Reche exhibe la soledad de sus naturalezas muertas

La sala de exposiciones del Calderón reúne desde ayer y hasta el 8 de diciembre medio centenar de obras del artista vallisoletano Enrique Reche, algunas de las cuales fueron realizadas en un taller que el gran maestro del realismo Antonio López impartió en el LAVA en 2013 y que, según apuntó Reche, supuso un punto de inflexión en su carrera. «Este taller fue como un kilómetro cero. Todo cambió de forma radical para mí, pero no solo en lo que se refiere al arte sino también en la forma de ver la vida».

Junto a estas obras, la sala presenta también una selección de sus cuadros fechados entre 2013 y 2016, pero todos ellos siguen la estela de la pintura de su gran maestro y referente. «Sus enseñanzas han sido vitales. Hablar con él es aprender de arte y de la vida», reconoce este autor de precisa ejecución tanto en los trazos del dibujo como a la hora de utilizar el color y para el que el realismo es su «principal mandamiento».

Partiendo de elementos sencillos y cotidianos, Reche dota a sus naturalezas muertas de una particular soledad, crudeza e intensidad dramática creando atmósferas frías y, en cierta manera, un tanto oníricas. La vida frente a la muerte, la naturaleza frente al artificio. Como si de un notario de la realidad se tratara, sus obras muestran el inexorable paso del tiempo y la huella que deja en objetos tan cercanos como granadas, ciruelas, calabazas, vísceras de animales, una cabeza de ternera ensangrentada o una serie de huesos de jamón a los que apenas les queda nada que cortar.

Pinturas en estado puro que muestra la caducidad de la vida realizadas con el virtuosismo de un pintor clásico. Como su serie de troncos de árboles de los que solo queda su esqueleto.

La exposición de Enrique Reche, que permanecerá abierta hasta el 8 de diciembre, pone el «broche de oro», destacó ayer la concejala de Cultura Ana Redondo, a las muestras de artistas locales que este año ha acogido la sala del teatro Calderón.