Diario de Valladolid

La Pasión propicia el ‘encuentro’ de Dalí, Falla y Picasso en torno al ballet

Recuerda el trabajo de los dos artistas en la puesta en escena de ‘El sombrero de tres picos’

Un hombre contempla una de las xilografías de Salvador Dalí. | ICAL

Un hombre contempla una de las xilografías de Salvador Dalí. | ICAL

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Julio Tovar
Valladolid

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Tres genios, tres, como las esquinas de la célebre montera. Y la literatura, el arte y la música propiciando su encuentro. En el centenario del estreno en España –en el Teatro Real de Madrid– del ballet El sombrero de tres picos, la sala de La Pasión recuerda con Le tricorne el ‘encuentro’ entre Manuel de Falla (1876-1946), Pablo Picasso (1881-1973) y Salvador Dalí (1904-1989) en torno a la historia de celos entre el feo molinero y su codiciada Frasquita, y los enredos del insaciable corregidor y su dispuesto alguacil para hacerse con lo que no era suyo.

Con coreografías de Massine y decorados y figurines de Picasso, el ballet tuvo su estreno mundial en 1919, en Londres, 45 años después de que Pedro Antonio de Alarcón publicara la novela. "Es una reflexión sobre el Antiguo Régimen que encarnaran Carlos IV y Fernando VII", recordó ayer durante la inauguración el comisario de la muestra, Óscar Carrascosa , que asistió junto a la sobrina nieta del compositor gaditano, Elena García Paredes , gerente de la Fundación Archivo Manuel de Falla. "Es una crítica social de gran actualidad, pues las debilidades humanas son siempre las mismas: desde el ridículo, señala a la mediocridad del ser humano, a los pequeños poderes establecidos", apuntó el primero.

En ese sentido, las xilografías de Dalí –realizadas en 1959, diez años después de que participase como escenógrafo en su puesta en escena en Nueva York, con un guiño incluido al surrealista Duchamp y sus sacos de carbón– multiplicaron el carácter mordaz de la historia de Alarcón con su personal imaginario: asnos famélicos, sombras que ofrecen viandas para conseguir favores, siniestras figuras zoomórficas... y la capa y el viejo tricornio –"símbolos del Antiguo Régimen", apuntó Carrascosa– colgados de una desconchada pared. 

En la planta superior de la sala municipal se despliegan los figurines de Picasso, sus bocetos para el telón de boca o para elementos como la silla de manos de la corregidora.

"Las trabajos de Picasso y de Dalí se enmarcan en contextos muy distintos", advirtió el comisario. Y es que, si el de Figueras sí quiso "seguir más de cerca el espíritu de la novela, captar la crítica social", el malagueño quiso adherirse al espíritu de celebración de la vida que reinaba en su tiempo, superadas la pandemia de 1918 y la sangría que trajo consigo la I Guerra Mundial, extendiendo su vinculación a otros ámbitos de la producción: desde añadir personajes al libreto a maquillar en Londres a los bailarines, sin olvidar que Falla sumó una obertura a su partitura original para que el público tuviese más tiempo para contemplar el telón diseñado por el artista.

García Paredes, por su parte,  recordó el gran interés que tenía el compositor por otras disciplinas artísticas: "Le interesaban las artes escénicas y siempre estuvo muy vinculado con el arte más actual, porque su música era muy contemporánea. Le venía de niño, porque tenía una habitación donde hacía un teatrito a sus hermanos", recordó.

Junto a las creaciones de los dos artistas plásticos, quien se adentre en la Sala de La Pasión encontrará documentación y objetos personales del compositor, como la partitura del piano de El sombrero de tres picos con anotaciones manuscritas, así como las gafas, la batuta, el metrónomo y el diapasón de Falla.

Le tricorne. Picasso. Falla. Dalí permanecerá en Pasión hasta el próximo 28 de noviembre.

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