Diario de Valladolid

Colomo: "Lo más excelso tiene que estar teñido de comedia, porque la vida lo está"

Director de cine, productor, guionista y actor, el autor de ‘Tigres de papel’, ‘La vida alegre’ o ‘Los años bárbaros’ recibe hoy el homenaje de la Seminci junto a Victoria Abril, Manuel Gutiérrez Aragón y Andrés Vicente Gómez

Fernando Colomo. | JOSÉ AYMA

Fernando Colomo. | JOSÉ AYMA

Publicado por
Julio Tovar
Valladolid

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Fernando Colomo (Madrid, 1946) es uno de los protagonistas, hoy, de la Gala de España. El director, productor, actor y guionista recibirá la Espina de Honor de la 67 Semana Internacional de Cine en un acto en el que también serán galardonados el realizador Manuel Gutiérrez Aragón, la actriz Victoria Abril y el productor Andrés Vicente Gómez.

Pregunta.– ¿Aún se reconoce en el Antoine Doinel de Truffaut, en su fascinación por el cine?

Respuesta.– Efectivamente, sigo muy en contacto con aquel Antoine Doinel. Sin duda. Los cuatrocientos golpes es una película que, de vez en cuando, vuelvo a ver. Me sigue emocionando.

P.– ¿Y qué busca al entrar en un cine: refugio, alguna verdad...?

R.– Siempre buscas emocionarte, ver algo interesante, encontrar algo que te toque, que te conmueva, que te dé una alegría. El meterse en una sala oscura siempre es un momento mágico, aunque no siempre suceda.

P.– Llegó al cine desde la arquitectura y la decoración, irrumpe en la comedia casi por aclamación del público, le nominan como actor revelación cuando llevaba décadas saliendo en pantalla... ¿No hay más magia y más absurdo en la vida real que en el cine?

R.– Las cosas suceden cuando menos te lo esperas. Es cierto. Pero hay que estar ahí picando piedra, siempre. Con suerte aparecerá el manantial.

P.– En su filmografía hay trabajos como Isla bonita o La línea del cielo que su nutren de su propia biografía, abiertas a la improvisación, con actores no siempre profesionales... ¿La vida aporta frescura al cine?

R.– Esas son dos películas muy especiales dentro de mi filmografía. De las veintipico películas que he dirigido, son las dos que hago sin unos diálogos definidos, con gente que se interpreta a sí misma... Se encuentra algo distinto en esa frescura. El problema del cine es que es tan complicado de financiar, que cuando ya estás en disposición de hacerlo a veces ya tienes ganas de ir a otra cosa. Cuando he tenido la oportunidad de hacer películas con bajísimo presupuesto pero con una libertad brutal ha sido algo muy diferente. El entusiasmo también es fundamental para acometer las cosas de una manera distinta, para llegar a resultados similares de una forma diferente.

P.– De La línea del cielo , con esa forma despreocupada de hacer,  a El caballero del dragó n, con un elenco que parecía presagiar grandes éxitos y que acabó como acabó. ¿Es capaz a estas alturas de intuir qué va a funcionar o qué no?

R.– En esto, cuanto más profundizas menos sabes (se ríe). Es misterioso. La línea del cielo no fue un éxito fulminante, sino que ha ido consolidándose con los años y manteniéndose mejor de lo esperado. La presenté en San Sebastián, en el 83, con unas críticas tan malas que tardé en estrenarla. Uno nunca sabe cuál va a ser la reacción. Ahora, desgraciadamente, las películas se condenan en el primer fin de semana. Necesitas una promoción muy grande para que arranque bien. En otras épocas, si las películas tenían dentro una semilla para tocar al espectador, podían salir adelante. Hoy eso es casi imposible.

P.– Dice el director de la Seminci que este país no ha reconocido como se merece a la comedia española. ¿Comparte esa valoración?

R.– Sí, desgraciadamente es un género menospreciado y, a veces, con razón, porque hay comedias horrorosas. Cuando uno dice que ha hecho un drama parece que ya, de partida, encuentra otro tipo de predisposición en el público. Con la comedia uno baja escalones, y es una pena, porque para mí el mejor cine siempre ha estado entreverado de comedia. Para mí, Los cuatrocientos golpes tiene elementos de comedia; hasta Bergman la tenía en su última época. Cargamos con esa palabra desprestigiada. Berlanga, Azcona, Trueba, Cuerda... son referentes. Lo más excelso tiene que estar teñido de comedia, porque la vida lo está, es así, en su mezcla de drama y humor.

P.– Pensemos en Los años bárbaros , la historia de esa fuga de Cuelgamuros. Podía haber tenido otro tono y no renunció al humor.

R.– Efectivamente. En ese momento yo hablé con Sánchez-Albornoz y con Lamana de su fuga. Para ellos era un momento muy importante en sus vidas y tenían un recuerdo maravilloso del episodio, en contra de lo que se podía pensar. Las vivencias de juventud, aunque hayan sido difíciles, se suelen recordar con cariño y emoción.

P.– ¿Y cuánto le puede deber la comedia española a Fernando Colomo? Usted apostó por Maura, Resines, Forqué... 

R.– La verdad es que me siento muy orgulloso de la gente con la que he trabajado. Carmen y Verónica tuvieron conmigo sus primeros papeles como protagonistas. Y Resines debutó con Trueba, en Ópera Prima , que yo produje.  Estoy orgulloso de todos esos actores y actrices que, como Javier Cámara, hicieron sus primeras armas conmigo.

P.– ¿Usted, que siempre ha retratado la sociedad del momento, sus anhelos y contradicciones, encuentra algo en nuestra cotidianidad tan tedioso que no quiera abordar?

R.– A veces me piden que haga una comedia sobre nuestros políticos y me da una pereza horrorosa. Es algo tan evidente. Es imposible de superar. Es como pintar una puesta de sol con ciervos, no se puede superar la realidad, siempre vas a quedar mal.

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