Diario de Valladolid

EXPOSICIÓN EN EL PALACIO DE VILLENA. 'EL DIABLO, TAL VEZ, EL MUNDO DE LOS BRUEGHEL'

El MNE se adentra en la tentación y el diablo de la mano de los Brueghel

El Museo de Escultura reflexiona sobre el pecado y el demonio estableciendo un diálogo entre siglos y obras de diferentes formatos

La directora del  Museo de Escultura,  María Bolaños, junto a las ‘Tentaciones de San Antonio’, el cuadro de Jan Brueghel de Velours que articula la exposición. En la fotografía del centro, Didier Belondrade, contempla la escultura de un demonio de madera-

La directora del Museo de Escultura, María Bolaños, junto a las ‘Tentaciones de San Antonio’, el cuadro de Jan Brueghel de Velours que articula la exposición. En la fotografía del centro, Didier Belondrade, contempla la escultura de un demonio de madera-

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Ana de la Fuente

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La tentación. El pecado. El diablo. Es la terna que nutre la exposición El diablo, tal vez. El mundo de los Brueghel que desde ayer y hasta el próximo 3 de marzo puede visitarse en el Palacio de Villena, subsede del Museo Nacional de Escultura. Una muestra «pequeña, casi de cámara», destacó ayer la directora del Museo, María Bolaños, pero «intensa y densa» al estar poblada por centenares de seres y personajes «infernales, perversos y enloquecidos» que «parecen esconder un enigma indescifrable».

Un escenario inquietante para dar rienda suelta a la imaginación en una exposición que se articula en torno a Las tentaciones de San Antonio, un gran lienzo del maestro Jan Brueghel de Velours, perteneciente a la colección del Museo de Escultura en el que el santo eremita lee ajeno a los placeres sensuales o carnales que le rodean.

Esta obra es la encargada de dar la bienvenida al visitante y la que enhebra el «hilo rojo» que cose obras y escenas de una exposición desbordante, enérgica, inquietante y de un gran magnetismo visual que reúne piezas de diferentes disciplinas fechadas entre el siglo XVI y el siglo XXI. Desde el núcleo principal de la muestra protagonizado por la familia Brueghel, que elevó a categoría de género artístico esta temática, hasta el lenguaje contemporáneo de Antoine Roegiers quien, a través de varias instalaciones de vídeo, ‘descongela’ y pone en movimiento a los extraños protagonistas de los pecados. Gracias a su instalación, la gran locura flamenca abandona la inmovilidad y cobra vida.

El Museo de Escultura explora en la última gran exposición del año, un territorio muy fértil en la tradición artística y se adentra en la tríada: tentación-pecado-diablo con piezas del taller de El Bosco, de Pieter Brueghel ‘el Viejo’, de Jan Brueghel de Velours y varias más anónimas, con fondos procedentes del propio Museo, del Prado, del Lázaro Galdiano y de la Biblioteca Nacional.

Y es que, según relató ayer María Bolaños, con la irrupción de la pintura flamenca, el diablo, «hasta entonces un elemento divertido y grotesco, pasó a condensar todos los males de la humanidad preocupada ya por la salvación y la culpa».

«En una Europa rota por la división entre cristianos, el demonio era un enemigo útil que reforzaba la identidad colectiva». Él encarnaba, además, el lado oscuro del individuo:los fantasmas, los sueños, las amenazas, las angustias o las tentaciones.

Es en este contexto cuando la figura de San Antonio cobra protagonismo como la «quintaesencia del eremita» y comienza a conquistar las artes plásticas. Será precisamente esta figura el faro que alumbrará El diablo, tal vez. Así, las obras reunidas en esta exposición evocan, replican, complementan o actualizan este óleo poblado de microescenas con seres inquietantes que acosan al santo eremita y que Jan Brueghel de Velours realizó a comienzos del siglo XVII .

Junto a este cuadro que preside la primera sala titulada ‘Una temporada en el infierno’, se presentan también dos tablas procedentes del Museo del Prado, dos relieves realizados por discípulos de Berruguete, un lienzo del taller del Bosco o un escritorio del siglo XVII con el frontal decorado con escenas de eremitas destacando entre todas la que tiene como protagonista a San Antonio tentado en su retiro por una seductora dama y acechados ambos por un pequeño demonio vigilante.

El siguiente espacio, bautizado como ‘El pandemónium de los pecados’ invita al espectador a recorrer la gula, la lujuria, la avaricia, la ira, la desidia, la soberbia o la envidia a través de siete grabados de Brueghel el Viejo procedentes de la Biblioteca Nacional. Una serie que dio al maestro holandés su celebridad como gran dibujante presentando un mundo embaucador y laberíntico en el que siempre ronda el Maligno. En decenas de microescenas, hombres, animales, demonios y criaturas de pesadilla son mostrados en una suerte de enredo corpóreo levantando acta del desenfreno humano. Yes que, según una cita de Lutero que se reproduce en una de las paredes de la sala, ‘El diablo se pega al hombre más estrechamente que su camisa, más estrechamente, incluso, que su piel’.

Junto a este espacio, la estupidez, la glotonería o la procacidad se rebelan contra el estatismo. Los extraños e inquietantes protagonistas de los pecados capitales cobran vida. Bajo el título ‘Brueghel animado: un juego de espejos con el siglo XXI’, el joven artista belga Antoine Rogeirs pone en movimiento las escenas bruegelianas gracias a siete vídeos que desemascaran las intenciones de cada trama, completando las historias e invitando al espectador a adentrarse en cada uno de los microrrelatos que siglos atrás construyó en su imaginario el maestro holandés.

Como complemento de todo este proceso, la exposición se cierra con un último capítulo:‘El rompecabezas de Brueghel’ con una colección de los dibujos preparatorios que Roegiers utilizó para su proyecto «de una fertilidad poética tan sutilmente subversiva como fue en su tiempo la obra de los Brueghel», celebró Bolaños.

Con impecable maestría técnica, Roegiers redibuja por separado arquitecturas, personajes y geografías en una suerte de rompecabezas que, una vez recompuesto, permirá descubrir los destinos de esos seres híbridos, solitarios y perdidos.

El diablo, tal vez. El mundo de los Brueghel ofrece, de este modo, un recorrido por diferentes disciplinas y un juego de espejos a través de los siglos para construir un «relato museográfico», como ayer apuntó durante la inauguración el subdirector general de Museos Estatales, Miguel González Suela.

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