De la zapatería familiar de Alfonsa a convertirse en los ‘Reyes del Mango’
El gerente del grupo zamorano Se7entay6eis Emilio Prieto recuerda cómo Mango llegó de la mano de su familia a Zamora, «antes que a Valladolid o Salamanca» y el primer año vendió 40 millones de pesetas
Con apenas once años, su madre, Alfonsa Martín, le «cogió de las orejas» y le dio una instrucción clara y concisa: «Vamos a abrir una zapatería, vente a abrir cajas» . Y desde entonces, Emilio Prieto mantiene ese compromiso, aunque mucho más amplificado: las cajas se han convertido en tiendas. Ese negocio familiar, bajo el nombre Oso D’or, con unos míticos columpios para que los más pequeños se prueben los zapatos mientras se divierten, abrió tratando de hacerse un hueco entre los zamoranos y es ya, 46 años después, un referente al que Alfonsa no falta cada mañana y en el que varias generaciones se han columpiado. Y comprado. A sus 87 años no se plantea cambiar esa rutina. «¿Jubilarme? De momento, no. Y que Dios me dé salud».
No sólo es el hogar de Alfonsa, tienda de cabecera de abuelos, padres y nietos, sino el faro de su hijo Emilio. El punto de partida personal de una actividad empresarial que abarca más allá de la provincia y de la Comunidad.
Ese 76 en el que abrió tantas cajas y fue testigo de cómo nace un negocio no fue para él un año más. Fue ‘el año’. Hoy convertido en un empresario con varios éxitos en su haber, el entonces chaval de once años empezó a forjar su futuro que irremediablemente iría ligado a la actividad comercial por siempre. «Esos fueron mis principios laborales, en la zapatería. Te implicas desde que te empiezan a salir los dientes», afirma el gerente y miembro fundador del grupo zamorano SE7ENTAY6EIS , que posee varias tiendas franquiciadas de moda a lo largo del país. Una empresa que bajo su batuta y la de su hermano Francisco -que tomaron el relevo de su padre Francisco Prieto– se ha expandido hasta cotas que cuando comenzaron la aventura ni siquiera soñaban. Dos hermanos tocando al unísono, imparables ‘Reyes del Mango’.
Su grupo está dedicado al retail (palabra inglesa que se usa para referirse a «comercio al detalle», o lo que es lo mismo, la venta al por menor de productos al consumidor final, en su caso centrado en confección y moda). «Con ADN zamorano», tiene a gala ser el más potente de su sector en Castilla y León. Tres datos avalan esta afirmación: facturó 22 millones en el último año, posee 21 tiendas en todo el país repartidas por siete comunidades autónomas, que serán más antes de que finalice el año, y cuenta con una plantilla de 202 empleados, 30 de ellos en la Comunidad.
Es franquiciado de varias marcas de moda ya asentadas como Mango, Kiabi, OVS o Etam. Para quienes no estén familiarizaos con estos de las franquicias es algo así como abrir y gestionar una tienda bajo una marca tras un acuerdo comercial con la compañía.
Su meteórico crecimiento se debe a diversos factores, de oportunidad, visión de negocio y alguno más particular como el instinto comercial de la saga familiar para dar con fórmulas de éxito a lo largo de más de un siglo.
Más allá de cifras y estadísticas, una de las razones indudables para su ascenso e implantación más allá de Zamora fue su capacidad para adelantarse. Les dio una ventaja competencial abrir la primera tienda de Mango en Zamora («antes incluso de que se abriera en Valladolid o Salamanca», precisa Emilio) cuando esto de las franquicias todavía no estaba tan implantado y ni siquiera la propia Mango confiaba en su extensión bajo delegación.
