Diario de Valladolid

ENRIQUE CABERO | PRESIDENTE DEL CONSEJO ECONÓMICO Y SOCIAL DE CASTILLA Y LEÓN

«Hasta 2024 no se controlará la inflación, y comenzará una etapa de crecimiento mayor»

Asegura que el reto demográfico «no es un asunto más: es el asunto», plantea el CES como «una institución abierta» que «quiere estar cada vez más presente en la sociedad» y reivindica un modelo más intergeneracional: «Tener mayores en la sociedad no es un problema, es una suerte»

El presidente del CES de Castilla y León, Enrique Cabero Morán. J. M. LOSTAU

El presidente del CES de Castilla y León, Enrique Cabero Morán. J. M. LOSTAU

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Santiago G. del Campo
Valladolid

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Pregunta.– En agosto presentó el Informe de situación económica y social del año 2021 elaborado por el CES con casi 700 propuestas a las instituciones de Castilla y León. ¿Les hacen a ustedes caso?

Respuesta.– Las recomendaciones que formula el CES son muy tenidas en cuenta tanto por las Cortes, sus grupos parlamentarios, que las utilizan, como por el Gobierno de la Comunidad. Otra cosa es que siempre sean asumidas o no. Tampoco aspiramos nosotros a que todas nuestras recomendaciones sean compartidas necesariamente, porque sería imposible.

Pero sí son tenidas en cuenta, estudiadas, y con las otras instituciones compartimos informes y los estudiamos. Este informe además del equipo técnico del CES, que es magnífico, además de los consejeros y consejeras que forman parte del CES, que lo debaten, lo analizan, también hay una parte muy importante que realizan expertos externos, que son profesores de las universidades de Castilla y León, que lo estudian, lo consultan, lo difunden… Genera debate y un sustrato muy importante de estudio que tiene una muy relevante aportación de datos. Creo que es el informe más completo de cuantos se elaboran anualmente.

P.– Habrá alguna espinita clavada, alguna recomendación a la que no se hace caso, o que debería tenerse más en cuenta…

R.– Hay una, que es más metodológica que de contenido, en la que no dejo de insistir, y el propio CES lo hace, que es la necesidad de articular un plan estratégico de Comunidad que sea lo más consensuado posible. Desde el punto de vista político y desde el punto de vista económico y social.

Esto es una recomendación que sería fundamental, porque afecta a todas las demás. Sé que es difícil, yo soy consciente, y en mis comparecencias en Las Cortes insisto en ello. Pero creo que sería muy importante que lográramos ponernos de acuerdo al menos en un ámbito lo más amplio posible para generar un plan estratégico de Comunidad pactado, con independencia de las mayorías parlamentarias, y también con participación de los interlocutores sociales.

«Es necesario articular un plan estratégico de Comunidad lo más consensuado posible»

P.– La polarización política creciente no ayuda a eso, ¿no?

R.– No es fácil. No sé si la polarización es creciente o no, pero no es fácil. Por eso seguimos una regla en el CES que está, incluso, incorporado a nuestro reglamento de organización y funcionamiento, y en esta casa sí que lo intentamos siempre, y es que haya el máximo consenso posible en nuestros informes, propuestas y recomendaciones.

Es muy excepcional, a lo largo de estos ya casi 32 años de actividad, que no se haya adoptado un acuerdo por unanimidad. Porque las organizaciones y los expertos que forman parte del CES adquieren ese compromiso de negociar y negociar, y dialogar. A veces redactar un párrafo puede llevar mucho tiempo, porque tiene ese valor añadido. Precisamente el acuerdo, el consenso de organizaciones muy dispares como las que forman parte del CES, le da un valor adicional a lo que se propone y se recomienda.

Aquí lo hacemos. Somos conscientes de que trasladar esta metodología del consenso al ámbito político es más difícil, ahora y probablemente siempre lo ha sido.

P.– El Colegio de Economistas alerta de que estamos en una especie de ‘tormenta perfecta’ en la que se suma la inflación, el coste de los combustibles, la energía, la quiebra del stock de los microchips y la logística y la guerra de Ucrania, y prevé que la inflación seguirá y llegará un otoño muy difícil en lo económico. ¿El CES comparte esa visión?

R.–  Lo primero que quiero destacar es que tenemos la suerte de contar, como miembro del CES, que es uno de los expertos designados por las Cortes, con el presidente decano del Colegio de Economistas, Juan Carlos de Margarida, que es un miembro muy activo del CES y participa por tanto en los debates, en la confección de los documentos.

La situación actual es especialmente complicada porque se han ido acumulando varias crisis. Hemos tenido evidentemente una crisis exógena al sistema económico, que ha sido la pandemia, crisis que generó una paralización de la economía sin precedentes, muy grave, pero que no se generó partiendo de parámetros económicos, sino de la propia pandemia.

