Diario de Valladolid

CENTRO CULTURAL FUENTE DORADA

El teatro de la integración se apellida Marsillach

La compañía de Blanca Marsillach y la Fundación Repsol acercan dos obras de Chekhov a los discapacitados

Una escena de una de las obras  de Chekov que mañana se pondrá en escena en el Centro Cultural de Fuente Dorada.-EL MUNDO

Una escena de una de las obras de Chekov que mañana se pondrá en escena en el Centro Cultural de Fuente Dorada.-EL MUNDO

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Ana de la Fuente

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La solidaridad en el mundo del teatro va a asociada a un apellido escrito con letras de oro en las artes escénicas:Marsillach. Blanca, la hija del autor, actor y director Adolfo Marsillach lleva una década empeñada en demostrar que la discapacidad o la exclusión social no debe ser un «impedimento» para «hacer cumplir los sueños». Así, después de poner en escena una serie de espectáculos protagonizados por mujeres maltratadas, ex presidiarios, ex toxicómanos, parados de larga duración o personas en riesgo de exclusión, la compañía de teatro de Blanca Marsillach, en colaboración con Varela Producciones y la Fundación Repsol, vuelve ahora su mirada al mundo de los discapacitados. La cita es mañana, a partir de las 10,30 horas, en el Centro Cultural Fuente Dorada (plaza Fuente Dorada, 6) a través de dos textos de Chekhov:El oso y Petición de mano.

Dos actrices con discapacidad: Adela Estévez y Miriam Fernández acompañarán sobre el escenario al actor y director Xabier Olza en esta representación. «Es asombroso comprobar su disponibilidad, su ilusión y sus ganas de trabajar», dice Blanca Marsillach sobre ellas.

El Oso y Petición de mano son dos obras adaptadas al público al que van dirigidas. Mientras en El Oso se muestra la reacción ridícula de una persona frente a situaciones inesperadas, la comedia Petición de mano «está plagada de situaciones absurdas entre una joven soltera, su madre histérica y un pretendiente hipocondriaco que ponen de manifiesto cómo muchas veces el ser humano se deja llevar por su carácter sin importarle sus intereses».

Blanca Marsillach explica que la peculiaridad de este espectáculo es que una vez finalizada la función, «los espectadores se suben al escenario y se convierten en improvisados actores emulando la obra que han presenciado». Además, una decena de voluntarios de la Fundación Repsol de Valladolid lleva varios días familiarizándose con el teatro inclusivo para presentar la obra, acompañar al público el día de la función y para hacerse cargo de los talleres de improvisación que tendrán lugar después.

Marsillach insiste en la necesidad de que estos proyectos «se mantengan vivos» para poder seguir trabajando por la integración de las personas con capacidades distintas en el terreno de las artes escénicas. «El año pasado viajábamos con una persona y este año trabajamos con dos actrices, lo cual significa que estamos avanzando, pero aún nos queda mucho terreno por recorrer», reconoce.

También para Fundación Repsol, contribuir a la integración social de los discapacitados es uno de los objetivos en los que está más comprometida. Para ello, trabaja en iniciativas que abarcan la educación, la cultura y el deporte, promoviendo actividades inclusivas que lleven a la integración total de este colectivo.

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