El Museo Nacional de Escultura busca el eco de sus maestros en el siglo XXI
Con motivo del 150 aniversario de la Academia de España en Roma, enfrenta la obra de uno de sus residentes, Santiago Ydáñez, con la de Juan de Juni, Nicolás de Bussy o Gregorio Fernández
El Nacional de Escultura se suma, junto a otros centros nacionales como el Museo de Bellas Artes de Valencia o el Museo de Altamira, a los actos conmemorativos del 150 aniversario de la creación de la Real Academia de España en Roma . Lo hace con una exposición, Intersectio , que hasta el próximo 16 de julio coloca frente a frente algunas de las obras de Santiago Ydáñez (Jaén, 1969) con tallas de Juan de Juni, Gregorio Fernández o del maestro barroco Nicolás de Bussy, éste con una escultura, Cristo de la sangre , que sale por segunda vez en 600 años fuera de Murcia, donde la custodia la Archicofradía de la Preciosísima Sangre en la iglesia del Carmen, que la ha prestado para la ocasión como ya hiciera, por primera y única vez, para la Exposición Universal de Sevilla de 1992.
Precisamente, hace casi diez años, Ydáñez se acercó a esa talla para hacerla suya, para reinterpretarla desacralizándola con la escultura La fuente . Ambas conforman el corazón de esta Intersectio.
«No es una exposición al uso, sino una intervención en siete salas del museo para establecer un diálogo de ida y vuelta con un artista que toma en su obra muchas referencias del renacimiento y del barroco, reelaborándolas», apuntó antes de la inauguración el comisario de la muestra y conservador del MNE, Javier Andrés Pérez , que como Ydáñez también ha sido residente en la Academia de España. Intersectio , apuntó el responsable, pone de manifiesto que los museo son «fuente de inspiración para los artistas contemporáneos» .
En la Academia, apuntó Javier Andrés Pérez, Ydáñez reafirmó su pasión por los maestros del barroco. Así lo confirmó ayer el jienense, que reconoció también haber recorrido en numerosas ocasiones las salas del Colegio de San Gregorio. En su sala 8, la talla de un San Antonio de Padua con el niño de Juan de Juni parece contemplar su reflejo en la pintura del andaluz.
«Mi trabajo tiene mucho que ver con la historia del arte, pero me gusta desacralizarla, quitarle elementos para hacerla profana, para abrir así el abanico», explicó Ydáñez durante un recorrido por la exposición.
Y si el artista contemporáneo revisita un tema iconográfico como el Lagar místico , recurriendo a las técnicas tradicionales de tallado que en su día utilizara Nicolás de Bussy, también interviene en antigüedades, como con un pequeño tabernáculo italiano del XVIII, que en lugar de contener alguna figura del santoral acoge la figura de un conejo blanco, recuerdo de su infancia en Puente de Génave que le sirve también para evocar el rito del sacrificio animal. Tampoco tiene reparos en colocar cabezas de antiguas esculturas en cuerpos de jugadores de futbolín, al modo de los Profetas del retablo mayor de San Benito el Real , o en crear sus propios relicarios con imágenes de la naturaleza, que sitúa junto a un Busto relicario de Santa Ana de Juni. El rostro en trance de una Santa Teresa de Gregorio Fernández encuentra su eco en el pequeño retrato de una Santa Paula o en una Dolorosa de gran formato.