Después, cuando se empezó a recuperar, porque se pensaba que la recuperación iba a ser rápida –nosotros también pensábamos razonablemente que iba a ser así–, se complicó con otras crisis. En primer lugar hubo una que todavía continúa, de materias primas y de energía, que fue un efecto indirecto de la pandemia, porque la pandemia lo que vino fue a poner de relieve, a poner sobre la mesa, las principales deficiencias que ya se habían detectado de la globalización que se había hecho, y por tanto se generan algunos problemas adicionales.

Eso, unido al dinero que había generado de ahorro y de las ganas de demandar productos y servicios durante la pandemia genera un primer impulso de la inflación. Hay una demanda importante y hay menos productos. La crisis logística se suma inmediatamente, la logística internacional, problema fundamentalmente en el entorno de China, por sus políticas de contención de la pandemia, y después se produce la invasión de Ucrania.

Todo esto ha generado una situación en la que hay una crisis de oferta inicialmente, y se acaba convirtiendo en una crisis de demanda, que es en la que estamos ahora, y unos efectos de la inflación inesperados. Una inflación que crece a nivel general, no solo en España, por esa acumulación de crisis. Primero hay más capital demandando productos y servicios, segundo hay menos servicios, tercero hay una crisis energética y de materias primas, cuarto se une a la crisis logística la de la guerra. Esa es la situación en la que estamos ahora.

¿Cuál es nuestra perspectiva? Yo creo –porque el CES no hace prospectiva, no es su función, es más bien un análisis de situación–, desde mi punto de vista, la situación actual, si no hay grandes cambios en la guerra –ojalá finalice de manera inmediata, sobre todo por las personas, y también por sus efectos–, la economía en este segundo semestre de 2022 va a crecer seguramente, pero muy poco. Por tanto este año 2022 va a tener dos fases muy claras, una de crecimiento importante la primera mitad y una de crecimiento muy lento en la segunda mitad. La inflación va a continuar probablemente hasta el año que viene, aunque se puede ir controlando. Yo creo que las medidas que se han adoptado van a permitir que se vaya controlando la inflación, y que se pueda, a lo largo de 2023, continuar con un crecimiento menos alto del previsto, y en 2024 poder tener controlada la inflación y una etapa ya de un crecimiento mayor.

Eso es a lo que apuntan los datos. Es verdad que hay otras posiciones que hablan de recesión. Yo creo que no se va a dar esa circunstancia, salvo que se agrave fundamentalmente el conflicto bélico, que eso llevaría a consecuencias que no podemos medir en la actualidad. Si la situación de guerra se controla, y sobre todo si finaliza, esas podrían ser las perspectivas.

Debe evitarse que se dispare la inflación de segunda ronda. La inflación de primera ronda la han generado estas crisis. Evitando especulación sobre precios, y evitando que pase a ser una crisis inflacionaria de segunda ronda, yo creo que eso se puede conseguir. La situación, por tanto, es difícil, pero ha habido situaciones más difíciles previas a esta.

«Estamos en una situación complicada pero ha habido crisis peores previas a esta»

P.– ¿La de 2008?

R.– La de 2008 es muy distinta. Probablemente, la propia crisis energética de los años 70 fue diferente, y había menos mecanismos de control en aquel momento, y la experiencia que nos han dado estas crisis previas y los nuevos mecanismos de control pueden hacer que sean menos graves. Pero naturalmente uno de los problemas que tenemos ahora es la incertidumbre. Creo que uno de los problemas que hacen peculiar esta crisis es que son varias crisis a la vez, con factores de orígenes distintos, y que por tanto generan una incertidumbre adicional.

P.– Entre esas medidas de control de la crisis está la subida de tipos de interés, con la que se van a encarecer mucho las hipotecas. Las familias de Castilla y León, las más jóvenes, están hipotecadas, y puede tener un efecto negativo…

R.– El Banco Central Europeo debe ser muy prudente con la subida de tipos. Precisamente por el origen de esta inflación. Yo tengo la sensación de que el BCE lo que intenta es lanzar un mensaje de que se quiere controlar la inflación de segunda ronda. Yo creo que ese es el mensaje. El efecto de subida de tipos se nota un año o un año y medio después, por tanto no es una solución inmediata, sino que suele tener efectos con más retraso de lo que pueden ser las políticas inmediatas. Y creo que intenta lanzar un mensaje de que es uno de su objetivos institucionales, el controlar la inflación, además por otras decisiones que se han tomado, por ejemplo en los EEUU, pero debe ser muy prudente, porque una subida de tipos muy fuerte podría romper precisamente esas expectativas de crecimiento aunque más reducido a lo largo de 2023.

