Diario de Valladolid

ESPÍRITUS LIBRES. ALBA GARCÍA / FOTÓGRAFA

"Estamos acostumbrados a las pantallas pequeñas y no apreciamos el valor de una fotografía"

La fotógrafa gastronómica Alba García posa frente a su exposición Gastro Arte, en el local Barrio Húmedo de Madrid.

La fotógrafa gastronómica Alba García posa frente a su exposición Gastro Arte, en el local Barrio Húmedo de Madrid.argicomunicación

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De la añada del 86. Nacida en Vigo, pero afincada en Burgos. Con estudios en Comunicación Audiovisual por la Universidad Complutense de Madrid. Más tarde, se especializó con un Máster de Fotografía de Publicidad y Moda en la escuela universitaria de artes TAI. Se desenvuelve como freelance en el mundo de la fotografía y del estilismo de escena y de producto, destacando su trabajo con la fotografía gastronómica. En 2024 lanzó su exposición Gastro Arte, que puede visitarse en el establecimiento Barrio Húmedo de Madrid.

El anterior entrevistado, Rodrigo González, hizo esta pregunta sin saber a quién iba destinada:

P.- ¿Qué te falta para ser completamente feliz?

Respuesta.- Tener el superpoder de transformar el tiempo a mi antojo y conseguir más momentos de calidad con mi familia y amigos.

P.- ¿Qué es para usted ser un espíritu libre?

R.- Una persona que disfruta del presente y que tiene tiempo hasta para disfrutar de un atardecer.

P.- ¿Cómo se gana la vida?

R.- Hago “fotos para comérselas”. Soy fotógrafa gastronómica, principalmente.

P.- ¿Qué le gustaría ser de mayor?

R.- Una disfrutona. Disfrutar de la vida, de la gente que me aporta, del paso del tiempo y de seguir aprendiendo.

P.- ¿Tiene algún sueño por cumplir?

R.- Muchísimos... Dominar más idiomas y perder el miedo a volar.

P.- ¿De qué se siente más orgullosa?

R.- Es una pregunta muy difícil porque soy demasiado autoexigente. Una de mis fotos fue seleccionada para un concurso internacional de fotografía gastronómica, el Pink Lady, y estoy muy orgullosa de ello.

P.- ¿Qué es para usted el amor?

R.- El sentimiento más profundo, el que mueve el mundo, aunque cambie con el tiempo.

P.- ¿Qué tal se lleva con Dios?

R.- Me encantaría decir que es la respuesta a las miles de preguntas y problemas que no tienen solución, pero no puedo. No tengo relación con Él.

P.- Un espíritu libre al que admire.

R.- Mi madre, Ana. Porque siempre ha creído a mí.

P.- Fotógrafa, ¿desde cuándo? ¿Siempre lo tuvo claro?

R.- Profesionalmente, me dedico a esto desde hace una década. Pero tengo una cámara en la mano desde los seis años.

P.- ¿Recuerda las primeras cámaras que tuvo en sus manos?

R.- Me acuerdo de un viaje que hice a Egipto de pequeña con una webcam muy rudimentaria, que no tenía ni marca. Luego mi padre me regaló una Nikon analógica que todavía guardo. He visto la vida siempre a través de imágenes, pero nunca me he tomado la fotografía como una obsesión. Hoy en día la gente hace demasiadas fotos.

P.- ¿La última vez que reveló en la cámara oscura?

R.- En la facultad. Era una asignatura de libre elección, pero a mí me encantaba encerrarme en el cuarto oscuro con la luz roja y revelar mis fotografías. Tendría que recordar cómo era la técnica, pero seguro que volvería a pasármelo muy bien.

P.- ¿Qué se le da mejor? ¿Ajedrez, tocar el piano o hablar chino?

R.- El ajedrez, sin duda.

P.- ¿Y cómo le dio por aprender chino?

R.- Mi madre me dijo que con inglés, español y chino dominaría el mundo (ríe).

P.- ¿Cómo aterriza en la gastronomía?

R.- Llegué casi por casualidad. Vi un anuncio en la bolsa de empleo del Máster, me apunté y les gustó mucho mi trabajo. Con esa agencia llevo diez años trabajando.

P.- ¿Y tenía relación antes con el mundo gastronómico?

R.- Para responder voy a contar una anécdota. Cuando fui con una amiga y su familia a Quiroga, a los ocho años, todos los niños se pidieron filetes empanados. Pero yo me pedí jabalí con mermelada, simplemente porque nunca lo había probado. Siempre tuve esa inquietud de probar cosas nuevas y la gastronomía no era una excepción.

P.- ¿Un “inepto” usando un móvil puede hacer competencia a un profesional con su cámara?

R.- No, son cosas totalmente diferentes. El problema es que estamos acostumbrados a ver el mundo a través de una pantalla pequeña. Así no se puede percibir el valor real de una fotografía. Un profesional, con un material también profesional, siempre aportará un valor diferencial a la fotografía.

P.- Usted vive en Burgos. ¿Algún elemento de la ciudad ha protagonizado sus fotos?

R.- Como curiosidad, en las fotos de mi propia boda tenía la catedral detrás.

P.- ¿Usted se hace selfies?

R.- Muy pocos. Fuera del ámbito profesional no soy partidaria de hacer fotos todo el rato. La gente se hace fotografías constantemente…

P.- ¿Dónde podemos ver su obra?

R.- Ahora mismo tengo una exposición en Barrio Húmedo, un local en Madrid, al lado del Retiro. También estoy activa en redes sociales. Mi Instagram es @albagardez.

P.- Déjeme una pregunta para el siguiente invitado.

R.- ¿Cuál es tu mayor miedo en la vida?

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