el tratamiento de las cosas, que dejaron de estar representadas para estar presentes como objeto artístico», recordó instantes antes de la inauguración de la muestra la historiadora del Arte y comisaria. Bolaños evocó a Baudelaire y sus Paraísos artificiales (1857) para explicar cómo los traperos eran vistos como una suerte de artistas modernos, por su afán de dar una segunda vida a los objetos. ‘Recoge las basuras que, vomitadas por las divinidades industriales, se convertirán en objetos de valor y de placer’, escribió el poeta.

En La segunda vida de las cosas, pequeñas cajas de cerillas hacen de soporte para que Picasso dibujase Estudios basados en otros artistas (1916). Y una treintena de patas de ternero, dispuestas como teclas de piano, le sirven a Eli Lotar para fotografiar –entre el horror y lo simbólico– la vida En el matadero de La Villette (1929). Y trozos de madera, conchas de mar, guijarros o clavos bailan en la mente de Ángel Ferrant, Esteban Vicente, Leandre Cristófol, Joan Miró o Manuel Ángeles Ortiz , reivindicando su fragilidad y la importancia de lo aparentemente inútil. Y trozos de papeles son elevados a la categoría de arte en el collage He goods (1944), de Kurt Schwitters . «Le llamaban ‘la papelera metafísica de Hannover’, siempre buscando desperdicios por el suelo. Había una clara intencionalidad política en su actitud. Había vivido las consecuencias de la Primera Guerra Mundial y del nazismo y aseguraba que una sociedad como aquella, que vivía en la pobreza moral, no podía permitirse trabajar con materiales nuevos», subrayó Bolaños.

La comisaria, que también recuerda que maestros del barroco como Gregorio Fernández o Pedro de Mena incorporaban a sus esculturas materiales cotidianos como  cuerdas, vidrios, telas o cabellos,  articula la muestra en distintos ámbitos –En las calles, En los talleres, En los laboratorios y En los platós– mostrando obras de artistas europeos, en su mayoría, como Claude Cahun, Brassaï o Man Ray . También exhibe pasajes del documental de 1928 La zona. En el país de los traperos , de Georges Lacombe , y fragmentos del cine de Chaplin , El prestamista , y Keaton , El espantapájaros .

Las piezas proceden de una decena de instituciones, como el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, el Museu Nacional d’Art de Catalunya, el IVAM o el Museo Patio Herreriano de Valladolid. Hasta el 17 de septiembre.