«El Banco Central Europeo debe ser muy prudente con la subida de tipos»

Yo creo que la política del BCE está siendo prudente. Por tanto, partimos además, esto sí que es absolutamente inusual, de una situación de tipos negativos, realmente, lo que le da un margen mayor al BCE para no generar una subida de tipos muy relevante. Creo que va a ser prudente, el mensaje está lanzado, la inflación hay que controlarla, naturalmente, pero no solo con subida de tipos, sino que hay que intentar poner solución a los principales problemas que está generando esa inflación, que son el incremento de los precios de la energía y la ausencia, la insuficiencia mejor dicho, de materias primas que han encarecido el mercado. Esos creo que son los dos elementos en que hay que incidir más.

Vamos a estar muy pendientes de dos factores: la solución de los problemas logísticos internacionales, debe llevar también a una revisión de la globalización que habíamos hecho –no a la desaparición de la globalización, sino a una revisión–, no debe centralizarse tanto la producción en pocos ámbitos continentales, eso se ha demostrado que ha sido un error. Europa, España y Castilla y León deben producir más.

Por tanto, la logística debe estar más regionalizada. No podemos depender todos de lo que suceda en el puerto de Shanghái o en el Canal de Suez como hemos visto en alguna ocasión. Hay que replantear la logística internacional y hay que terminar por todo lo que significa, no solo por la economía, con la invasión de Ucrania de una vez. Eso debería resolverse de manera inmediata, razonable y conforme al Derecho Internacional.

«Hay que revisar la globalización: Europa, España y Castilla y León deben producir más» / «La logística debe estar más regionalizada, no podemos depender todos de lo que suceda en el puerto de Shanghái o en el Canal de Suez»

P.– Es decir, hay que fabricar los productos estratégicos en el propio territorio.

R.– Hay que reindustrializar, o potenciar la industria, como se prefiera la terminología. Al sector primario hay que cuidarlo con más detalle, hay que cuidar más el sector primario y las propias organizaciones agrarias lo están poniendo de relieve; tenemos que producir energía renovable, Castilla y León es una potencia en este sentido, y naturalmente lo que hay que evitar, esto es una de las preocupaciones que debemos tener todos, es que se produzcan situaciones de exclusión social y de incremento de la pobreza. Por tanto hay que articular medidas que eviten la exclusión social y la pobreza, porque el sistema no funciona cuando hay exclusión social.

P.– ¿Somos más propensos ahora a que se produzcan situaciones de exclusión social?

R.– Las situaciones de crisis siempre son un peligro para que se den situaciones de incremento del riesgo de pobreza, u por ello también peligro de exclusión social. No se deben descuidar nunca las políticas sociales redistributivas de la renta.

«No se deben descuidar nunca las políticas sociales redistributivas de la renta»

P.– El Gobierno autonómico se puso en legislaturas anteriores el reto de alcanzar el 20% de PIB industrial en una fecha que pasó hace también muchos años, y seguimos entre el 18 y el 19%. ¿Debe volver a la palestra ese objetivo?

R.–  Es un objetivo importante. Las crisis actuales, empezando por la pandemia, no nos han descubierto realmente cuáles eran los deberes que teníamos pendientes en el ámbito económico y social. Lo que nos han indicado es que ya no pueden dejarse para más adelante.

Los retos que teníamos desde el punto de vista económico, social, de la sostenibilidad del sistema –en todos los sentidos, también el medioambiental, pero no solo, sino en el propio modelo que sea sostenible–, parecía que podíamos ir siempre aparcándolo, diciendo ya lo abordaremos. Las crisis actuales nos han mostrado que debe ser inmediato. Sobre todo las crisis están afectando al calendario, de ahí la importancia. Creo que es imprescindible que adoptemos planes lo más consensuados posibles en el ámbito económico, social y político, de manera inmediata, y además potenciar una fórmula que es clave en la situación actual para que sea posible conseguir esos objetivos que teníamos sobre la mesa y que ahora ya sí tenemos que abordarlos, ya no podemos dejarlo para luego, y que es la iniciativa público privada.

Yo confío mucho en que se puedan coordinar, y trabajar conjuntamente, la iniciativa pública, de los gobiernos, de la Administración, del Estado, la Comunidad Autónoma, provinciales, y la iniciativa privada. Deben desaparecer todo tipo de desconfianzas entre lo público y lo privado, y hay que marcar objetivos comunes. Porque nuestro sistema exige por un lado el impulso público pero el desarrollo de ese impulso público se debe hacer con empresas. Empresas de todas las dimensiones. Por tanto debe desaparecer todo tipo de recelo entre lo público y lo privado y articular planes conjuntos. Es la fórmula que tenemos para conseguir esa potenciación de la industria, esa mejora de la producción del sector primario, incluido el energético, para conseguir modernizar en el sector servicios, en el comercio, la hostelería, el turismo.

«Debe desaparecer todo tipo de recelo entre lo público y lo privado para conseguir la potenciación de la industria»

P.– Y en eso, ¿qué fortalezas tiene la Comunidad?

