De Inza: «La peor violencia es llevar a alguien a la nada»
La actriz aragonesa subraya la vigencia de la obra de García Márquez, cuyas palabras «resuenan con fuerza»
Su grito final, pronunciado como una sentencia en respuesta a la desesperación de quien no sabe cómo mitigar el hambre, resumía 75 años de vida dura, sacrificada, zarandeada y despojada. Una existencia, sin embargo, guiada por unos ideales inquebrantables, por el optimismo propio de quien considera que «la vida es la cosa mejor que se ha inventado», y que, en el momento final, se rebela ante todo sintiéndose «puro» e «invencible». Ni un paso atrás. «¡Mierda!». Los protagonistas de El coronel no tiene quien le escriba dan el salto del papel al escenario hoy sábado, en el Teatro Carrión (19.00 horas), de la mano de Imanol Arias y Cristina de Inza, encabezando un elenco que completan Jorge Basanta, Fran Calvo y Marta Molina. Dirige todo un Carlos Saura. Poco más cabría ya decir.
«Es increíble y triste ver cómo un texto como este resuena aún con tanta actualidad y con tanta fuerza», reflexiona De Inza (Zaragoza, 1965) en declaraciones a este diario. La veterana actriz subraya el clima imaginado por Gabriel García Márquez para retratar el declive de la pareja, pendiente de que el Gobierno pague al hombre una pensión largamente demorada, y con el recuerdo aún fresco del hijo asesinado. «Viven en una sociedad violenta y en estado de sitio, marcada por la pérdida de todo. Les han llevado a la nada y no hay violencia más fuerte que esa, es peor que la violencia explícita. Están en una situación límite», subraya.
«Nosotros ponemos el hambre para que coman los otros. Es la misma historia desde hace cuarenta años», lamentará el personaje ideado por Gabo en boca de la actriz zaragozana. Ella, la mujer del anciano, dice la de Velvet o El Ministerio del Tiempo, es el contrapunto, es quien trata de mantener los pies en el suelo. «El optimismo del coronel es su única salida, es lo único que le queda donde agarrarse: él busca la esperanza, pero de ella no se come aunque con ella se viva como también se hace con la dignidad; ella, por el contrario, vive el día a día y ve como su casa, lo más íntimo, va desapareciendo», detalla.
La veterana actriz reconoce que es «un lujo y un caramelo» encontrar «personajes femeninos de esa edad con su fuerza, color, profundidad y recorrido». Y no es fácil, dice, pues pese a su larga experiencia sólo otra mujer le ha procurado «tantas satisfacciones» como el personaje de García Márquez: «Fue el de Dora Maar, artista y amante de Picasso, en el montaje que hizo El Temple Picasso adora la mar, que era también tremendo por todo lo que tenía por dentro», recuerda de Inza.
Así que la mujer del coronel volverá hoy a arrastrar su asma hasta los fogones, y volverá a poner piedras a hervir para que los vecinos no sepan de su hambre, y volverá a decir que está hasta «la coronilla de resignación y dignidad» y a suplicar que vendan el maldito gallo. «Entiendo a los dos. Como mujer siento gran empatía por ella, porque en la historia siempre han existido y existirán muchas mujeres que en la retaguardia han sido apoyo y sustento moral y psicológico. El amor puede con muchas cosas adversas en la vida. Pero también entiendo al coronel, que se ha pasado toda la vida luchando... Tirar la toalla es imposible cuando has sobrepasado un punto», advierte Cristina de Inza.