Diario de Valladolid

El garito de los sueños

Víctor Conde aúna música, teatro, drama y comedia en un espectáculo que aborda la historia de un joven maltratado por la vida dispuesto a todo para conseguir fama y dinero

Una escena de ‘El cabaret de los hombres perdidos’ que llega hoy a la sala Concha Velasco del  LAVA  bajo la dirección de Víctor Conde.-EL MUNDO

Una escena de ‘El cabaret de los hombres perdidos’ que llega hoy a la sala Concha Velasco del LAVA bajo la dirección de Víctor Conde.-EL MUNDO

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Ana de la Fuente

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La sala Concha Velasco del Laboratorio de las Artes se transforma hoy en un lúgubre y sórdido antro nocturno de la mano del polifacético Víctor Conde (The Hole 2, Los miserables, La ratonera) con el destino y los sueños como protagonistas.

El cabaret de los hombres perdidos abrirá hoy sus puertas (20,30 horas) «al amor, lo sórdido, lo bello, lo divertido o la traición» en una propuesta transgresora sobre el drama contado con tono de comedia de un joven golpeado por la vida -su madre murió cuando era un niño y con un padre maltratador- que huye a la ciudad en busca de sus sueños. Quiere ser cantante, pero la llegada accidental a un salón de tatuaje le cambiará la vida.

Cristian Simeón y Patrick Laviosa estrenaron este espectáculo en París en 2006 logrando dos premios Moliére. Años después, se representó en Argentina, donde también fue galardonado con seis Premios Hugo. Ahora, es Víctor Conde el que aporta una nueva teatralidad a este montaje a medio camino entre el cabaret, la comedia, el drama musical y el teatro al uso.

Cayetano Fernández (Badajoz, 1989) es Dicky, un joven con muchos sueños que quiere triunfar como cantante. Busca fama y dinero. Tras una persecución aparentemente relacionada con su aspecto homosexual, llega a un sórdido cabaret-bar- salón de tatuajes. Todavía no sabe que esa persecución le ha llevado a una nueva forma de vivir en la que se encontrará con su destino. La oscura y sombría calma que reina en el ‘Tatoo’ se romperá con su llegada. Dicky subirá a la gloria y bajará a los infiernos. «Creerá haber encontrado su refugio, pero lo que ha encontrado es su futuro. Será un bombón envenenado tras un brillante envoltorio. Las risas del primer momento se tornarán amargas», señala Cayetano Fernández.

Allí se topará con los tres ‘habitantes’ del misterioso cabaret: Destino (Mikel Mateu), un tatuador (Armando Pita) y un transexual, Lullaby (Ferrán González) que le pondrán las cartas sobre la mesa marcadas con el único destino que le aguarda. «Ellos le curarán las heridas producidas por los golpes, pero también le mostrarán cómo puede ser su vida desde ese mismo instante» plasmando sobre su piel todo un lienzo de tatuajes, «los obstáculos que se va a encontrar en la vida. Una oferta muy diferente con la que él siempre soñó», dice Fernández, quien defiende «la importatancia de soñar, pero siempre con los pies en el suelo».

Bajo una estética cabaretera, desenfadada y un tanto surrealista, subyacen muchas capas: El amor, lo sórdido, lo bello, lo divertido, la ilusión a corto plazo, los errores, el dinero fácil, la traición, los sueños. La subida y la caída. La risa y el llanto. La música y el silencio. La vida y la muerte.

«Pero a pesar de lo que que pueda parecer -remarca el protagonista-, el humor es una constante en esta obra que toca directamente el corazón».

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