R.– En Castilla y León tenemos una baza que aprovechar, que es utilizar nuestro sistema universitario de investigación para conseguir una mayor eficacia en la transferencia del conocimiento. Tenemos, comparativamente, un magnífico sistema universitario y de investigación y necesitamos que eso repercuta más también en el ámbito productivo.

Yo creo que Castilla y León tiene muchas posibilidades. A veces este contexto nos acaba contaminando de pesimismo. Vivimos en un contexto que tiende al pesimismo, y las previsiones, predicciones, y a mí me parece que debe ser al contrario. El contexto actual nos exige esfuerzo a todos, lo público, lo privado, pero es de grandes oportunidades, porque precisamente es muy exigente el contexto y por tanto nos obliga a transformarnos, a modernizarnos y a generar ámbitos más competitivos en los que Castilla y León puede destacar.

Puede destacar, porque lo hace, desde el ámbito agropecuario, agroalimentario, con el que hay que hacer un esfuerzo más de transformación; en el ámbito energético, donde tendríamos que hacer un esfuerzo porque esa energía que producimos se utilice en Castilla y León; en el ámbito de la industria, igualmente. No somos una Comunidad ajena a la industria, tenemos ámbitos muy industrializados y hay que seguir avanzando en esa transformación hacia lo que ahora se necesita y se demanda. Somos una Comunidad con un buen sistema educativo, universitario y de investigación, con un patrimonio cultural y natural sobresalientes, con un sector servicios que se ha ido modernizando, necesita un impulso adicional el comercio de proximidad, por eso estamos trabajando en ello. Con unas grandes oportunidades.

«Vivimos en un contexto que tiende al pesimismo y debe ser al contrario, Castilla y León tiene muchas posibilidades»

Tenemos en marcha un informe a iniciativa propia. Tenemos que pensar mucho más en esta sociedad que es la sociedad de la longevidad. Es la primera vez a nivel internacional y a nivel histórico en que la composición de la sociedad es muy distinta desde la perspectiva de la edad. Tiene nuevas perspectivas y dimensiones y tenemos que ser conscientes de ello en la prestación de servicios, en el tipo de preferencias de consumo, etcétera.

Y luego también, hay sectores en los que podemos crecer incluso, como es el sector forestal, sin ninguna duda, que ofrecen grandes oportunidades comparativamente con otras comunidades autónomas. Castilla y León tiene oportunidades que tiene que aprovechar. Estas crisis nos exigen ahora un mayor esfuerzo. Podemos afrontar con realismo pero dejando atrás el pesimismo.

P.– Otro problema es el de la despoblación. Hace poco manifestó que no son suficientes las bonificaciones fiscales para fijar población.

R.– El reto demográfico no es un asunto más de los que estamos hablando. Es el asunto. Un aspecto poliédrico, complejo, porque todo lo que hemos dicho le afecta. Para que haya más población es necesario más actividad económica, más empleo, más oportunidades en el acceso a la vivienda, hay que hacer una política muy pensada para las personas jóvenes, estamos en el año europeo de la juventud, y tenemos que hacer un esfuerzo especial también en incorporar la perspectiva de edad en las políticas y hay que hacer un esfuerzo muy grande en el ámbito de las personas jóvenes. Eso es clave en la demografía, lograr acertar en relación con las personas jóvenes y las políticas que se adopten.

Lo decía recientemente el Consejo de la Juventud de España y el de Castilla y León, en su Observatorio, esos tres grandes problemas afectan claramente a la demografía, que son el acceso a la vivienda, el acceso al empleo, en definitiva la emancipación de los jóvenes. Eso es fundamental. También en materia de demografía son fundamentales los servicios públicos.

Y tenemos una ocasión importante, que es una sociedad longeva. Ese ha sido el gran objetivo de la humanidad, conseguir mayor esperanza de vida, mayor longevidad. Y eso se ha ido consiguiendo gracias a sistemas públicos de sanidad, de bienestar, a una actividad económica mejor de la que tuvieron nuestros abuelos, y nuestros padres incluso.

La sociedad ha cambiado y tenemos que ser conscientes. Hay que acertar en materia de juventud, a la hora de definir un buen modelo de sociedad longeva. Es verdad que la pandemia ha dañado algo la esperanza de vida, por eso tenemos que reponernos. La sociedad sigue siendo una sociedad longeva, la más longeva de la historia de la humanidad, y debemos ser conscientes de ello.

«Debemos articular un buen modelo de sociedad longeva, la más longeva de la historia de la humanidad, con mayores con conocimiento y experiencia que hay que aprovechar y nuevos gustos en materia de consumo»

P.– Quizá en vez de instalar cámaras en los mataderos para ver si se cumple con el bienestar animal, habría que instalarlas en las residencias para ver si se respetan los derechos de los mayores, ¿no?

