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Valquiria ironiza con los dogmas de un pasado que amenaza con volver

Presenta en el Zorrilla ‘El día más feliz de nuestra vida’, texto que la dramaturga Laila Ripoll ha reescrito para la compañía, inspirado en vida de las cuatrillizas del franquismo

María Negro, Alba Frechilla, Verónica Morejón y Silvia García. | VALQUIRIA TEATRO

Publicado por
Julio Tovar
Valladolid

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A golpe de metales, con la inconfundible y ubicua partitura de Parada de la Fuent e, el NO-DO se disponía a relatar una nueva y feliz historia de héroes anónimos en una sociedad casi idílica. Era un 4 de agosto de 1964: ‘El pueblo de Socuéllamos, Ciudad Real, celebra el octavo aniversario de sus famosas cuatrillizas. Con este motivo el vecindario ha contribuido para que nada falte a las pequeñas. Todos los habitantes acuden con ellas a la parroquia donde las cuatro niñas van a recibir la primera comunión. Cada una de ellas disfruta de una renta mensual de mil pesetas a cargo de una entidad comercial de Cataluña...’, relataba el locutor. Los ojos de un país, puestos ya desde la cuna en la vida íntima de las últimas hijas de un matrimonio humilde, de pocos recursos, y sobre el que se volcó la solidaridad de la sociedad. Aquel 4 de agosto, por cierto,  nacía en Madrid la dramaturga y directora de escena Laila Ripoll .

Con estos mimbres, la cofundadora de Micomicón escribió hace más de tres lustros una pieza corta que fabulaba con el viaje a la madurez de las niñas, educadas bajo los dogmas del nacionalcatolicismo: de la noche previa a su comunión a la víspera de su boda. Esa obra, reescrita para esta ocasión por Ripoll, llega este fin de semana a las tablas del Zorrilla (el día 10, a las 19.30 horas, y el 11, a las 20.30) de la mano de María Negro y Alba Frechilla , que junto a Verónica Morejón y Silvia García llevarán a escena El día más feliz de nuestra vida . Valquiria Teatro vuelve a la cartelera con su primer montaje desde el estallido de la pandemia.

"Conocíamos una parte de este texto, que de alguna forma llevaba años volviendo a nosotras cada vez que preparábamos un espectáculo", explica Negro. Las valquirias contactaron con la dramaturga, que inicialmente había escrito una primera parte –hasta la comunión– para cuatro actrices, y una segunda –hasta la boda– para tres. "Nos propuso volver al original y que ella reescribiera el texto para nosotras, siendo cuatro. No tuvimos duda", celebra la vallisoletana.

Valquiria, que celebra así el décimo aniversario de su fundación, recupera la senda abandonada con los montajes No es otro estúpido espectáculo romántico (2017) y De Miguel a Delibe s (2019). "Nos han dado muchas alegrías, pero queríamos un cambio hacia lo teatral, dejar de ser María y Alba en escena. Queríamos tirar la casa por la ventana y remontar. Se lo debíamos a los ‘valquifans’. Y no podíamos esperar un año más. Hay que seguir pese a la crisis", apunta Frechilla.

El director Carlos Martínez-Abarca volvió a ponerse al frente de las valquirias como ha hecho desde el inicial El premio del bien hablar (2011). "Esta es una comedia que va hasta el límite. Plantea con rotundidad la barbaridad ideológica franquista, que cae sobre las cabezas de cuatro seres inocentes que viven bajo un martillo que tiene a la mujer postergada. Pero eso, verbalizado a través de los temores, sospechas e ilusiones de las niñas, produce tal choque que el humor es inherente, crítico, innegociable", apunta el vasco, que ha trabajado junto a directores como José Carlos Plaza, Blanca Portillo y Juan Mayorga .

"Es un texto muy divertido, una comedia muy ácida, irónica, con un humor casi delirante", subraya Negro que, sin embargo, advierte de que mucho de lo que viven Marijose (Frechilla), Toñi (Morejón), Paloma (García) y Magdalena sigue presente en ciertos ámbitos, especialmente en el mundo rural. "Siendo de otra generación, hay cosas que no nos resultan extrañas, que tocan el corazón. Queríamos hacer un homenaje a esas mujeres que no pudieron elegir su futuro como les hubiera gustado", abunda la actriz. "Es una obra que toca, y no solo a las mujeres: habla de nuestras madres, de una generación que está con nosotros", advierte Frechilla.

Martínez-Abarca, que prefiere no desvelar detalles de la puesta en escena –por primera vez en su carrera alza el telón a la italiana para sorprender al espectador–, recuerda que algunas cosas se vuelven a decir en esta España del siglo XXI –un collage sonoro con fragmentos del NO-DO o con discursos de Pilar Primo de Rivera sobre el ‘verdadero feminismo’, por ejemplo, brindará una buena ocasión pare pensar sobre ello–. "Esta comedia invita a reflexionar en distintas direcciones", celebra el también director de Sweet Home (2013) o En blanco (2016). 

El director del nuevo espectáculo de Valquiria, estrenado el pasado agosto en la XXIV Feria de Teatro de Castilla y León, ensalza la "habilidad" de Ripoll para hilar los dos momentos claves en la vida de las hermanas y desarrollar la personalidad de cada protagonista, todo un "reto" para las actrices, que no solo han tenido que meterse en la piel de unas niñas de ocho años sino que han tenido que rescatar y mantener parte de ese temperamento,  ya como mujeres casaderas, manteniendo la coherencia de la historia. "Laila Ripoll muestra su pasado, su infancia, con las ideas que han recibido y que han castrado su forma de vivir. Y, sin embargo, son diferentes en su evolución: algunas exacerban esa ideología, se aferran a ella para tener un asidero con el que vivir, otras salen por el extremo opuesto, y otras ni se atreven... Es muy inteligente, porque el público puede posicionarse en una escala de grises: todas son víctimas y responsables, a la vez, de su destino", subraya Martínez-Abarca.

Con ironía, con las claves de la farsa, jugando con los claroscuros, sin renunciar a la naturalidad, Valquiria nos enfrenta a nuestro pasado –y nuestro presente–. "Ojala vengan muchos chicos y chicas jóvenes a ver este montaje, para que podamos mostrarles que hay cosas que aún rezuman, para que les abramos una ventana a nuestra historia", concluye Negro.