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Un libro narra la crónica del despojo del ábside de Fuentidueña por el Metropolitan

Cátedra publica la investigación de la investigadora de la Universidad de Valladolid María José Martínez Ruiz y de José Miguel Merino, de la Politécnica de Madrid, sobre el patrimonio expoliado por el Metropolitan

Detalle de la portada. |  CÁTEDRA

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La cesión indefinida al Museo Metropolitano de Nueva York del ábside románico de Fuentidueña (Segovia) en 1957 es el hilo conductor de la obra de investigación De Fuentidueña a Manhattan , cuyos autores son la profesora de la Universidad de Valladolid María José Martínez Ruiz y el catedrático emérito de la Universidad Politécnica de Madrid José Miguel Merino de Cáceres, y que acaba de publicar Cátedra en su colección Arte Grandes Temas

“Por primera vez en la historia, una gran nación ha permitido que uno de sus monumentos nacionales -todo un ábside románico, construido hace casi 800 años por artesanos piadosos de Fuentidueña- sea transportado a través del Atlántico como un préstamo gratuito y generoso al pueblo de los Estados Unidos». Así fue presentada, durante la ceremonia de inauguración en Nueva York, la donación del ábside de la iglesia de Fuentidueña en 1957, tal y como se recoge en la obra de Martínez Ruiz y Merino de Cáceres (Universidad Politécnica de Madrid). Todo fue en concepto de donación. La villa de Fuentidueña recibió 250.000 pesetas (el equivalente a 1500 euros actuales), cuyo importe iba destinado a restaurar la iglesia de San Miguel de la villa de Fuentidueña y hubo otro donativo de 800.000 pesetas (4800 euros) dirigido al obispado de Segovia.

En esta obra se desgrana con todo lujo de detalles, recogidos a lo largo de muchos años de investigación, una de las operaciones de cesión hecha por las autoridades españolas de nuestro patrimonio nacional que aún hoy resultan totalmente “bochornosas» para cualquier país occidental. El libro, explorando los motivos e intereses que llevaron al régimen franquista a la ocultación de estos hechos a la ciudadanía española, responde a una pregunta: ¿Cómo una obra catalogada como monumento nacional patrio ha acabado conformando parte del museo 'The Cloisters', la sección de arte medieval del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York?.

"En 1957, el Gobierno de Franco aprueba ese intercambio. Esto es lo que nos contó la prensa y fue muy medido lo que se contó. La sociedad española tuvo noticia del acuerdo cuando las piedras del ábside iban destino hacia Nueva York y las pinturas llegan a España. El acuerdo no se publicó ni en el BOE y se silenció hasta el momento oportuno. Se acordó con el Metropolitan qué tipo de información ofrecer a la sociedad. En España, los titulares se centraron en ensalzar la recuperación de estas pinturas valiosas mientras que en ningún momento se habló de que el ábside estaba catalogado como Monumento Nacional y se contó solamente que era un ábside románico de una iglesia en ruinas. Y fue así como esas pinturas fueron designadas al Museo del Prado y el ábside constituyó una nueva sala en 'The Cloisters', en donde hoy se exponen numerosas piezas que proceden de España. Fue inaugurado en junio de 1961 con la presencia del embajador de España en Estados Unidos", recuerda Martínez Ruiz a través de un comunicado remitido por la Universidad de Valladolid.

En su estudio, ambos investigadores documentan que la operación era un empeño del Metropolitan desde los años 30 del siglo pasado. "El magnate John D. Rockefeller, artífice de 'The Cloisters' llegó de Europa con unas fotografías de monumentos que podían ser interesantes para la institución, ya que es una especie de 'experimento del Dr.Frankestein del Medievo', a partir de fragmentos diversos de arquitectura medieval, porque acoge principalmente claustros franceses y españoles y vestigios originales del medievo de diversos lugares. Viajan a España, concretamente a Fuentidueña, y ven que encaja perfectamente con las dimensiones de la sala en Manhattan. Y entonces se inician las negociaciones para comprarlo y exportarlo", subraya la investigadora de la UVA.

Sin embargo, en 1933 se proclama en España la Ley de Tesoro Artístico para salvaguardar el patrimonio del país, ya muy castigado con tanto expolio como se había producido . Con ese marco, era imposible sacar el ábside del país. Llegó el estallido de la Guerra Civil Española, y la II Guerra Mundial. Será James J. Rorimer, director de 'The Cloisters' que lllegaría a ser director del Metropolitan Museum of Art, quien retomase las negociaciones ya ante unas autoridades deseosas de buscar aliados tras la derrota de Hitler y Mussolini.

Portada del libro. | CÁTEDRA

Portada del libro. | CÁTEDRA

"Rorimer pone nuevamente sobre la mesa el ábside y se inician las conversaciones con el régimen, que tenía intereses en estrechar lazos, pero su preocupación era cómo convencer a las voces entendidas, como las reales academias, cuyo cometido era proteger el patrimonio", explica la investigadora. "Estos movimientos se reflejaban en las cartas que se intercambiaban entre ellos. Y es resuelto gracias a un movimiento audaz de James J. Rorimer. Inicia conversaciones con sus amigos en España, del mundo del arte y de la historia, en concreto con Francisco Javier Sánchez Cantón, subdirector del Museo del Prado, y Manuel Gómez-Moreno, una de las mayores autoridades del país en Historia, Arqueología e Historia del Arte. Ambos eran académicos en las dos Academias, en la Real Academia de Bellas Artes y Real Academia de la Historia. Con Sánchez Cantón hablan y ven la posibilidad de que si no es posible la compra, podían plantearlo como un intercambio.  Rorimer toca una última tecla. Conoce en el Harvard Club a la hija pequeña de Manuel Gómez-Moreno, Carmen, que estudiaba Historia del Arte en esta universidad. Y mueve una pieza que ayudará a doblegar la opinión del experto español, que es clave en este asunto. Le ofrece a Carmen la posibilidad de trabajar en el Museo Metropolitano y encargarse de coordinar la operación si consigue la exportación del ábside de Fuentidueña. Carmen le escribe a su padre y le pide para desatascar la situación el último impulso. Le cuenta a su padre que lo que Rorimer le ha ofrecido es más de lo que hubiera esperado en su vida", adelanta la investigadora

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