R.– Bueno, no sé si hablar de cámaras... No solo me refiero a la parte asistencial, sino al propio concepto de sociedad. No es lo mismo una sociedad en la que mayoritariamente sean personas muy jóvenes como hay en algunos países en vías de desarrollo, a una sociedad que tiene ya muchas personas mayores. No solo hay que pensar en los mayores desde el punto de vista asistencial, que también, por supuesto.

Las personas mayores tienen un conocimiento y una experiencia que hay que aprovechar para la sociedad, tienen nuevos gustos en materia de consumo, en materia de demanda de productos y servicios, y la sociedad se ha transformado. A veces vamos a remolque, pero seamos conscientes de ello: la sociedad se ha transformado.

Sirva como ejemplo, aunque es un ejemplo muy parcial del tema, pero en relación, se acaban de hacer públicas las plazas de los viajes del Imserso. Ahí se ve cómo ha ido cambiando la demanda. El gran objetivo de los viajes para mayores de los años 80 era ir al mar. Algunos lo habían visto pocas veces, o nunca, muy al principio. Ahora hay otra demanda, junto a la de playa está también la de turismo de interior, que le viene muy bien a Castilla y León, turismo patrimonial y cultural, que le viene muy bien a Castilla y León. Porque las personas mayores han cambiado sus preferencias, sus gustos, y esto repercute en este ejemplo de servicio público.

«Tener personas mayores para una sociedad a veces se explica como un problema, pero es una suerte»

Pero repercute también en el mercado. Las empresas deben ser conscientes de que están en una sociedad distinta. Las administraciones también. Tener personas mayores, para una sociedad, es una suerte. A mí me molesta mucho que a veces se explica como un problema, pero es una suerte. Entonces, si unimos cuidado a la sociedad longeva, y sobre todo, unido a esto, las políticas de juventud, ahí tenemos una base para abordar el reto demográfico, porque sin personas jóvenes, ese es el verdadero problema de una sociedad, que no tenga personas jóvenes, porque no tiene posibilidad de seguir creciendo. Que tenga personas mayores es una suerte, no es el problema. El problema es que no haya jóvenes, y ahí es donde hay que incorporar la perspectiva de edad.

P.– Ahí la sociedad occidental tiene un fallo, porque invita a los jóvenes a pensárselo mucho antes de tener un hijo. Parece que hay que tener aprobada la carrera, comprado el coche, tener contrato indefinido y pagada la casa antes de aventurarse. ¿Esto es un mensaje erróneo?

R.– No basta con el mensaje. Hay que tomar decisiones. ¿Cuál es el principal problema si analizamos los datos del Observatorio del Consejo de la Juventud de España y de Castilla y León? Primero, las dificultades de los jóvenes para acceder a un empleo con relativa estabilidad. En segundo lugar, las complicaciones para acceder a una vivienda que no consuma la inmensa mayoría de sus retribuciones.

Si en estos dos ejemplos muy claros que expone el Observatorio, si eso lo conseguimos solucionar, facilitaríamos la emancipación y facilitaríamos la natalidad, también. Las personas jóvenes no podemos decir que una persona es joven hasta los 50 años. Es más razonable que haya crecido y lo que estuvo en un principio en 20 o 26 ahora pasa a 30 años, pero 50 sería excesivo, sobre todo pensando en potenciar la natalidad.

«Si facilitamos el empleo y la vivienda a los jóvenes favoreceremos la natalidad, pero no podemos dar el mensaje de que una persona es joven hasta los 50»

Creo que debemos pensar más en las personas jóvenes a la hora de tomar decisiones políticas, sobre todo pensando en una sociedad longeva. Esto parece contradictorio pero no lo es. Es muy bueno que haya personas mayores. Es una suerte, somos la generación que más lo ha conseguido de toda la historia, nunca ha habido una situación de longevidad como esta. Afortunadamente hemos conseguido ese gran objetivo, pero no nos podemos olvidar de que la sociedad debe estar equilibrada. Debe haber intergeneracionalidad en todos los territorios. Debemos cuidar, y no es contradictorio, un modelo de sociedad longeva donde haya jóvenes que además de facilitar su formación –que también ha cambiado, porque dura más de lo que ha durado históricamente–, pero que tenga acceso real al trabajo, y a un trabajo con estabilidad, razonable, con retribuciones razonables.

Ese es el mensaje que tenemos que lanzar: «Usted, como joven, va a trabajar, debe trabajar, tiene expectativas de trabajar». No es una sociedad acabada y que va al desastre. Es una sociedad que va a necesitar más que nunca, probablemente, de los jóvenes, para conseguir la transformación.

Los jóvenes tienen una responsabilidad adicional, que es conseguir la transformación del modelo en la línea que estamos trabajando. Sin los jóvenes no lo conseguiremos. No puede ser una sociedad dirigida siempre por los mayores.

P.– ¿Hay que dar un mensaje más optimista?