Metidos en el negocio de las zapaterías y con una tienda funcionando a pleno rendimiento de ropa infantil en Zamora (‘Casaseca’, por el segundo apellido de su bisabuelo, con el que empezó todo), llegó el descubrimiento decisivo que marcó los años venideros. «Íbamos a Alicante a ferias del calzado y una tienda novedosa nos llamó la atención. Por la música, por los televisores en los escaparates muy largos, con suelos que parecían una calle y cuando te dabas cuenta ya estabas dentro y porque se veía un modelo de negocio de confección distinto». Era Mango, cuando casi nadie sabía de Mango. «Nos vinieron a ver a Zamora los responsables. Todavía no se franquiciaba. Era prácticamente la primera franquicia de Mango en España . Ofrecía ropa distinta a la que se hacia en los 90, que era muy sobria y clásica. Y fue un exitazo».
Recibido el visto bueno, y con el marido de Alfonsa al timón (Francisco Prieto Castaño) abrieron su primera tienda de esta cadena de ropa en un establecimiento de 90 metros cuadrados en la calle Santa Clara con una plantilla de 9 personas. La respuesta del público fue abrumadora. Tanto que tuvieron que alquilar cinco pisos para almacenar la ropa. «Vendíamos muchísimo, mucho más de lo que imaginábamos. El primer año de apertura vendimos 40.250.000 pesetas. Superó todo lo que esperábamos».
El mejor ejemplo de lo inesperado que resultaron para los Prieto estas cifras es que el cabeza de familia aceptó una apuesta con uno de los hermanos que estaban al frente de Mango. «Le dijo a mi padre que el primer año iba a vender más de 40 millones y si no lo hacían le daría un millón de pesetas. Si superaban esa cantidad, el pago sería en la dirección inversa. Mi padre aceptó», explica Prieto. «Mi padre era un hombre muy cumplidor, muy serio y muy honrado. Le llamó y le pidió los datos para pagarle el millón. Entonces no había el control que ahora porque la ropa se la comprábamos a Mango directamente. Ellos la almacenaban, íbamos, comprábamos y lo que no vendiéramos nos lo quedábamos. Aunque se vendía todo », recuerda.
A los tres años duplicaron las ventas. Ampliaron las instalaciones sobre 1999 y 2000 con otro local más grande para una tienda en la que invirtieron 80 millones de pesetas.
Tras esa primera fase inicial, el funcionamiento de las franquicias varió y se pasó al modelo de depósito. «Ahora les mandamos garantía bancaria, envían la ropa, según vendemos les pagamos un porcentaje y lo que sobra lo devolvemos».
No fue su primer éxito. Antes de meterse con los gigantes, se parecían a ellos. Aunque a otra escala.
El pionero de la familia en esto del comercio tradicional fue el bisabuelo de Emilio hace más de 130 años: Francisco Prieto Casaseca. A finales del siglo XIX abrió una tienda de confección en la plaza Mayor zamorana . Tuvo que cambiar el nombre del negocio por haber otro con el mismo nombre y apellido y rebautizarlo como Francisco P. Casaseca. Un apellido, el de Casaseca, que ha acompañado a toda la saga familiar, aunque en realidad Emilio y sus tres hermanos lo tengan en séptimo lugar.
Su abuelo, Narciso, siguió con la misma actividad y gestionaba varias tiendas de textil en Zamora. «En los 60 del siglo pasado montó una tienda Casaseca en Madrid que derivó en cafetería (Turín) al lado de la plaza Mayor y regentaba mi padre». Esa razón accidental es la que hace que en el DNI de Emilio aparezca Madrid como lugar de nacimiento, aunque él se sienta 100% zamorano.
De regreso a Zamora en el 70, el padre de Emilio cogió por su cuenta «el traspaso de la mejor esquina que había entonces, de la plaza Sagasta». «Fue pionero. De las primeras tiendas en España dedicada únicamente a infantil, a bebé. Oso D’or. Vendíamos pololos, cunas, ropa de niño, sillas de paseo... Y el éxito fue impresionante. Pudimos ampliar instalaciones y pasamos a la avenida Portugal, con la intención de tener más hueco para tronas y cunas...». Pero el azar los llevó al sector de los zapatos. «Cogimos el traspaso de un zapatería y la propiedad nos prohibió cambiar la actividad. Así que no tuvimos más remedio que poner una zapatería». La de Alfonsa. La llamaron también Oso D’or.
