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V CENTENARIO

Cultura ignora a Valladolid con la gesta de Magallanes

El Ministerio prepara los actos en recuerdo de la primera travesía alrededor del mundo completada por Elcano, y ‘olvida’ que fue en Valladolid donde el marino portugués obtuvo el respaldo del rey

Publicado por
Julio Tovar
Valladolid

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El pasado mes de junio, el Consejo de Ministros anunció la creación de la Comisión Nacional para la Conmemoración del V Centenario de la expedición que dio la primera vuelta al mundo, capitaneada por el portugués Fernando de Magallanes, seguro de descubrir una ruta occidental hacia la Especiería, y el vasco Juan Sebastián Elcano. La travesía comenzó el 10 de agosto de 1519.

Considerado como «acontecimiento de excepcional interés público», desde el Ministerio de Cultura recuerdan que «esta empresa naval, que requirió de enorme tenacidad y esfuerzo para superar múltiples penalidades, condujo tres años más tarde a completar la hazaña descomunal de la primera vuelta al mundo, finalmente culminada gracias al arrojo, valor, destreza marinera y visión de Juan Sebastián de Elcano, que estuvo de regreso en Sevilla el día 6 de septiembre de 1522».

Fernando de Magallanes había caído en combate, luchando contra los isleños de Mactán, después de que una flecha envenenada le atravesara una pierna, según narró uno de los suyos.

En el escueto relato trazado desde Cultura, se citan los hitos de una travesía que llevó a los marinos de las naves Trinidad, San Antonio, Concepción, Santiago y Victoria desde «Sanlúcar de Barrameda a Tenerife, costas de Sierra Leona, Río de Janeiro, el Río de la Plata, por entonces conocido como Río de Solís, la Patagonia, la Tierra del Fuego y el Estrecho al que, con el tiempo, se le dio nombre del mencionado capitán general, el Pacífico y las islas Marianas, las islas Filipinas, Sumatra y las Molucas, el cabo de Buena Esperanza y las islas Cabo Verde para retornar al puerto de donde había zarpado».

El viaje, sin embargo, comenzó antes, en un lugar que no aparece citado en la narración del Ministerio de Cultura: Valladolid. Según reconoció la concejala de Cultura a este diario, el Ayuntamiento aún estudia si se sumará a los actos conmemorativos. «Lo estamos valorando, pero puesto que Valladolid no fue convocada a la Comisión del aniversario de Cervantes, en la que solicitamos participar por muchos y buenos motivos, nos esperamos lo peor en esta ocasión. La relación es mínima», admitió Redondo. La Diputación de Valladolid no se pronuncia.

Fue el 22 de marzo de 1518, cuando Magallanes y su socio el astrónomo luso Ruy Falero, caballeros de la Orden de Santiago, lograron en la ciudad del Pisuerga lo que no habían conseguido del rey portugués Manuel I: que Carlos I, que unas semanas antes había jurado su cargo ante unas Cortes reunidas en el Colegio de San Gregorio de la capital castellana, los nombrara Adelantados de la Corona, merced a las llamadas Capitulaciones de Valladolid.

En ellas, el Rey declaraba lo siguiente: «Por cuanto vos, Fernando de Magallanes, caballero natural del Reino de Portugal, y el bachiller Ruy Falero, así mismo natural del dicho Reino, queriéndonos hacer señalado servicio, os obligáis de descubrir en los términos que nos pertenecen y son nuestros en el mar océano, dentro de los límites de nuestra demarcación, islas y tierras firmes, ricas especierías y otras cosas de que seremos muy servidos y estos nuestros Reinos muy aprovechados…».

Con esas palabras comenzó a escribirse la historia. Entre abordajes, deserciones y naufragios, sólo regresó a la Península la última de la nao Victoria, el 6 de septiembre de 1522, con una veintena de hombres de los 237 que partieron. Elcano se convirtió en el Primus Circumdedisti Me (El primero en darme la vuelta), como rezaba el escudo de armas que le fue otorgado por el emperador al culminar su hazaña.

Hubo quien registró la crónica de aquella aventura, del Primer viaje alrededor del Globo, como la definió el italiano Antonio Pigafetta, que dio fe de las penurias a las que se vieron sometidos y de cuanto vieron con asombro, desde pingüinos y tiburones a «gigantes», a veces matizado por el velo de la superstición: «En medio de estas islas experimentamos una tormenta terrible, durante la cual los fuegos de San Telmo, de San Nicolás y de Santa Clara se vieron varias veces en la punta de los mástiles; notándose cómo, cuando desaparecían, disminuía al instante el furor de la tempestad», anotó.

A su regreso, Figafetta le hizo entrega al ya Emperador, también en Valladolid, del libro que había escrito.