R.– Optimista y de generación de expectativas positivas. Yo entiendo, y hay muchos sociólogos que lo dicen, que una persona que ahora tenga 17 años parece que ha vivido toda su vida en crisis. ¿Qué expectativas positivas se le pueden ofrecer? Precisamente hay que decir que la sociedad puede avanzar, se puede transformar. Hay que tener en cuenta las nuevas necesidades, los nuevos parámetros.

No hay que tener miedo a la transformación. Y para eso los jóvenes deben estar implicados. Los jóvenes no son invitados de la sociedad, forman parte de ella como motor. A  veces pueden tener la sensación de que son invitados en una sociedad que no pueden transformar. Eso puede generar pesimismo. Los jóvenes son protagonistas de la transformación.

Ahí la Comisión Europea, cuando ha declarado 2022 como Año de la Juventud, ha sido para llamar la atención de gobiernos, parlamentos y de la sociedad en su conjunto de que tenemos que utilizar la perspectiva de edad mucho más de lo que se viene utilizando. Es un elemento de cambio a mejor que debemos todos asumir, la perspectiva de edad.

«Hay que dar un mensaje optimista y de generación de expectativas positivas, una persona que ahora tenga 17 años parece que ha vivido toda su vida en crisis» / «Los jóvenes no son invitados de la sociedad, son protagonistas y responsables de la transformación»

P.– Entremos en el asunto tan traído y llevado del Diálogo Social –seña de identidad de Castilla y León–, y los intentos de cambiar el modelo, en la Legislatura anterior por parte de Ciudadanos, cuando fue parte del Gobierno autonómico, y en la actual por parte de Vox. ¿Está o no está en peligro?

R.–  Yo no tengo la menor duda de que el Diálogo Social es una seña de identidad de Castilla y León, como está recogido en el Estatuto de Autonomía. El CES nació del Diálogo Social y es una de las partes de ese Diálogo Social permanente institucionalizado.

En Castilla y León creo que se ha desarrollado muy bien, el Estatuto de Autonomía de Castilla y León es el que probablemente mejor lo regula y acoge. A nivel estatal el Diálogo Social es muy importante también en España, más que en otros países, y lo cierto es que el Estado Social y Democrático necesita que exista un Diálogo Social bien regulado y con un buen funcionamiento. Nuestra Constitución así lo prevé, no es algo nuevo. En Castilla y León se entendió muy bien.

Por tanto, yo soy partidario de mantener ese modelo que tenemos en Castilla y León, pero naturalmente cada Gobierno puede tener la sensibilidad que tenga, o cada organización en cada momento. Por tanto habrá que estar atentos, pero en todo caso yo no creo que esté en peligro el Diálogo Social. Otra cosa es después la utilización, que pueda ser más o menos amplia o profunda. Eso habrá que verlo. Hay una parte jurídica y otra parte política, que le corresponde al Gobierno.

Yo creo que sí deberíamos, me parece que todo el mundo está de acuerdo, debemos cuidarlo y mantenerlo, porque ha sido el resultado de muchos años de participación de las organizaciones sindicales, de la patronal de Castilla y León, del propio Gobierno de la Comunidad, del Parlamento, del CES… Han sido muchos años de esfuerzo, de reflexión, y hay que aprovechar las herramientas de las que nos hemos dotado, cuando son buenas, además.

«Yo no creo que esté en peligro el Diálogo Social, nuestro Estatuto de Autonomía es quizá el que mejor lo regula y debemos cuidarlo y mantenerlo»

P.– ¿Qué opina entonces de esos 12 millones de recorte que Vox ha anunciado para los sindicatos de la Comunidad?

R.– Nunca se ha llegado a concretar. Yo no lo conozco. Yo confío en que el Diálogo Social se va a cuidar y a mantener. Si en España ha sido muy importante, y lo sabemos bien, desde la Transición, en Castilla y León todavía más que en el resto de España.

P.– Organismos consultivos como el CES nacieron con el objetivo último de ‘prever para proveer’, pero no han logrado predecir esta situación tan difícil que atraviesa el planeta, con varias crisis vigentes tras la del coronavirus y una preocupante situación bélica. ¿Han errado en sus fines? ¿Qué ha pasado?

R.– El CES es un órgano consultivo, tal como lo define el Estatuto de Autonomía. Las instituciones propias de Castilla y León están configuradas en el Estatuto, tienen una solera grande, el CES es de los más antiguos de España. Se creó en el año 90, incluso antes que el del Estado. No es exactamente una entidad de estudios como pueda ser el Banco de España, o los bancos centrales en general, u otras, sino de diagnóstico.