El primer contacto de Emilio con los negocios. Después de solo abrir cajas, con 13 y 14 años (ahora tiene 57) iba con un vespino naranja a cobrar facturas a los clientes. También fue el primer contacto de las nuevas generaciones: «Mis hijas han chupado el chupete entre mostradores y zapatos, como toda la familia» , comenta.
A partir de ese momento, y tras una gran respuesta de los zamoranos, a la zapatería en un comienzo infantil, comenzaron a coger «otras tiendas de calzado y a incorporarlas algo de ropa». Alfonsa recuerda esos años, a partir de 1977, con cariño. «Eran muy buenos tiempos. Llegaba a vender 500 pares de parisinas, como manoletinas con lacito. En todos los colores se vendían», rememora. «Ha cambiado todo mucho. Internet nos hace daño y ahora cuesta mucho más vender, pero ahí seguimos. Me gustaba hablar con la clientela y que me digan ‘en esos columpios me montaba mi madre y ahora monto yo a mis hijos para comprarles los zapatos’», afirma orgullosa.
Aunque la zapatería está fuera del grupo empresarial SE7ENTAY6EIS (centrado en las tiendas franquiciadas y líder del ‘retail’ en la Comunidad) sí es el referente emocional. Un rincón en el que no perder pie.
Sobre los 90 llegó aquel primer Mango que abrió el marido de Alfonsa y tuvieron que pasar bastantes años para que llegaran otros. Con distinta suerte. No fue hasta 2016 cuando Emilio y Francisco decidieron apostar por la expansión y abrir hasta la veintena de establecimientos que tienen bajo su mando. Y lejos de los ‘taquillazos’ anteriores, se arrancaron con un tropiezo. «La primera que pusimos fuera de Zamora fue un Mango de hombre en Elegido , en una tienda de calle. No salió bien y aprendimos lo que no teníamos que hacer». En 2017, con los deberes hechos y las lecciones frescas, la siguiente apertura corrió una suerte inversa. Y de ahí hasta los más de 200 empleados actuales.
Mango es, junto con Kiabi, su «buque insignia». Tanto que el peso de SE7ENTAY6EIS en la facturación de Mango en España representa el 2,97%. Poseen 9 tiendas de Mango, además de en la capital zamorana, en Burgos, Ponferrada, Avilés, Valencia, Jerez de la Frontera, Dos Hermanas (Sevilla) y dos en Madrid. Tres Kiabi, en Cádiz, Madrid y Castellón. La compañía abrirá el próximo julio en Gijón un nuevo establecimiento de Mango y otro de Kiabi en Alicante.
En su historia también aparece algún capítulo curioso con otras marcas, como cuando se adelantaron al mismísimo Amancio Ortega. «Hemos abierto y cerrado varios proyectos. Fuimos también franquicia de dos Massimo Dutti en Zamora antes de que lo comprara Amancio Ortega para Inditex», señala Emilio. «Las condiciones con Inditex no eran muy buenas para nosotros y lo dejamos».
En la actualidad, las previsiones a medio plazo pasan por aumentar sustancialmente la facturación. Calculan «en el plazo de cinco años una facturación que oscile entre 32 y 35 millones de euros». «El grupo tiene mucho futuro porque nos preocupamos de formar al equipo humano», subraya el gerente.
Reconoce Prieto que tienen «muchas ofertas en cima e la mesa», que se interesan por ellos fondos de inversión; pero incide en que su objetivo pasa por «seguir hasta 2026 creciendo en la francesa Kiabi y en Mango». Pero lo que más claro tienen es que van a seguir la senda iniciada por su bisabuelo. «Estamos satisfechos de mantener nuestra alma castellana y zamorana».
Sobre esto, su madre Alfonsa lamenta «la triste evolución» de su querida tierra. «Veo con mucha alegría lo bien que les va a mis hijos, pero veo mal Zamora. No tenemos actividad industrial, los jóvenes se van. Una pena... Y habría que hacer algo», comenta quien tiene claro a qué obedece el buen hacer de su prole en los negocios: «Yo les digo, y me hacen caso, que ‘trabajo, trabajo y más trabajo’. Ese es el secreto», asegura.