ÁLEX RODRÍGUEZ - Director del Festival de Teatro de Urones
«Me apasiona el teatro del Fetal, toca la fibra»
En el regreso del Fetal, su responsable reivindica una cita vinculada al paisaje y al paisanaje de la localidad, que sorprende incluso a las compañías
Urones de Castroponce, con sus 114 vecinos, vuelve a obrar el milagro. Desde hoy y hasta el 20 de agosto, su Festival de Teatro Alternativo lleva a las calles de la localidad –y a las de Rioseco, Mayorga, Valdunquillo, Villalón y la leonesa Valderas– las creaciones de 17 compañías. Una vuelta a los clásicos, cine-documental apegado al presente, clown, intervenciones de arte efímero, historias que apelan a la memoria íntima, música, teatro de objetos... El XXI Fetal alza el telón dispuesto a «tocar la fibra» del espectador, como pretende su responsable Álex Rodríguez.
Pregunta.– Dicen en el Ministerio que el Fetal es una «cita imprescindible». ¿Por qué?
Respuesta.– En primer lugar, por su geografía, porque es un teatro de calidad ubicado en una pequeña localidad de Tierra de Campos. Además, surge del propio pueblo en 1996, de la semana cultural que impulsa su asociación de mujeres, que ha ido sumando gente desde entonces. Y, por último, por el asombro que genera hasta en las compañías, que se sorprenden de que se haga esto en Urones... Y esa sorpresa se palpa y se transmite.
P.– El Fetal ofrecerá espectáculos que indagan en las relaciones con el otro como punto de partida para el conocimiento de uno mismo. ¿Nada como el teatro para descubrirnos?
R.– Con todo el respeto, tiene mucho de terapéutico. Emocionalmente, sea cual sea su espacio, llega de otra forma a la gente. Salva. Oxigena. Por eso este Fetal habla del exilio en lo bello, porque es como pegar un grito a la ciudadanía para animarle a que se exilie un rato en Urones, en sus escenarios. A mí me apasiona investigar en el tipo de teatro que se puede ver en Urones, con historias que tocan mucho la fibra. Esa chispa quiero que esté siempre en el Fetal.
P.– Qué arriesgado al hablar de belleza y exilio en una localidad menguante, que pierde población, con un festival creciente, que se expande con sus satélites.
R.– Este año, por ejemplo, Ester Bellver viene con un montaje muy personal y emotivo, Réquiem, con el que nos sitúa ante la despedida de su padre. Tiene también algo de exilio, como de decir ‘papá, te dejo marchar en paz, tranquilo’. Y eso ocurre en Urones, con gente que se nos va para siempre y que deja su huella. Hay, en efecto, algo de contradictorio, de conflicto que es tan necesario en el teatro, porque sin él no hay historia posible. Y esa contradicción está en la naturaleza del Fetal, que genera valor, que atrae por unos días a gente de fuera y crece incluso en un entorno que tiende a despoblarse.
P.– Ha querido reivindicar a las creadoras en esta edición que, más allá de cuestiones de género, nos hablan de cuestiones como el drama de los refugiados o la emigración.
R.– No queremos ser abanderados; no somos tan grandes ni tan importantes para eso. No es tanto una defensa por la igualdad como un querer visibilizar el trabajo que llevan haciendo desde hace muchos años. Tienen muchas dificultades para ser programadas en una cartelera estándar, con su estilo emotivo y reflexivo, con su forma de narrar y de tocar las heridas. Y yo quiero tenerlas a mi lado porque saben dirigir, realizar vestuarios, levantar producciones... Y eso lo tiene que conocer la gente.
P.– Qué obra le gustaría ver en el Fetal, tan apegado siempre a su territorio, que cuente la historia de Urones de Castroponce.
R.– Una en la que ya estamos metidos para contar en los próximos años. Sigo trabajando con Mercedes Herrero, de Alkimia 130, y ya en el décimo aniversario del Fetal mostramos su historia con TierrAdentro. Me gustaría trabajar con ella y con el fotógrafo Gerardo Sanz sobre la memoria del territorio, ir casa por casa para conocer la historia de las personas que han vivido y siguen viviendo en Urones. Es un proyecto narrativo y visual que comenzaremos cuando concluya el festival, sin prisas. En esta Comunidad parece que se va perdiendo la identidad de nuestros pueblos y el teatro puede ayudar a hacer territorio.