P.– No me refería solo al CES, han sido las entidades de todo el mundo las que no lo han previsto…

R.– El CES cumple una función muy importante de conexión de las instituciones con la sociedad. Aquí están todas las organizaciones, y además el CES de Castilla y León tiene junto con el Pleno el grupo de enlace, lo que permite que todas las organizaciones sociales, sindicales, empresariales, agrarias, de consumidores, de economía social que tienen implantación en nuestra Comunidad puedan opinar sobre las iniciativas del Gobierno, que es quien nos pide asesoramiento. Es lo que nos corresponde, una función consultiva, aunque podemos hacer también informes a iniciativa propia.

Lo que ha sucedido ahora, yo creo que no ha habido ningún organismo a nivel internacional que pudiera prever que se iba a dar de esta manera. Es verdad que ya se llevaba tiempo trabajando en corregir desajustes y defectos del sistema, pero no se pensó que se iba a dar todo a la vez.

La pandemia ha sido el gran detonante. Es verdad que había estudiosos que decían que se podía dar una pandemia, pero claro, que se dé de esta manera, y tan rápida, y tan generalizada, y con una incidencia tan profunda en todo, no se esperaba. De hecho, Europa y EEUU reaccionan tarde porque había habido ya otros virus previos en China que luego no se acabaron de trasladar al resto del mundo, y que además tuvieron una repercusión social menor, se pensaba que esta vez iba a ocurrir lo mismo. Pero este era un virus muy grave y con gran capacidad de contagio.

Entonces, la pandemia produce una paralización excepcional de la actividad económica, y eso genera una crisis inmediata. Pero se ha reaccionado creo que bien, las instituciones tanto en España, en Castilla y León, en Europa, a nivel internacional, y se crean figuras para la supervivencia de las empresas y la atención de las personas. Figuras como los Erte y las ayudas que han llevado aparejadas han sido muy importantes para que no se derrumbara todo, en España, en Castilla y León, en Europa también se han seguido políticas parecidas.

Desaparecido el hecho exógeno, como no afectaba a la estructura del sistema económico, se esperaba una recuperación rápida, de hecho se han recuperado muchos índices previos a la pandemia con gran celeridad. Al final el PIB cayó en España más del 11% de manera inmediata. Una barbaridad. Y se ha remontado. Ha habido crecimientos muy importantes en 2021, a pesar de que la pandemia continuaba, y en el primer semestre de 2022 se han cumplido más o menos las expectativas. En materia de empleo no ha sido tan dañina la crisis como fue la económico financiera, que eso sí fue una crisis endógena del sistema. Por tanteo eso se cumplió.

Pero ha habido factores complementarios que no se previó que se iban a dar. Sí podía darse un repunte de la inflación, coyuntural, por eso de que podía haber más dinero para demandar bienes y servicios de consumo e inversión, de manera rápida, que estaba retenido precisamente por la paralización de la economía, y una etapa de crecimiento, que siempre el crecimiento tan rápido tiene efectos inflacionistas. Se esperaba, pero muy coyunturalmente.

El problema viene cuando en esa salida tan rápida empiezan aparecer obstáculos, y no hay una salida rápida como se pensaba, sino que el sistema global que se había diseñado falla. Los problemas que se veían se convierten en grietas, y sobre todo la logística internacional se interrumpe.

«Era imposible prever el encadenamiento de crisis y la situación bélica en las que estamos, ningún organismo del mundo lo esperaba»

Los efectos de la pandemia, que no se habían esperado, especialmente en China, pasan por una crisis muy importante en la logística internacional. Y eso genera que empiezan a faltar materias primas y componentes para la industria. Incluso componentes energéticos, y es gran demanda, que genera un crecimiento rápido y con dinero detrás, de pronto se encuentra que no hay productos suficientes, no hay producción suficiente, que las empresas empiezan a decir que no pueden fabricar lo que se está demandando, y hay una demanda fuerte.

La crisis más conocida es la de los semiconductores, la de los chips, y la energética, y luego en otros ámbitos. Y eso empieza a generar un freno al crecimiento, que se empieza a matizar, y un crecimiento de la inflación inesperado, que también se espera que sea coyuntural, por esta consecuencia.

Pero el problema es cuando ya se ha desatado el problema de las materias primas y la energía, llega lo que nadie preveía que se iba a dar a estas alturas de la historia, que es una invasión ilegal de Ucrania por Rusia, que incide directamente, por el lugar donde está Ucrania y por las características del conflicto a lo que estaba siendo el freno a la recuperación, y volvemos a energía y materias primas, agravando aún más todo eso, y a una nueva política incipiente de bloques en el planeta.

Eso tampoco ningún organismo había previsto que en un espacio tan corto de tiempo, estamos hablando de marzo del 20 a febrero del 22, son dos años, se fueran a dar tres crisis distintas a la vez. Eso no lo podía prever nadie.

Y de todas las maneras, los efectos están siendo complicados, pueden agravarse sobre todo porque la inflación sí empieza a entrar en segunda ronda, que es la gran dificultad, que es por lo que interviene la Reserva Federal americana, el Banco Central Europeo, para intentar evitar la de segunda ronda. La de primera solo se puede arreglar recuperando la logística internacional y con una circulación más razonable de las materias primas y de la energía.

