La iglesia de San Miguel y San Julián presume de sus tallas de Gregorio Fernández
El templo vallisoletano exhibe a ras de suelo ocho bustos relicarios prestados a Las Edades del Hombre para su exposición en Plasencia
Es, a decir del Doctor en Historia del Arte Jesús Urrea, el «tercer museo de Valladolid de Bellas Artes y arte religioso» por la calidad y cantidad de las obras que atesora. Sirva lo que a continuación se relata como ejemplo: estos días y hasta finales de marzo, en su sacristía, la iglesia de San Miguel y San Julián exhibe a la vista de cuantos lo deseen ocho bustos relicarios surgidos, a comienzos del siglo XVII, de las manos «del más importante artista que tenía la ciudad»: Gregorio Fernández.
La parroquia ha descendido a pie de suelo a San Gregorio, San Ambrosio, San Agustín, San Basilio, San Juan, San Jerónimo o San Atanasio. «Son los Padres de la Iglesia», advirtió durante la presentación el párroco del templo, Javier Carlos Gómez.
Las tallas policromadas formaron parte de Transitus , la exposición que la Fundación Las Edades del Hombre organizó en 2022 en Plasencia. Terminada la muestra de arte sacro, el templo ha decidido brindar la oportunidad de poder contemplar, a escasos centímetros, la riqueza de las tallas, seis de las cuales descansan habitualmente en las alturas de la sala relicario del templo, mientras que las otras dos lo hacen en los laterales del retablo principal.
«Estas obras son ejemplo de ese primer estilo monumental de Gregorio Fernández: tienen una corporeidad muy potente, con unas manos increíblemente trabajadas, con una fisonomía muy variada», advirtió Urrea, que situó en la segunda década del 1600 la fecha de su ejecución.
El que fuera director del Museo Nacional de Escultura –impartirá una conferencia en la iglesia, el 25 de marzo– recordó que fue la Compañía de Jesús –a ella pertenecía el antiguo templo– la que, siguiendo el Concilio de Trento, impulsó el culto a los santos y a los mártires –y a las reliquias, al contrario que los reformistas protestantes–. «Se pensó en un monumental relicario que hubiera sido único en España, aunque no salió adelante», explicó Urrea. En su lugar, apuntó el experto, se optó por una opción más íntima como la que representó a estos «continuadores de los Evangelistas», a quienes Gregorio Fernández imaginó desplegando «todas sus capacidades».