Diario de Valladolid

Borja Sémper: "Cuando la amenaza se normaliza la sociedad se narcotiza"

El que fuera líder del PP en Guipúzcoa presentó ayer en Tiempo de Historia 'Impuros'

Borja Sémper, ayer, en Valladolid. | ALBERTO UTRERA

Borja Sémper, ayer, en Valladolid. | ALBERTO UTRERA

Publicado por
Julio Tovar
Valladolid

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La Semana Internacional de Cine de Valladolid acogió ayer el estreno en salas, en Tiempo de Historia y fuera de concurso, del largometraje Impuros , un trabajo en el que, bajo la lente de Alberto Utrera ( Yrreal ), Eduardo Madina y Borja Sémper recuerdan la ominosa historia de la banda terrorista ETA, analizan la forma en la que su amenazante presencia marcó el día a día de toda una sociedad, y  proyectan su mirada más allá del País Vasco como una señal de alerta para los tiempos futuros. Dos amigos con ideas diferentes y una misma convicción, la tolerancia de la discrepancia, convertidos en dianas de los asesinos.

Impuros nace de una propuesta de la editorial Plaza & Janés para conmemorar la derrota de ETA, en un libro que recogiera sus vivencias como jóvenes políticos del Partido Socialista y del Partido Popular, respectivamente, en los años del terror; experiencias plasmadas sobre el papel a lo largo de varias jornadas de charla en un viejo caserío de Mondragón. Al final, se sumó al proyecto la cámara de Utrera. "El cine le va a dar mucha más repercusión en un mundo al que queremos impactar: el de la gente joven", celebraba ayer en Valladolid Sémper.

Impuros no solo le recuerda a esa generación que ha crecido sin la amenaza de la serpiente el historial sangriento de los terroristas, que llegaron a asesinar al año a más de cien personas convirtiendo aquel reguero de sangre, plomo y tinta en una "lluvia constante", sino que también plantea cuestiones difíciles de digerir: ‘¿Qué harías tú, si supieras que tu vecino de escalera puede ser amenazado, incluso asesinado, por sus ideas?’ ‘¿Hay explicación al camino del asesinato’, cuestiona en el largo Madina, que a los 26 años sufrió un atentado con una bomba lapa en su coche. ¿Ha tardado la sociedad en formularse esas preguntas?

"Esa es la clave de Impuros : interpelar, que te preguntes cómo hubieras reaccionado tú. Esa pregunta se acompaña de una descripción de cómo se comportó la sociedad vasca, no con el deseo de meterle el dedo en el ojo a nadie, ni de pedirle cuentas, sino de recordar que las ideas totalitarias pueden prender en una sociedad sin grandes problemas socioeconómicos como la vasca», advirtió quien fuera presidente del PP de Guipúzcoa entre 2009 y 2020, cuando abandonó la primera línea de la política. Solo el azar le salvó de que la etarra   Iratxe Sorzabal –vecina y compañera de juegos de la infancia– le descerrajase un tiro en la nuca.

No se puede llorar por todos cuando vives en un cementerio, escribió Solzhenitsyn  hace más de 70 años. Los totalitarismos que se imponen a través del miedo, de la falta de empatía. "Cuando el asesinato y la amenaza se normalizan, cuando se convierten en algo cotidiano, narcotizan la sociedad. Eso hace que la gente vea como normales cosas inaceptables. Pero como decía Stefan Zweig , en Castellio contra Calvino , matar a una persona por defender una idea no es defender una idea, es asesinar. Esto se olvidó en Euskadi. Una parte quedó narcotizada y otra, paralizada", lamentó Sémper.

El antiguo dirigente popular reconoció la dificultad de entender y de explicar que una parte no menor de una generación pudiera ponerse del "lado equivocado de la historia", anulando su "singularidad" como individuos para abrazar el totalitarismo. "Creo que era Savater quien decía que el nacionalismo era como la apendicitis, una inflamación de un sentimiento nacional que se convertía así en un problema. Pues eso llegó a convertirse en algo seductor para una parte de la sociedad vasca, tanto que llegó a justificar los asesinatos", lamentó Sémper.

En Impuros , Madina recuerda que tanto él como su amigo eran hijos de una generación "sin banderas". Algo que ‘matiza’ Sémper: "La principal bandera que tuvimos fue la búsqueda de la libertad y el deseo de recuperar la maravillosa complejidad de vivir en una sociedad plural. Por eso empeñamos nuestra juventud", apuntó. 

Por eso aceptaron un camino solitario, acrecentado, como se ve en el largometraje, al alejarse voluntariamente de los seres queridos cuando se supieron objetivos de los etarras. "Eso se prolongó durante décadas, aminorando sólo a medida que la gente salía a la calle", reconoció ayer un Sémper que pese a todo aún extrae lecciones positivas. "ETA me ayudó a confirmar que los enemigos de la libertad pueden surgir en los sitios más insospechados, también en una sociedad moderna, próspera, sin divisiones religiosas ni grandes conflictividades sociales. No podemos bajar la guardia".

Impuros , a su manera, también desnuda vergüenzas, enfrenta al espectador con las miserias de un país capaz de retorcer la realidad hasta convertir a las víctimas en casi cómplices del terror. "Se deberían encender las alarmas. La democracia es confrontación, choque de ideas, discrepancia, pluralidad. Eso es maravilloso. Pero se convierte en enemigo al que piensa diferente. Y me preocupa, porque no es un caso exclusivo de España: Occidente se mueve por esa pendiente peligrosa de enfrentar a las sociedades. Y yo vengo de una rota por la política, por el nacionalismo. Me gusta por eso que este documental trascienda los hechos de ETA", celebró Sémper.

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