Y algo a medio plazo, porque eso a corto plazo no se puede conseguir, que es industrializar, o reindustrializar desde los parámetros modernos, por ejemplo Europa, claramente. Europa había buscado mejores precios –es verdad que la inflación ha estado muy baja, por eso ahora lo notamos tanto, hasta el punto de que los tipos del BCE eran negativos–.

Sí se había conseguido una política muy buena de precios con la globalización, pero se había olvidado los efectos negativos, y es que en cualquier momento podía darse un crack logístico. Pero nadie esperaba un crack logístico. Porque tenía que darse una guerra gravísima, o una pandemia como esta. Y eso no lo esperaba nadie, ni la guerra ni una pandemia de estas dimensiones.

Ese es el gran efecto por el que no ha sido posible, incluso aunque se hubiese intentado prever. ¿Cómo lo evitas? Se intentó evitar la invasión de Rusia, pero Rusia la ha hecho, al final, o Putin. No han querido entender que no se podía hacer eso y se ha encadenado todo.

Ese es el momento en el que estamos ahora, pero insisto: ha habido generaciones, si les preguntamos a nuestros abuelos, seguro que han estado en una situación más difícil, lo que pasa es que el sistema de vida ha cambiado y la situación económica ha cambiado. Pero tenemos que ser conscientes de que tenemos que contribuir a la transformación del modelo. Y todo esto, si lo aprovechamos bien, a pesar de la dificultad, va a resultar un empujón para cambiar el modelo energético, para creer más en un modelo más eficaz en materias primas, para creer más en un modelo más eficaz en logística.

Habíamos tenido ya un susto un poco antes, pero parecía que no se iba a repetir, que fue cuando se atravesó el Evergreen en el Canal de Suez. No puede estar la economía mundial, nuestro bienestar, nuestro empleo, pendientes de que un gran barco se quede atravesado en el Canal de Suez. Ya nos dieron ese susto. Eso duró poco, pero fue un aviso. O las fotos de satélite del puerto de Shanghái. Más que un puerto parece un hormiguero.

Son elementos estratégicos que hay que corregir. La situación nos lo ha demostrado, pues aprovechémoslo. Es verdad que es duro aprender así, pero no digamos que esto es el fin, que vamos a entrar en recesión… Claro que hay forma de hacerlo en positivo. Lo cierto es que no podemos seguir igual que estábamos en marzo de 2020.

P.– Las recomendaciones del CES en el Informe de 2021 respecto al sector primario respaldan por norma general las reivindicaciones de agricultores y ganaderos. Tienen un problema de precios, se cierran explotaciones... ¿Cómo se puede paliar esto?

R.– Primero hay que subrayar algo. El sector agrario, la agricultura, la ganadería, deben ser rentables. No podemos aspirar a que los agricultores o los ganaderos pierdan dinero con su actividad. Eso no tiene sentido. Para ello hay que garantizar el cumplimiento de la cadena de valor.

Si no se controla el cumplimiento de esa cadena de valor, que está regulada por ley en el ámbito agrario y es imprescindible, no hay posibilidades de que haya rentabilidad, porque se está dejando la fijación de precios a una de las partes.

Como ya es sabido, para que eso se consiga es imprescindible la intervención pública. Debe haber tanto por parte del Estado como de la Comunidad Autónoma una política pactada con las organizaciones agrarias, de apoyo público. Para garantizar que se consigue esa cadena de valor, para dotar de infraestructuras suficientes, es necesario modernizar y ampliar regadíos, por ejemplo, es imprescindible. Ahora se riega de otra manera distinta, y mucho más tecnologizada, y por tanto es posible hacerlo.

«Las explotaciones agrarias deben ser rentables, y para el cumplimiento de la cadena de valor es imprescindible la intervención pública»

A mí me parece que eso es clave. Si no se consigue la cadena de valor y la rentabilidad de las explotaciones ya no solo se daña el sector agrario, que lo está diciendo con convocatorias de manifestaciones, sino que además estamos poniendo en peligro también el bienestar de la sociedad en su conjunto porque está claro que tenemos que producir más en el ámbito agroalimentario.

P.– ¿Tiene más sentido el trabajo del CES en momentos como este?

R.– El CES es realmente una institución muy peculiar, porque quienes lo integran realmente mayoritariamente son representantes de las organizaciones. El CES es una institución presidida por la participación, fundamentalmente, y nos gustaría que todo el mundo que tenga ideas, propuestas que formular para la mejora de la situación económica y social de Castilla y León nos la hiciera llegar. Organizaciones, entidades, personas individuales… Es una institución abierta a la sociedad y quiere estar cada vez más presente en la sociedad. Estamos trabajando para intentar hacer posible que la participación sea más amplia y pueda tener mayor repercusión práctica.

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