EXPOSICIÓN EN LA GRAN / 'LENTA VENGANZA DE LO INMÓVIL'
La naturaleza como punto de reflexión
Paula Anta, Tamara Feijoo y Ella Littwitz utilizan la naturaleza como germen de sus procesos creativos
La galería de arte La Gran (calle Claudio Moyano, 16) reúne hasta el próximo 9 de septiembre la obra de tres mujeres, tres artistas que, a través de diferentes disciplinas, reflexionan sobre la naturaleza.
Bajo el nombre Lenta venganza de lo inmóvil, -título tomado de los versos del poema de Octavio Paz Entre la piedra y la flor- Paula Anta (Madrid, 1977), Tamara Feijoo (Ourense, 1982) y Ella Littwitz (Haifa, Israel, 1982) exploran la naturaleza «utilizando la vegetación como metáfora de la realidad sociocultural contemporánea, como un elemento colonizador del espacio artificial construido por el ser humano», explica Pedro Gallego de Lerma, responsable de La Gran.
Así, la galería recibe a tres artistas inéditas en Valladolid que, desde el dibujo y la fotografía pero también la escultura o la instalación, utilizan la naturaleza como germen de sus creaciones. Las plantas y sus procesos vitales son un símbolo desde el que aludir a otras realidades. «La naturaleza va ocupando libre, silenciosa y pausadamente el espacio modificado por la mano del hombre en un intento de volver al ‘statu quo’ original previo a su intervención», dice Gallego.
Y si mientras para Anta y Feijoo es importante el viaje, la observación y la experiencia in situ, para Littwitz lo es también la investigación histórica.
Así, Tamara Feijoo crea con sus dibujos pequeñas vanitas florales. En ellos documenta la flora y fauna locales dirigiendo su mirada a la biodiversidad que se genera en el entorno urbano como si de un oasis se tratara. Trabajos de una gran minuciosidad digna de estudios científicos o botánicos y que invitan al espectador a detenerse y aproximarse ante la pieza para apreciar el detallismo de sus composiciones. Y aunque la naturaleza puede parecer que permanece impasible, la combinación de ésta con el resto de los elementos que inmortaliza en sus piezas abre una mirada romántica planteando la caducidad de la vida como algo ineludible. A ello ayudan, los soportes empleados.
Son cimientos frágiles, papeles amarilleados o incluso rotos. Soportes que, por sí solos, ya cuentan una historia.
Frente a la minuciosidad de Feijoo, las fotografías de la madrileña Paula Anta recrean una silenciosa invasión de la naturaleza. Como si de un dibujo se tratase, la vegetación juega, se inserta, coloniza e invade las estructuras arquitectónicas de la Cité International de París. Anta enfrenta artificio y realidad, naturaleza y arquitectura y confronta la cálida luz natural que entra por los vanos de la habitación con la fría iluminación de las estancias retratadas.
Por último, la israelí Ella Littwitz busca en la representación de lo vegetal una manera de concebir objetos disfuncionales que soportan una pesada carga histórica. Sus dibujos en lápiz sobre papel de la serie Uproot o sus esculturas bautizadas como The intruders hablan de su tierra y aluden a la territorialidad, la nacionalidad o la identidad colectiva con un sólido trasfondo crítico generando discursos profundamente comprometidos.
Así, sus esculturas (The intruders) son como «intrusos» que invaden el espacio expositivo de La Gran y que pueden estar relacionadas con el conflicto de su país, al igual que las malas hierbas de su serie de dibujos Uproot funcionan también como metáforas plásticas del desarraigo.